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miércoles, 31 de diciembre de 2014

Preparándonos para salvar la navidad (Especial de Navidad, Parte 2)

- Yo, yo, te matare un día de estos. Acerté a decir antes de caerme de culo al suelo completamente noqueada.

- ¿Y porque sabes tú de esas cosas? Increpo Nacho con una mirada despiadada hacia Chris. – Porque soy un cazador. Respondió el con toda la calma del mundo. – Eso no existe. Ladro Nacho sujetado por Jal e Isi. – Ya claro, los míos también dicen que los iluminados no existen y mira tú por dónde, yo salgo con una. Que seamos discretos como los tuyos no implica que no existamos.
- ¿Y tú lo sabías y no nos habías dicho nada? Esta vez los ladridos iban hacia mí. Alce la cabeza y resople mientras entre cerraba los ojos. – ¿Habrías reaccionado de otra manera si te lo hubiera contado? Crees que solo tú eres importante ¿para qué te iba a llevar la contraria?

- Lo mejor es que descansemos y mañana hablemos del tema. Compre unos tapones para los oídos, por favor, tengamos la noche en paz. Dijo Shasha levantándome del suelo y dándome aquellos graciosos tapones amarillos. – Tu también Nacho, dejemos a fiesta en paz, mañana descansados arreglaremos todo esto.

Fue bastante complicado dormir lo que resto de la noche, de hecho se escuchaban susurros por toda la casa, cada uno en su respectivo lugar para descansar cuchicheaba con su compañero. Los únicos que no hablamos demasiado fuimos Chris y yo, suficiente teníamos con mirarnos y asesinarnos con la mirada. - ¿Por qué te metiste en nuestro asunto? Pregunte finalmente. El demonio se carcajeo de mí. – ¿Vais a pedirles ayuda de verdad? Cuando lo dijiste esta mañana ya me costó contenerme la risa pero ahora, de boca de ese estúpido me era imposible seguir aguantando la risa. No van a ayudaros tu misma lo has dicho.
Le estampe un golpe con la almohada mientras gruñía. – Tú cállate, ya veremos qué pasa mañana, y ahora, tengamos la noche en paz. Me metí en la cama y le patee intentando ocupar la mayor parte de la cama para mí aunque él tuviera que quedarse pegado contra la pared.

A la mañana siguiente las cosas no habían cambiado, la cara de mal humor de Nacho había contagiado al resto, yo simplemente me prepare mi desayuno y me senté en el sofá junto a Shasha a la que codee y pregunte simplemente con un movimiento de cabeza. – No hace otra cosa que no sea quejarse. Me respondió en un susurro con una pequeña risita que me contagio. Nacho era así, prepotente y creído, pero habíamos aprendido a aguantarlo.

A medio día todos nos encaminamos a la iglesia, incluido Chris el cual tenía la peor cara del mundo, tenía unas grandes ojeras y parecía cansado. – El se queda fuera. Menciono Nacho de mala gana.
- Me parece perfecto así nos avisa si viene alguien, yo me quedare en esta puerta por si se despista. Respondí señalando la puerta de la iglesia. – Yo me quedare en la de allí. Respondió Isi. Isi conocía bastante bien aquella iglesia, había actuado en el coro y bueno era un chico algo religioso debido a los ideales de sus padres.
En cuanto todos estuvimos en nuestras posiciones Nacho comenzó a hablar en un idioma que ninguno habíamos escuchado antes, yo permanecí en la puerta de espaldas a ella, esperando mientras mi mente por momentos se quedaba en blanco. Shasha, Jal y Angie paseaban entre los bancos mirándose entre ellos con desconcierto, al igual que yo parecían sentirse un poco desubicados. 

Pero de pronto la puerta donde Isi se encontraba se abrió de un golpe y un anciano quedo tendido en el suelo arrastrado por Chris.
- ¿Pero qué has hecho? Pregunto Isi inclinándose sobre el anciano. – Cállate. Intente entretenerlo pero estaba obcecado con entrar y tuve que noquearlo. Cerró la puerta tras ellos con llave y lanzo el manojo de llaves hacia mí. – Tú, cierra esa puerta. Y tú, sigue con tu cantico, no tenemos mucho tiempo. Dijo finalmente a Nacho que miraba con los ojos como platos. Al cabo de diez minutos todos nos rendimos, Shasha me hacia señales para que abriera la puerta y salir corriendo, así que eso hice. – Largaros todos, yo me quedare con el cura, no tenemos que levantar sospechas.

Cuando todos se fueron, abrí la puerta del fondo y deje tiradas las llaves junto al cura, me incline sobre él y con cuidado lo zarandee para despertarlo. – Padre, padre. ¿Se encuentra bien? El hombre abrió los ojos llevándose la mano a la cabeza, estaba desconcertado y algo mareado. - ¿Pero que le ha pasado? Pregunte ayudándole a incorporarse en el suelo.
- Un hombre me ataco ¿Y mis llaves, donde están mis llaves? Me hice la despistada y señale las llaves que anteriormente había tirado al suelo. - ¿Son estas? El hombre se llevo las llaves al pecho en un largo suspiro. - ¿Has visto al hombre que me ataco?
Empezaba a sentir que estaba siendo acorralada pero vi algo que me encamino a mi plan de huida. – Lo siento, no. Vine a encender unas velas y lo vi aquí tendido en el suelo, me asuste por si le había dado un ataque o un bajón de tensión.

Tras una breve charla con el cura conseguí salir de allí. Camine lentamente, el maldito cura se había acordado de las velas, adiós a mis últimas monedas sueltas.
Pero al menos había librado la situación, cuando perdí de vista al cura corrí en dirección a mi casa. 

Allí estaban todos frente al portal, a punto de tirarse de los pelos unos con otros. - ¡Ya basta! Por esta vez nos hemos librado. Y ahora subid todos, vamos a terminar con esto de una santa vez. Ladre a todos los cuales no dudaron un segundo en correr en estampida escaleras arriba, salvo Chris que se quedo esperándome. – Y a ti, me estas mermando la paciencia a base de bien, casi nos la lías. Pero Chris no contesto, supuse que me daba la razón, pero en cierto modo si no hubiera sido por el habríamos estado en un problema mucho mayor.

Ya en casa los nervios estaban a flor de piel, no había gritos, pero las miradas hablaban por si solas. – Si él no la hubiera cagado… Dijo Nacho con desprecio.
- No le culpes a él. Admítelo, sabias que no iban a aparecer. Carla ya lo dijo y razón no le falto, tus planes no han servido de nada. Increpo Shasha.
- Además, de no ser por el seguro que nos habríamos metido en un lio bien gordo. Imagínate que hubiera entrado el cura y te hubiera visto con esos canticos raros. Hablo esta vez Jal, el único que no solía hablar pero sin duda era el más coherente. Nacho miro a Angie buscando algún apoyo en ella pero no le sirvió de nada. – Lo siento Nacho, pero creo que tienen razón, nos ha salvado de un buen lio.

