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martes, 23 de julio de 2013

¿Vacaciones?

Ya habían dado comienzo las vacaciones, tras unas desastrosas notas y una pequeña bronca por parte de mis padres por fin habían dado comienzo unos cuantos días de relax.
Lo único malo de las vacaciones de navidad era tener que soportar las prisas de mi padre por decorar la casa, en medio del salón dos enormes cajas repletas de adornos, bolas brillantes y guirnaldas de mil colores esperaban ansiosas ser desempolvadas y colocadas por toda la casa, también había que poner los árboles y el belén, vale, en el fondo es verdad que me gustaba mucho decorar la casa, sobretodo poner los arbolillos de navidad y el belén de lo malo también me gustaba.

A medida que las horas pasaban la casa iba tomando ese ambiente festivo lleno de colores, luces parpadeantes y motivos navideños, mientras tanto mi madre iba haciendo una lista de comidas y cenas para las fiestas. 

- ¿Carla, te apetece que ponga ensalada para cenar el día veinticuatro? Pregunto mi madre desde la cocina. - Me parece bien, podemos poner algo de embutido también, así no sera una cena demasiado ligera ni demasiado pesada. Respondí yo paseándome por el pasillo con varias guirnaldas colgadas al cuello. 

Sobre la hora de cenar mi padre empezaba a bajar al sótano las cajas vacías, por fin la casa estaba completamente decorada, poco después cenábamos juntos comentando que hacer durante las vacaciones, no eramos una familia muy festiva que digamos, pero de vez en cuando hacíamos planes como ir a visitar los grandes belenes de la ciudad o por el contrario salir de viaje a visitar a la familia, pero este año habíamos decidido quedarnos en la ciudad.



A la mañana siguiente me desperté muy temprano, el cuarto seguía a oscuras y me sentía realmente extraña e  incomoda, supongo que en parte era por la costumbre de levantarme a las siete de la mañana para ir al colegio, aun no me hacia a la idea de los quince días de vacaciones en los que levantarme pronto era una tontería absoluta, así que me quede rezongando bajo la manta y boca abajo hasta que de nuevo el sueño me invadió, pero poco después sentí como la cortina se corría y empezaba a entrar algo de luz por la ventana.
Regruñí un par de veces escondiendo la cabeza bajo la almohada acusando a mi madre de malvada, cruel y perversa, hasta que me di cuenta que en mi habitación nunca se cerraba la cortina.
Me levante con tanta brusquedad que aterrice de bruces contra un gélido suelo de piedra, entonces abrí los ojos de par en par y chille como una histérica al ver que alguien desconocido estaba en mi cuarto, pero no, no estaba en mi cuarto, solo que aun no me llegaba suficiente sangre al cerebro para reaccionar ante lo que estaba pasando.

Unos ojos granates me miraban divertidos desde una esquina del cuarto, fue entonces cuando reaccione y comprendí que no estaba en mi cuarto sino en el bajo astral y Farkon se estaba riendo a carcajadas silenciosas de mi brusco despertar, no se si me sentí avergonzada o indignada, pero no pude evitar echarme a llorar y patalear al verme en tal postura, temblando sobre un suelo helado con un demonio que se burlaba y reía de mi sin ningún miramiento. - ¡¿Se puede saber que demonios te hace tanta gracia?! Pregunte con enfado golpeando el suelo con el talón y arrugando la cara. - Oh, muchos demonios me hacen gracia, pero tu no lo eres y también me haces mucha gracia. Respondió con sorna y sarcasmo acercándose a mi para ayudarme a levantarme, pero yo le rechace de un manotazo y mientras me sacudía un corto y algo ajustado camisón que no sabia de donde había salido, le ladre con mas enfado que antes. - ¡¡Vete al infierno!! Inmediatamente salte sobre la cama y me elabore un fuerte de almohadas y cojines. - Por si no te has dado cuenta aun, vivo en el infierno. Y no entiendo porque estas tan susceptible, solo me reí de esa manera que tuviste de despertarte. Intentaba calmarme pero aquello iba a ser muy difícil, llevaba tanto tiempo sin saber de ellos que el encontrarme repentinamente allí en mitad de mis vacaciones había sido la gota que colmaba mi vaso.

- Eres un insensible y un idiota, no he sabido nada de vosotros por meses y me arrastráis ahora que son las vacaciones. ¡Os odio! Me sentía tan frustrada en ese momento que no podía pensar en nada mas que en quejarme y llamarle de todo, e incluso tenia ganas de pegarle pero sabia que esa opción estaba descartada desde hacia mucho. - Y además, no entiendo porque llevo esta ropa tan horrible y absurda, ni se como he llegado aquí.

- Deberías respirar y relajarte, iré a por una infusión y vino, aprovecha que no estoy para verte y cámbiate de ropa y después pregúntame todo lo que no entiendas e intentare ayudarte. Farkon desapareció tras la puerta mientras yo resoplaba espatarrada en la cama al borde de un ataque de nervios.