- Vale, entonces ¿cuál es tu plan ahora Carla? Nacho me pregunto a mí y yo le mire incrédula y ojiplatica.
- Ah, ahora cuentas conmigo, vaya gracias. Está claro, que en este plano somos todos un atajo de inútiles sin poder. Por lo tanto propongo que nos sumerjamos en un viaje astral y nos proyectemos en el plano astral paralelo al nuestro. Y utilizando uno de tus trucos usaremos círculos de poder. Nacho se quedo boquiabierto, yo sabía que había sido esa la manera en que había destruido al mensajero de la oscuridad, a Yurka. Estos demonios no eran nada comparados con el mensajero, por lo tanto sería muy fácil acabar con ellos. – Y dado que tus eres quien sabe dibujar los círculos te encargaras de ello, mientras tanto yo preparare la casa con velas e incienso para que esta noche nos sea más fácil acceder al plano astral. Dije sacando de un cajón una bolsa de tela llena de tizas. – Ya sabes que hacer.
- Bien, lo haremos como tú quieras. Pero el no vendrá. De nuevo la discusión se hizo. Shasha y Jal dijeron que si debía venir, al rato Angie e Isi dijeron que ellos también querían ir. – Estáis mal de la cabeza, no tenéis magia no podéis venir. Grito Nacho como un desesperado. – El circulo sirve de protección, mientras ellos se queden dentro estarán bien y podrán avisarnos si ven alguna hiena. Respondí yo intentando bajar los humos de la pelea.
- Pero ellos no están preparados. Lo mejor es que vaya solo. Sentencio Nacho ante las miradas desaprobatorias de todos.
- Ni lo sueñes. Aquí estamos todos metidos en  el pastel, iremos todos, el incluido. Angie señalo a Chris, por primera vez Angie se atrevía a participar en la conversación, lo cual era raro, porque siempre tendía a ser la agnóstica.


Finalmente el plan resulto el que yo había propuesto. Nacho, Shasha y Jal fueron al parque, donde por primera vez se usaron los círculos de poder. Mientras tanto Angie e Isi me ayudaron a elegir los inciensos que más calma provocaran en nosotros para poder proyectarnos a la primera. Y Chris, bueno el simplemente se quedo observando desde lejos, sin decir ni hacer nada, aunque para que mentir, era lo que mejor se le daba en ese momento. No incordiar.

miércoles, 17 de diciembre de 2014

Las siniestras risas de la navidad (Especial de Navidad, Parte 1)

Debería haber sido una noche perfecta, mágica, pero no en el sentido que acostumbro a utilizar esa palabra, la fantástica noche de navidad comenzó como una cualquiera, aunque aspiraba a ser mucho mas, mis padres estaba fuera pasando las vacaciones con unos familiares y yo en su lugar había decidido quedarme a celebrarlo con mis amigos.

Todo parecía ir bien, hasta que a mitad de la noche cuando todos descansábamos plácidamente unas risas siniestras nos despertaron. Mis amigos pensaban que era un móvil pero cuando comprobamos que todos los móviles estaban en silencio algo nos hizo presagiar lo peor. Quizás era algún tipo de broma malintencionada por algún grupillo de rebeldes anti navideños, de esos que hay por desgracia en todas las ciudades.
Pero no fue así, al salir al balcón, nuestras expectativas navideñas se fueron a pique.


- Malditos niñatos. Gruño entre dientes Shasha envuelta en una espesa manta.
- Ojala fueran niñatos, no me preocuparía tanto de ser así. Dije casi de manera inconsciente apretando el cuello de mi bata de felpa. Todos clavaron su mirada en mí y justo después miraron a Nacho el cual  también se había quedado boquiabierto mirándome con las cejas enarcadas.
- Tiene razón, no son humanos, son demonios. Confirmo él con un aire desganado y cierto mal humor. Nacho llevaba una temporada en que no deseaba saber nada de demonios ni magia. Por esa razón en parte habíamos decidido pasar la noche buena en mi casa para celebrar de una manera cien por cien humana las navidades.
- Son hienas. Míralos, a penas grupos de tres o cuatro, allí en el parque puedo ver otro par de grupitos. Dije señalando la zona más alejada de mi bloque de pisos. Mire a los demás y agarrando los hombros de Shasha y Jal sonreí. – Dejemos que otros se encarguen y volvamos a nuestro sueño, mañana será otro día. Nacho. Le mire buscando una aprobación a mi propuesta. - ¿Te parece bien que hagamos eso? El se encogió de hombros. – Supongo, pero… qué demonios y nunca mejor dicho, es lo más inteligente que has podido pensar.

A la mañana siguiente Shasha fue la primera en despertarme, parecía contenta, la muy cotilla se había asomado a la ventana y había visto que ya no estaban los demonios hiena, pobre ilusa, aun no le entraba en la cabeza que los demonios solo podían rondar el plano físico en la nocturnidad. Aun así no iba a mencionar nada al respecto.
Eran las siete y poco cuando los demás se levantaron, parecían descansados y dispuestos a olvidar lo acontecido en la noche anterior. Pero alguien llamo a la puerta, yo no esperaba visita y algo dentro de mí me hizo palpitar nerviosamente. Corrí a abrir la puerta perseguida por Nacho. - ¿Esperabas a alguien? Negué rotundamente a esa pregunta y me asome a la mirilla, lo que me faltaba por ver. – Es un viejo amigo, vosotros id desayunando. Agarre las llaves y salí del piso cerrando la puerta con prisas tras de mí.

Y allí estaba él, justo la persona a la que menos deseaba ver en aquel instante, Chris, disfrazado como no del mismo doctor que me atendió cuando entre en coma. - ¿se puede saber qué diablos haces aquí? Pregunte enfadada al sonriente rostro de Chris.
- Obviamente sabes porque estoy aquí. Sé que tus padres no están, me avisaron antes de irse para que me pasara de vez en cuando a vigilar que no hicieras alguna trastada. Aunque no he venido solo por eso. ¿Y bien?
- ¿Te refieres a esas hienas que rondaron anoche riéndose? Hemos decidido ignorar su presencia. Conteste arrastrándolo a las escaleras, alejándonos de la mirilla donde seguramente ya estuvieran los demás cotilleando.
- Vaya, vaya, así que te has traído a tus amigos. ¿Quién están? Pregunto sentándose en un escalón. Suspire y me senté a su lado. – Aqua, Eolos y la sacerdotisa. Y algunos humanos de los que aun no hemos podido despertar ningún don. Isi y Angie. Pero eso en verdad a ti no te interesa ni lo más mínimo.
- ¿Y vais a dejar que las hienas campeen a sus anchas? Volvió a preguntar. – Así es, mientras no haya ningún tipo de ataque vamos a mantenernos al margen, que sean los dioses los que se ocupen, no somos sus esclavos para andar limpiando sus acciones.
- De acuerdo. Lo respeto, pero si pasara algo me gustaría que me dejaras un mensaje. No obstante y no voy a aceptar un no por respuesta, esta noche me quedare con vosotros y si te niegas me veré obligado a llamar a tus padres y no querrás que les estropee sus vacaciones ¿no? Aunque también estropearía las tuyas y eso si que te molestaría mucho.
Bufe y apreté los puños, ese maldito demonio siempre metiendo las narices donde no le llaman, y por si fuera poco con todo el jaleo ahora tenía que improvisar como iba a presentar a los demás a mi supuesto medico, el cual ahora parecía ser un intimo amigo de la familia.
Navidades de lujo… - En fin, que remedio. Nos veremos a la noche y bueno ya que estas podrías traer algo para la cena. Me levante rápidamente del escalón sin darle tiempo a reaccionar pero no fue así como sucedió, estaba ya con la mano en el pomo de la puerta cuando Chris me agarro del hombro y sin ton ni son, me planto un beso en los morros. - ¿Pero de qué vas? Pregunté apartándole de un manotazo. Chris se rio de mi y luego me dejo atrapada contra la puerta poniendo su gran manaza en la mirilla. – Se me olvido decirte, que ahora tú y yo somos novios. Y si no lo crees deberías hablar con tus padres, así que lo dicho preciosa, esta noche nos vemos. Sonrió con malicia e inmediatamente bajo las escaleras despareciendo de mi vista. Al abrir la puerta allí encontré a los cotillas de turno, en cola de uno esperaban dispuestos a interrogarme.

- No tengo ganas de declarar nada ahora. Regruñí atravesando el pasillo como buenamente me dejaban ellos que tras de mi insistían en preguntar, quien era él, que relación teníamos y como ¿Por qué no les había contado nada? – Maldita sea, dejadme en paz. Ya os lo explicare, solo que aun no sé ni cómo hacerlo.

El resto del día fue calmado, paseamos un rato por la tarde y aprovechamos para hacer alguna que otra compra, finalmente les conté que mi “amigo” iba a quedarse esta noche en casa y que aquello no era por placer y gusto mío, sino decisión de mis padres. Cada vez era más difícil explicarles nada, quizás se lo dejaría de encargo a Chris ya que pretendía estropear mis navidades yo le estropearía la cena.
Poco antes de la caída del sol volvimos a casa, mas nos valía adelantarnos a la noche antes de que aquellas hienas volvieran a la carga. Al subir al piso encontramos a Chris esperándonos, con una botella de vino y una bolsa llena de comida. Mientras los demás organizaban la mesa y colocaban platos y vasos, Chris y yo nos atrincheramos en la cocina para preparar la cena.
- Y bien, ¿habéis cambiado de idea? Comento él mientras descorchaba el vino y servía dos copas.
- No, las cosas siguen igual y así se van a quedar. Y por cierto, tú te vas a encargar de contarles nuestra historia, de cómo nos conocimos y como es que somos novios y bueno, ya sabes, todo ese rollo que no va conmigo.

Aunque la cena resulto ser más elegante de lo que hubiéramos pensado no fue una agradable cena, Nacho mataba con la mirada a Chris constantemente, sin embargo los demás Jal, Isi, Shasha y Angie parecían estar encantados con su presencia y la historia de cómo nos conocimos. Que si el hospital, que si amor a primera vista.  Hasta para mi resultaba demasiado y si seguía forzando la sonrisa acabaría con la mandíbula desencajada.

Y por fin tras la comilona y la sobremesa y un par de copas de vino mas, risas nerviosas y juegos que acabaron siendo un caos todos fuimos a dormir, nos asomamos por última vez al balcón, todo estaba realmente tranquilo y fue inevitable que suspiráramos aliviados.
Pero nos confiamos demasiado, sobre las cuatro de la madrugada de nuevo las risas resonaron en el barrio. – No puede ser cierto. Dije desde la cama, algo impedía que me levantara y al encender la luz contemple con asombro que Chris se había quedado completamente dormido con su brazo sobre mi estomago.  – Eh, tú, despierta. Las hienas han aparecido otra vez. Dije zarandeándolo. – Y a mí que me cuentas, ¿no habías dicho que lo dejaríais en manos de los de arriba? Cállate y vuelve a dormir, este cuerpo humano necesita descansar. Gruño haciendo fuerza con el brazo. – Estooo, te mentí, en verdad no teníamos nada pensado, no esperábamos que volvieran.

Chris se levanto fulminándome con la mirada justo al tiempo en que la puerta de mi cuarto se abría y cuatro cabezas se asomaban tímidamente. – Sentimos despertaros, pero necesitamos hablar con Carla. Chris se dio la media vuelta y lanzo un ahogado gruñido contra la almohada. Y un leve susurro que entendí a la primera. – Maldita niña.

- ¿Que hacemos ahora? Pregunto Shasha con cara de preocupación. Yo me encogí de hombros y negué con la cabeza sin saber muy bien que responder.
- Mañana iremos a la iglesia y contactaremos con los dioses. Dijo Nacho con calma haciendo que todos nos giráramos y lo miráramos extrañados.
- No creo que eso sirva de mucho, ya sabemos que ellos no son muy colaboradores. Respondí yo torciendo el gesto. – Pues dime, ¿tienes algún plan mejor?
En ese momento Chris apareció por la puerta. – Yo sí. Matarlos. Así de sencillo.

Mi mandíbula se desencajo completamente, a Chris se le había ido por completo la cabeza, ahora Nacho sabría lo que era y… oh dios mío, no podía pensar en nada, me había quedado en blanco o catatónica perdida, no creo que hubiera ningún lugar en el mundo donde esconderme.

sábado, 22 de noviembre de 2014

El día del baile... ese maldito día

Cuando me desperté esperaba hacerlo en mi cuarto, mi casa, mi cama y entre mis peluches. Pero no fue así, las varias mantas de pieles suaves aun cubrían mi cuerpo.
Por suerte el dolor producido en el golpe de la noche anterior ya no estaba y me permitía moverme en la cama sin dolor.
Abrí los ojos y palpe la cama, recordando que estaba en el cuarto de Chris y que muy posiblemente el hubiera dormido a mi lado toda la noche, pero no era así, estaba yo sola disfrutando de esa amplia cama. Me estire e hice la croqueta sobre la cama mientras bostezaba largamente hasta que una prenda de un intenso y llamativo rojo capto mi atención, arrastrándome aun por la cama disfrutando del tacto suave de las mantas de piel me acerque hasta aquella prenda.

Era un vestido largo, de esos de gala que a veces vemos en las entregas de un importante premio de cine, a simple vista era un vestido sencillo, no tenia adornos aunque la tela era muy brillante, solo tenía un leve fallo para mi gusto, en uno de los laterales de la larga falda había una abertura, posiblemente me llegaría hasta mitad del muslo. ¿De verdad debía ponerme eso? Llamaría la atención aunque no quisiera, y qué decir de los elegantes zapatos negros que esperaban a los pies de la cama, de tacón de aguja y altísimos. Pero en verdad lo que más me llamaba la atención era que el vestido fuera tan moderno y tan poco medieval. Seguro que era un truco para hacer que todos los invitados clavaran sus miradas ante mí. Me iba a usar como un simple divertimento para esa fiesta endemoniada.

La puerta sonó y envuelta en una de las mantas pregunte. Era Rubin que había venido a buscarme, maldije por lo bajo y luego suspire acariciando la manta. - Me acabo de despertar, ¿a qué viene tanta prisa? Pregunte aun tirada boca abajo en la cama mirando de reojo el vestido y disfrutando del suave tacto de la manta. Rubin entro con cara de pocos amigos, ni si quiera se paró a mirarme y corrió la oscura cortina que cubría el amplio ventana. - Porque ya es de noche, en media hora comienza el baile y tú sigues ahí rezongando como si no fuera contigo el asunto.

Me levante de la cama aprontando la manta sobre mi pecho. - Y es que no es mi asunto, yo no quería jugar a esta mierda de baile y me obligáis, no soy un mono de feria que pueda exhibirse por hacer la gracia. Le escupí con rabia. - ¿Pero de que mono de feria hablas? Su cara se mostraba bastante des configurada, parecía no entender a que venía mi rabia. Señale la prenda roja y gruñí. - ¿No soy bastante vistosa por ser una guardiana que debo disfrazarme?

- Yo no tenía ni idea de esto. Mi tarea era venir a buscarte y se tu acompañante en la fiesta. Parecía sincero, incluso demasiado sincero. - Venga haz de tripas corazón y vístete, no voy a mirar. Dijo dándose la vuelta. En ese momento me fije en su atuendo, no era algo muy medieval, más bien diría que era como un traje elegante barroco, con unas botas altas de piel marrón, unos pantalones que bien podrían haber sido bombachos de aviador y lo que parecía como una chaqueta abrigada con lana de borrego. Y como no una camisa holgada muy blanca y curiosamente limpia. Me vestí lo mas rápido que pude y me calce aquellos zapatos negros. - De solo verme así ya me estoy avergonzando.
Rubin se giro y embobado y boquiabierto se quedo mirándome fijamente de arriba a abajo. - Pues... no te ves para nada mal... Realmente parecía sorprendido de lo que veía, incluso me arriesgaría a decir que pude vislumbrar una sonrisa en sus labios. Me coloque el colgante misterioso dejándolo caer sobre mi pecho, no pegaba para nada con el estilo de aquel vestido pero algo me decía que debía llevarlo cerca, también me puse la gargantilla de brillantes que reposaba sobre la mesa, demasiado elegante para mi gusto, pensé, pero no me quedaba otra. - ¿Mejor? Pregunte a un embobado Rubin que se había quedado petrificado ante mí. Asintió boquiabierto y tras ello sacudió la cabeza repentinamente. - No con esos pelos. Me arrastro a una de las sillas y hundiendo sus dedos en mi pelo por arte de magia deshizo todas mis trenzas, ahora con el pelo terriblemente rizado hizo un coqueto pero discreto recogido en moño dejando que algunos de esos divertidos mechones rizados cayeran por voluntad propia. - Ahora. Venga, vamos antes de que Chris se ponga como una furia. Y si, las furias existen, antes de que lo preguntes.

Lo que era el comedor ahora parecía un amplio salón de baile, las discretas lámparas que colgaban del techo ahora eran inmensas obras de vidrio que brillaban con la luz de las velas. Un hombre de edad más bien vieja pronunciaba los nombres de los invitados y sus parejas. - Rubin hijo de Christhopher y La Guardiana de la noche. Dijo el hombre. Gruñí y refunfuñe. - Oye tú, tengo un nombre, me llamo Cyliam. El hombre empalideció y carraspeando volvió a presentarnos. Rubin hijo de Christhopher y Cyliam. La Guardiana de la noche. Sonreí satisfecha e hice una pequeña reverencia al asustado hombre. Todas las miradas se habían vuelto hacia mí, hacia nosotros, y el bullicio había desaparecido para convertirse en continuos cuchicheos.
¿Si no hubiera increpado a aquel hombre quizás no me sentiría tan observada?

Rubin se carcajeo invitándome a cogerme de su brazo, me sentía tan estúpida en aquel momento que pensaba salir corriendo cuando menos lo esperasen, pero por primera vez también sentí que Rubin no estaba allí solo para torturarme con los caprichos del padre sino para procurar seguridad en mí.

Caminamos por el salón, sin tener que saludar a nadie, por lo visto Rubin no era una persona tan importante y muchos de los que parecían querer acercarse a mi huían al ver al demonio que me acompañaba. A lo lejos vi a Chris, vestía de colores claros, beige, dorado y blanco, parecía el traje de un príncipe muy rico e iba a acompañado de otro hombre de su misma edad que vestía aun más pijo que el anterior. - ¿Quien es el hombre que esta junto a tu padre? Pregunte. - Es nuestro rey. Su Majestad el Rey del Este. Ya sabes estamos divididos y eso y tenemos cuatro reyes y bueno, que te voy a contar yo que no hayas leído en la biblioteca. Y así era, todo eso lo sabía de sobra, pero en ninguno de los libros ponía el nombre. - ¿Y cómo se llama? Volví a preguntar. Rubin me miro y se encogió de hombros. - No lo sé, solo unos pocos lo conocen por su nombre, quizás, mi padre lo sepa.

Y entonces la música comenzó a sonar. Rubin fue rápido en agarrarme de la cintura para llevarme al centro del salón, aunque yo arrastraba los pies y reculaba como podía fue imposible. - Baila. Ordeno apretándome contra el sin dejarme una vía de escape. - Sonríe, baila y trágate todo ese maldito orgullo. Mi cabeza se desconecto y tan solo fui capaz de buscar una salida, Observe a Chris, una de las puertas, la puerta de la balconada, las escaleras que subían al segundo piso...

La música ceso y cuando Rubin se acerco a besarme en la mejilla no pude evitar abofetearlo. - Te odio. Dije alejándome de él en dirección a las escaleras. Y allí apareció como Farkon cortándome el paso...

martes, 4 de noviembre de 2014

Danza entre las aguas, un tremendo golpe bajo

Y yo quejándome de mi aburrida vida de humana. Eso es lo que yo pensaba, pero de haber sabido que acabaría involucrada en mitad de un baile no me hubiera quejado tanto.
Ni sabia bailar ni pretendía aprender a bailar y mucho menos si se trataba de danzas antiguas de esas que narran los libros de historias con vestidos pomposos y lujosos.

- No te preocupes, Rubin se encargara de enseñarte a bailar. Tendrás tiempo de sobra, el baile es pasado mañana, así que vas a tener toda la noche de hoy y el día de mañana para aprender a bailar. Dijo Chris con toda la calma del mundo.
- Te recuerdo que fue lo que sucedió la última vez que me quede más tiempo del necesario aquí ¿no? Respondí cruzándome de brazos asesinándolo lentamente con la mirada.
- Eso no es problema, lo tenemos todo planeado, mañana tus padres recibirán una llamada, un vale de dos días en un lujoso hotel con todo pagado, eso les mantendrá ocupados y tu cuerpo podrá dormir plácidamente mientras asistes al baile. No creo que sea necesario que te diga que este baile es muy importante para nosotros y que hemos anunciado tu presencia en el mismo. Lo organizaremos en este mismo castillo y habrá muchos e importantísimos invitados.

Más tarde cuando todos los demás se habían ido y nos habíamos quedado solos Rubin y yo no nos dirigimos mucho la palabra, permanecimos sentados mirando al suelo. - Ni tú me gustas ni yo te gusto y tampoco me agrada ser tu tutor de baile, pero no me queda otra, así que si te parece bien acabemos con esto cuanto antes.
Rubin y yo no nos habíamos llevado bien desde el principio, para mí, el era un estirado prepotente, claro que su hermano no era mucho mejor que él, si me mandaran elegir entre uno u otro seguramente hubiera elegido a Rubin porque a pesar de llevarnos a matar al menos el nunca se había pasado de la raya conmigo.
Aprender a bailar con Rubin fue, como decirlo, un caos total. Le pise mil veces, otras tantas le golpee por accidente o directamente el me decía que girara a la izquierda y yo iba en dirección contraria.
- Realmente eres malísima en esto de bailar. Dijo sin ninguna delicadeza el demonio. 
Yo lo mire de refilón y me encogí de hombros. - Eso ya lo avise antes de que me metierais en este embolado. 

Para no seguir discutiendo ambos decidimos que era hora de tomarnos un descanso, y merecido lo teníamos ambos, seguramente los pies de Rubin lo agradecieran y los míos en parte igual pues sentía como las plantas de mis pies ardían. No lo dude ni un segundo y fui directamente al gigantesco baño que había al lado de mi dormitorio. 
La paz no duro todo lo que yo esperaba pues Chris apareció por sorpresa y se metió en el agua de un salto haciendo que mi descanso se cortara por completo acompañado de un chillido y una patada en el agua que empapo el rostro de Chris. -¿Alguna vez te han dicho que significa llamar a la puerta? Grite a la vez que golpeaba el agua con los puños en un ataque, llámalo berrinche infantil.
- Que susceptible estas hoy mujer, yo que solo venia a darme un baño y a hacerte compañía y me das la bienvenida con gritos y berrinches. Respondió el con calma y una sonrisa acercándose a mi lentamente hasta que mi pie asomo por el agua plantándose en su cara. - ¿Se puede saber qué es lo que quieres? Pregunte sin apartar el pie de su cara. El no se inmuto y en seguida comenzó a masajearme el pie para después seguir con suaves besos que subieron hasta mi rodilla. En ese momento no se si estaba muerta de miedo, de vergüenza o muerta de lo relajante que eran las caricias de diablo sobre mi pierna. Tiro con fuerza de la pierna haciendo que me hundiera bajo el agua con un ahogado chillido que resonó como simples burbujas bajo el agua, me alzo rápidamente del agua aupándome por las axilas, en ese momento en el que el agua ya no cubría mis vergonzosas y femeninas partes fue cuando los gritos se convirtieron en bofetadas y patadas.

Aquel baño se convirtió de un momento a otro en un terreno de lucha, el esquivaba mis golpes y yo chapoteaba como un pato mareado en dirección a su cara para que perdiera la concentración y así por fin vengarme de él. Cuando conseguir atacarlo por la espalda el diablo salió con pasos firmes del agua llevándome colgada de su espalda. - Una monita desnuda en mi espalda, si esto no es una declaración de intenciones ya me dirás tú que es. Dijo entre risas mientras yo le mordía la espalda y le tiraba del pelo y justo cuando iba a bajarme de su espalda para golpearle por última vez, la tragedia se hizo, me resbale con el agua sobre la piedra y caí de culo sobre el suelo lanzando un grito de verdadero dolor. Lloriqueando y aquejándome de un golpe tan doloroso me tendí sobre la piedra acurrucándome entre mis lágrimas. - ¿Estás bien niña? Pregunto mientras me tapaba con una toalla como buenamente mis quejas le dejaban. - No, imbécil, me he roto algo ¿o piensas que lloro del placer que me produce un golpe en la rabadilla? Sois todos iguales, unos cerdos sin corazón, entre tú y Farkon solo os diferencian la edad, os aprovecháis de mí sin pudor y para colmo me pedís favores. El dolor se convirtió por un momento en enfado, dolida y molesta solo era capaz de proferir gritos de odio mientras mis ojos se llenaban de lagrima ante el ardor del golpe, seguro que alguna vez os ha pasado, en esos días de invierno en los que el suelo congelado se convierte en una trampa mortal para los traseros de los viandantes.

Chris me levanto del suelo completamente envuelta en una larga y suave toalla blanca como la nieve. - Eh, no he intentado aprovecharme de ti, solo jugaba contigo, quería verte reír, pero tú te has puesto hecha una fiera intentando pegarme, e incluso me has mordido y tirado del pelo. Suspiro y me llevo en brazos hasta su propio dormitorio dejándome caer con delicadeza sobre su cama. - Ahora, sin embargo por haber insinuado que iba a provecharme de ti, lo pienso hacer.
Intente levantarme corriendo de la cama pero el dolor era tan aguado que nada más ponerme en pie me fui de cabeza al suelo, pero Chris no dejo que me golpeara, de nuevo me tendió sobre la cama, me chisto y amenazo con atarme como volviera a hacer una estupidez así. - Eres tonta, no voy a hacerte nada, solo quiero ver si el golpe es solo un golpe o algo peor. Me quede acurrucada de lado, temblando, no de miedo, sino de vergüenza, ahora iba a verme el trasero y fijo que lo acariciaría y yo estaba muerta de vergüenza, temblando. Las expertas manos del diablo levantaron suavemente la toalla y pronto sus dedos fueron palpando la zona del golpe. - No ha sido más que un mal golpe, no tienes nada roto, pero tienes unas cuerdas vocales dignas de admirar. Iré a por hielo, te calmara el dolor, tu quédate aquí descansando y tapate antes de que te resfríes. Dejo a mi lado una camisola con chorreras y mangas largas de color beige, aquello debía ser algo así como un camisón, algo anticuado claro.
Me vestí como buenamente pude, el dolor cada vez parecía ser más intenso y decidí esconderme bajo las mantas que Chris tenia sobre su cama. Supongo que el volvió mas tarde, pero para entonces yo me había quedado completa y profundamente dormir acurrucada bajo una maraña de mantas de piel. Y en parte me alegró haberme quedado dormida, suficiente vergüenza había pasado ya en aquel baño, desnuda y desprotegida, al menos mis sueños me mantendrían ausente durante unas horas.


- Algún día, niña, algún día, te rendirás a mis encantos. Me pareció escuchar susurros en mis sueños de una voz lujuriosa pero dulce a la vez, quizás el dolor no me dejaba pensar ni en mis propios sueños. O quizás, muy en el fondo buscaba aquella atención por parte de Chris, tal vez no era él el único que pensaba estar enamorado y de alguna manera yo también lo estaba pero quería negarme a formar parte de una vida amorosa con un demonio.

jueves, 16 de octubre de 2014

Va a haber un baile

Pasaron días, semanas e incluso meses, me enfrasque en los estudios y aun así mis notas no se elevaban, seguía siendo el mismo desastre para los estudios y sobre todo para las matemáticas.

Cada viernes por la tarde una soporífera clase de matemáticas remataba la semana, una interminable hora que siempre acababa en examen, un examen en el que daba tiempo a cualquier cosa menos a contestar a esos complejos problemas de ecuaciones.
Solía pasarme esa hora al completo mirando por la ventana mientras mis compañeros de clase sudaban para contestar las preguntas, otras veces me dedicaba a dibujar, bueno, antes de hacer estas dos cosas siempre intentaba contestar a alguno de los problemas y muy de vez en cuando aparecían problemas que eran sencillos de resolver, pero siempre a la semana siguiente cuando nos daban los resultados, siempre la nota no llegaba al cinco, se quedaba raspado otras veces un cero coma cinco me sacaba una sonrisa y muy pocas veces ver un cinco en la nota del examen me dejaba con cara de imbécil, incrédula de haber obtenido aquella nota.

En cuanto a los fines de semana... aquello sí que era un autentico desastre, magia, demonios y dioses habían quedado al margen de las conversaciones entre amigos, ahora simplemente nos reuníamos en casa de Nacho para ver una película, hablar de novios, novias, chicos y chicas y para jugar en la vídeo consola de su hermano.

Ser humana es insufrible y vivir una vida así de aburrida incluso más.
Pero aquel fin de semana en el que la primavera estaba al caer decidí que no seguiría con esa vida tan aburrida, si iba a ver una película y quedarme en una casa seria en la mía, no me apetecía salir de mi casa para encerrarme en otra diferente. Y eso hice me quede en mi cómoda cama mirando las manchas del techo como si nada fuera conmigo.

- ¿No vas a salir con tus amigos hoy? Pregunto mi madre asomada en mi puerta. - No, hoy no. Me quedare a descansar este fin de semana tranquilamente. No era un plan típico en mis fines de semana y seguramente sería el más aburrido de mi vida, pero actualmente mis amigos también resultaban aburridos.
Fue una tarde noche algo larga, tuve tiempo de sobra para terminar los deberes impuestos e incluso para adelantar algún que otro trabajo escolar, tiempo de sobra para leer algún libro de mi pila de pendientes, ver una película de esas que casi hacen que entres en coma de lo malas que son, incluso recoger mi dormitorio. Para cuando quise darme cuenta el reloj marcaba ya las doce de la noche, pues si que había tenido tiempo para aburrirme y sobretodo sin saber como había conseguido hacer muchísimas cosas.
Me puse el pijama y encendí la radio, la luz azul de la pantalla iluminaba tétricamente la habitación, puse mi disco de música favorito, música zen, relajante, y me introduje lentamente en mi cama con un largo suspiro.

Los sonidos armoniosos, las voces delicadas me mecían como una madre mece al bebe en sus brazos, poco a poco y abrazada por aquella melodía fui adormilándome, no tarde mucho en acomodarme dentro de la cama abrazada a mi peluche favorito y tapada hasta la nariz con mi edredón, como no y aunque me tapara casi hasta las orejas siempre dejaba una de mis piernas desnuda fuera del edredón, a mi padre eso le desquiciaba y cuando entraba a mi cuarto a darme el beso de buenas noches no dudaba un segundo en meterme la pierna bajo el edredón, aunque eso no duraba mucho pues cuando cerraba la puerta de nuevo como si tuviera un resorte la pierna se quedaba colgando sobre el colchón al fresco nocturno.
Poco a poco fui sintiendo como mi cuerpo se sentía más liviano y mi mente dejaba de reaccionar a los estímulos externos, estaba quedándome completa y profundamente dormida.

O eso creía yo, algo en mi hizo que botara sobre la cama, asustada abrí los ojos para encontrarme con una cálida sonrisa y unos largos cabellos negros reposando sobre mis mejillas. - ¿Yurban?
- Bienvenida a casa de nuevo. Contesto jovialmente mientras me destapaba. - ¿Pero qué hago yo aquí? Justo estaba quedándome dormida y de golpe algo me hizo saltar y ahora... Quizás aun estaba dormida y esto era un sueño.
- Ese salto o caída que has sentido ha sucedido porque tu cuerpo astral acaba de proyectarse hasta aquí. A veces pareces nueva. Dijo tras una risotada burlona la joven diablesa. - Teníamos ganas de volver a verte y saber de ti, así que hemos insistido he insistido hasta que padre no ha podido hacer otra cosa que atraerte. ¡Vamos a tener un baile! Yurban parecía estar demasiado emocionada y yo seguía aun conmocionada por la situación. Ni quise preguntar a que baile se refería, de hecho ya era bastante extraño ver emocionada a Yurban y mas verla emocionada por un baile. - Vamos, vístete y baja al salón te explicaremos detalladamente sobre el baile. Va a ser espectacular.

Espectacular iba a ser sin duda, sobretodo porque a mí eso de bailar pues como que no es que se me diera demasiado bien, cuando una es un pato mareado da igual como lo mires, que siempre va a ser  un desastre, podría presumir de muchas cosas, pero de coordinación motriz no.

Y allí estaban los cuatros sentados cómodamente en sus sillones y sofás, Rubin saludo con la cabeza, Farkon creo que intento esbozar una sonrisa que resulto ser algo muy macabro y Yurban os podéis imaginar, saltaba sobre su asiento mientras aplaudía emocionada y sonreía como una niña. Chris fue el único que se levanto como un caballero y me tendió la mano para luego besarme la mía ante mi cara de espanto. Si, olvidaba que aquí se quedaron estancados en esa dichosa edad media.
- ¿Estas preparada para nuestro baile? Pregunto Chris mientras me acompañaba hasta el sofá. - Pues no, no sé bailar y no sé qué tipo de bailes acostumbráis a tener aquí.
- Tranquila, te explicaremos todo al detalle y te enseñaremos a bailar como si lo hubieras hecho toda tu vida.

Y voy yo y me lo creo, pensé mientras me dejaba caer sobre el sofá. 

lunes, 29 de septiembre de 2014

Se parecía a una cena romántica

Mis padres habían cedido ante la propuesta del doctor.

El día transcurrió calmado, pulule por casa, del sofá a la cama, de la cama al sofá varias veces, hojee varios libros, escuche música, adelante deberes e incluso me puse a dibujar.
También me di dos grandes siestas y luego un largo y relajante baño cálido con sales minerales con aroma a eucalipto.
Adoro ese tipo de baños en los que enciendes tu mp3 y de fondo escuchas una suave y relajante música mientras el eucalipto de las sales de baño va inundando tus fosas nasales, y luego comienzas a ver como las yemas de tus dedos se convierten en garbanzos a remojo.

- Carla, no te duermas en la bañera, tienes que secarte el pelo y prepararte o harás esperar al doctor.

Adiós calma, gracias mama por sacarme de ese nirvana al que había conseguido llegar.

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- Pensé que ibas a llevarme a un restaurante, no a una cadena de comida basura. Gruñí mientras a lo lejos se divisaba el gran cartel rojo de la pizzería.
- No te quejes, al menos te saque de casa ¿no era eso lo que me pediste? Contesto él con una sonrisa burlona de ganador.
- De verdad, que pocos detalles tienes conmigo. Me mostré molesta e indignada, estaba claro que sus planes si eran sacarme de casa, pero no iba a darme el capricho de disfrutar de unas cuantas horas de cena animada en un restaurante.

Nos sentamos en una mesa apartada del resto y esperamos a que vinieran a tomar nota. La joven que vino era algo más mayor que yo, seguramente con los dieciocho recién cumplidos, de pelo negro y mirada turbia, sin duda no disfrutaba de su trabajo.

Chris fue quien encargo la cena, dos pizzas medianas, dos refrescos y dos helados para el postre.
- ¿Le traigo los helados cuando traigamos las pizzas o prefieren ir a la barra y pedirlos cuando estén terminado? Pregunto la chica mientras mascaba un chicle que por el color debía llevar mascándolo al menos tres días.
- Yo iré a buscarlos. No se preocupe. Respondió Chris con una amplia sonrisa que hizo a la muchacha estremecerse y salir casi corriendo.

- Esto es romanticismo y lo demás son tonterías. Gruñí por lo bajo acomodando mis brazos y la cabeza sobre la mesa con cara de pocos amigos. - Si tan poco te gusta, pido que nos lo pongan para llevar y te llevo de nuevo a tu casa. Me contesto chulesco con la barbilla apoyada sobre sus dedos índices. - No, deja, pero... esperaba otra cosa después de lo que me dijiste al rescatarme.

Había intentado olvidar que se me había declarado, pero al verle con un cuerpo físico cuidándome fue imposible evitarlo, necesitaba saber si en verdad lo dijo porque eran sus sentimientos o solo intentaba jugar conmigo.
Alcé la cabeza y le mire fijamente, se había quedado congelado, inmóvil e incluso mas pálido de lo normal. Los labios le temblaban y parecía balbucear intentando responderme algo.
Sentía que había metido la pata hasta el fondo en mi último comentario, pero verle tan inocente y acobardado en ese momento me daba que pensar. ¿De verdad dijo lo que dijo porque el realmente me quiere?
Ambos nos quedamos dentro de un silencio incomodo, mirándonos fijamente sin saber cómo reaccionar el uno ante el otro.

- Aquí esta su pedido. Ui, perdón si interrumpí. Que aproveche.

Volvimos en sí de golpe al ver las humeantes pizzas sobre la mesa. Aun sin saber que decir cada uno empezamos a comer de nuestra pizza y beber de nuestro refresco. Fue sin duda la peor cena de la historia, cuanto menos cómico, dos personas comiendo en silencio sin apenas levantar las narices de sus platos, aquello era humillante. De vez en cuando alzábamos la mirada para ver que hacia el otro e incluso en un par de ocasiones nuestras miradas se cruzaron haciendo que como idiotas volviéramos a bajar la cabeza.

- Oh venga ya, esto es ridículo. Dije yo soltando mi trozo de pizza, Chris me miro alzando una ceja como si le extrañara que yo tuviera esas reacciones. - Si tan mal te parece que te diga lo que te he dicho no deberías haberme soltado eso de que estabas enamorándote de mí. O bien me estabas mintiendo para que confiara en ti o no sé que se te paso por la cabeza.
Chris tan solo se encogió de hombros mientras seguía comiendo y bebiendo. - Preferiría no hablar de ello, al menos por ahora, no me está siendo fácil hacerme pasar por uno de vosotros. Tengo demasiadas cosas en la cabeza para pensar en lo que te dije, pero te diré solo una cosa, no era una mentira ni tampoco trate de ganarme tu confianza, sino, no habría accedido a traerte a cenar y te habrías quedado en tu casa gruñendo y protestando.

De nuevo el silencio nos invadió y cuando terminamos de comer y pagar ya en la calle Chris me pregunto si me apetecía ir a tomar aquel café que me había prometido.
- Prefiero ir a casa, no tengo ánimos para cafés ni para nada.
De camino a casa a penas hablamos, la pizzería no estaba demasiado lejos de mi casa a unos veinte minutos andando quizás, solo en los últimos metros antes de llegar a casa Chris se digno a hablarme.

- Creo que ya puedes recuperarte por ti sola y yo debería volver... ya sabes... a mi lugar. Además, creo que no te agrada tenerme pululando por aquí. Me pare en seco y me gire para verle. - Ah, en cuanto al tema del colegio, no creo que haya problemas en que vayas, simplemente procura no agotarte y si no te encuentras bien solo vuelve a tu casa y ya está. No te molestare en una temporada, todo esto ha sido culpa mía, eres humana y necesitas una vida como tal, sin demonios ni problemas y creo que ambos debemos reflexionar, creo que es lo mejor.

Me encogí de hombros aun mirándole, supongo que tenía razón en parte de lo que decía y quizás yo no estaba tan preparada como ellos pensaban para esta situación, tenía que pensar, tomarme las cosas con más calma.
Le sonreí y le abrace dándole un suave beso en la mejilla. - En el fondo no eres tan malo, pero muy terco, supongo que ambos hemos pecado de terquedad. Aun así no se si quiero tener una vida tranquila y calmada como dices, no van a dejar de perseguirnos y lo sabes, tarde o temprano tendremos que asumir nuestras responsabilidades, pero aceptare un tiempo de calma para meditar las cosas y quizás en un par de semanas me sienta con fuerzas para volver a entrenar.

El asintió, parecía satisfecho con la decisión que ambos habíamos tomado y ya en la puerta de casa solo quedo la despedida, un abrazo y un hasta luego, yo sabía tan bien como el que mañana ya no se pasaría por casa como mi doctor para cuidarme.

Y así fue, pocos días después las clases comenzaron de nuevo, y aunque no lo pareciera, estaba terriblemente asustada por enfrentarme a la vida monótona y aburrida de los estudios y los humanos.

domingo, 7 de septiembre de 2014

Una vida normal que no esperaba tener

Un día normal, tras otro y tras muchos más acabarían volviendo loca a cualquiera que hubiera visto la mitad de las locuras por las que yo había pasado.

Las navidades llegaban a su fin, no sé si debería alegrarme por ello, pero en los últimos días me he visto vigilada y perseguida por mis padres, se han vuelto demasiado protectores conmigo.
Y eso si no contamos con las constantes visitas del médico, un tal Christian, venga ya, al menos podría haber elegido un nombre que se parecía menos, pero que puedo hacer yo.

Mientras mis padres se veían embaucados por las palabras del doctor para ir a pasear o a cenar juntos, el se ha quedado en mi casa como uno más, y si eso no fuera suficientemente molesto no me ha dejado ver a mis amigos, ni mucho menos hablar con ellos por teléfono.

- Ya te lo he repetido mil veces, eres humana, tu cuerpo esta débil después de la experiencia que has pasado, debes descansar, tanto física como mentalmente. ¿De qué me sirve una guardiana que no es capaz de estar quince minutos de pie? Y alégrate que tus padres aun están creyendo mis palabras y están dentro de lo que cabe relajados gracias a mis visitas y mis cuidados.

- Chris, me agobias, me agobias tu y luego ellos al volver. Así no hay manera de descansar, no me dejáis salir a pasear, ni hablar con mis amigos, si abro una ventana mi madre viene corriendo a cerrarla por si me enfrió. Así no puedo recuperarme, necesito que me dé el aire.

Y así todos los días, día tras día, las mismas peleas. Me sentía un ser incomprendido, nada iba a atacarme en este plano físico y ahora mismo estaba demasiado cansada como para ponerme a buscar más enemigos.

- Al menos ¿Dejaras que pueda asistir a las clases? Pregunte mientras me acurrucaba sobre uno de los sofás del salón. En la tele solo había películas navideñas, de esas por las que te cortarías las venas con tal de no verlas.
- Me lo estoy pensando, no sé si estas aun preparada para ello. Pero si tanto necesitas salir a que te del aire, puedo llevarte a tomar un café. Mis ojos brillaron por un momento, me levante de golpe del sofá y quede de rodillas sobre el mismo. - ¿Lo dices de verdad? ¿Me llevarías a tomar un café fuera de mi casa, a un bar o una cafetería? Me había emocionado, quizás demasiado. El se reía jovial, hasta parecía agradarle verme en aquella situación, pero no porque fuera una tortura para mí, sino porque le divertía ver a una humana comportarse como tal. - Primero debo hablar con tus padres y si ellos confían en mi y dan su consentimiento lo hare de buen gusto, pero ya sabes que no puedo pasar demasiado tiempo bajo la luz del sol. Creo que podría llevarte a cenar a una pizzería si eso y luego un café en un bar y a casa. Así podrás estar tranquila sin que nada se atreva a acercarse a nosotros.

Me quede sentada meditando la propuesta, preferiría un café de tarde, pero ir a cenar y luego tomar un café, eso iba a significar que pasaría mas de media hora alejada de los histerismos de mis padres. Me puse a calcular mentalmente cuanto podrían tardar en atendernos en una pizzería más el tiempo que necesitáramos para comer. Si, aquello podría valer.

- Me parece una idea perfecta. Tengo muchas ganas de salir a pasear tranquilamente.
- Bien, entonces se lo comentare a tus padres y si dicen que si, mañana ya tenemos planes. Pero no olvides que estas bajo mis cuidados, solo cenaremos y tomaremos café, no vas a convencerme de nada más.
Le mire mal, arrugando la nariz. - Aquí no soy guardiana, soy una chica normal, de quince años, que no vive las noches de fiesta y tampoco bebe. Cuando soy la guardiana es muy diferente. No me taches.

- Mis disculpas mi lady, a veces olvido que ahora trato con Carla. Contesto con una reverencia y un beso en la mano. - Y ahora jovencita, creo que es hora de que vuelvas a descansar, en un rato te subiré la cena, creo que tu madre te preparo sopa y pescado.

jueves, 10 de julio de 2014

El colgante misterioso

En lo mas profundo de mis terrores nocturnos comúnmente conocido como pesadillas, una oscuridad infinita me rodeaba.
Tenia demasiadas cosas en la cabeza para poder pensar en una sola y quizás por esa cantidad de información en mi mente no conseguía tener miedo de la oscuridad que me rodeaba.

Suspire largamente y mire a mi al rededor intentando buscar algún punto de luz o a alguien que me explicara porque estaba en aquella pesadilla. Entonces una duda llego a mi, si existía Morfeo un dios protector de los sueños de los humanos ¿existiría un némesis demonio creador de pesadillas? Seguramente si.

El silencio era inmenso y cada vez me sentía mas agobiada y perdida, comencé a planear por aquel lugar temerosa de chocarme contra alguna clase de muro invisible, aun era incapaz de ver nada y tampoco servía de mucho crear pequeñas llamas que alumbraran mi camino. ¿Sabéis que dicen que los agujeros negros son capaces de absorber hasta la luz? Pues así es como me sentía, dentro de un gran agujero negro.

Durante un buen rato continué planeando, pero no encontré nada, ninguna luz por la que fiarme, ninguna voz que me guiara, ni ningún muro que parara mi viaje.
Descendí una gran altura hasta llegar a posar mis pies sobre fría piedra negra, me agache y acaricie la piedra, era húmeda y algo pringosa, parecía estar cubierta por algún tipo de musgo bastante repugnante.
Deje los ascos de lado y me puse a caminar lentamente, al cabo de un largo paseo comencé a ver una pequeña estrella titilar en lo alto de alguna clase de edificio quizás, no sabría decir bien, quizás solo flotaba allí arriba.

Salte e intente coger esa estrella y entonces miles de luces comenzaron a rodearme y logre comprender que las luces no eran luces sino diminutas hadas, de miles de colores, rosas, amarillas, verdes, purpuras y azules. Eran miles y todas comenzaron a bailar a mi alrededor. Cantaban estridentes melodías, tuve que ponerme las manos sobre las orejas pues aquellos chillidos me estaban enloqueciendo, pero era inevitable ver el baile que tantas pequeñas hadas luminosas nos mostraban.

Poco a poco se fueron aproximando mas y mas a mi, sentía como se agarraban a la piel de mi pecho, otras tantas rodeaban mi cuello formando algo así como un collar de miles de luces.
Y entonces aquellas hadas comenzaron a  ser de un tacto duro y frió, estaban todas apegadas a mi como si quisieran ser un adorno para mi y es que así acabo mi sueño.

Me levante sobresaltada apartando las sabanas sobre mi torpemente, quede sentada sobre la cama aun mi cabeza estaba ida, yo resoplaba intentando calmarme hasta que me lleve la mano al pecho y allí estaba. Un colgante algo grande de vivos colores, pronto la habitación se ilumino al completo al sacar el colgante de debajo de mi camisa. Lo alce y lo observe anonadada por tanto color, pero algo interrumpió esa maravillosa obra, aun permanecida en el castillo. Tenia que salir corriendo a escondidas hasta la biblioteca para saber que diablos era ese colgante y si solo yo lo había recibido en un sueño tan pesado significaba que los demonios no deberían saberlo.
Salí todo lo sigilosa que pude, pero al llegar al gran salón encontré que ninguno de los otros demonios se había retirado a sus respectivos cuartos, me quede blanca, helada y de piedra cuando Chris se giro hacia mi.

- Deberías estar ya en tu plano ¿Que haces aun en este lugar? Pregunto tranquilo acercándose a mi lentamente. - Estas temblando niña ¿Que sucedió que te lleno de terror?
Yo le mire con la boca abierta sin saber como responder a su pregunta, comencé a tartamudear y a moverme nerviosa hasta que el me envolvió entre sus brazos para calmarme.
- Tuve un mal sueño, yo, yo quería ir a la biblioteca. Me asuste mucho, quiero leer en la biblioteca hasta que me relaje y luego prometo irme de verdad. Balbucee entre algún que otro llanto, esperaba que nadie se fijara que solo actuaba para poder escapar pronto e ir a la biblioteca lo mas rápido posible.
- Anda, ve. Pero procura no tardar.

Salí con pasos rápidos directa a la biblioteca, ni quise girarme para ver de que hablaban de mi. Cuando llegue a la biblioteca cerré tras de mi y gire la llave a la espera que nadie se acercara a interrumpirme. Espere unos segundos con la cabeza apoyada sobre la madera por si alguien me hubiera seguido hasta la biblioteca, con la espiración aun entrecortada y tras comprobar que mi paranoia persecutoria empezaba a ser mas grave de lo normal me deje caer sobre el suelo.

Observe el colgante acercándolo casi hasta mi nariz. - Esto... hablar con una biblioteca es muy extraño, aunque no se porque me sorprendo después de todas las locuras que he visto ya. Biblioteca, me gustaría ver libros en los que se hablen de colgantes y adornos femeninos con fines mágicos, en particular si habla de colgantes con forma de péndulo mejor aun.
No tardaron en sobrevolar libros, finos, gruesos, con olor a humedad o por el contrario bien cuidados. En muchos de ellos no encontré ninguna información importante, casi todos los objetos solían ser hechizados como protectores o canaliza dores de energía y muy pocos de los dibujos que mostraban los libros se acerca a mi nuevo colgante.

Pero finalmente conseguí encontrar algo, decidí que debía llevarme ese libro para poder leerlo con mas detenimiento y le pedí de buenas maneras a la biblioteca que me dejara llevármelo. Cuando lo conseguí escondí el libro bajo mi ropa y volví con pasos calmados hasta mi cuarto ante la penetrante mirada de los demonios que permanecían hablando de sus cosas en aquel salón.

- Ya es hora de volver a tu casa. Te acompañare y esperare que duermas. Dijo Cris levantándose de su cómodo sillón. - No hace falta que me acompañes, ya estoy tranquila, mi sueño solo fue una tontería, fui un poco paranoica tan solo, además estoy realmente cansada, seguramente si me acompañas hablaremos y me desvelare aun mas. Respondí con total calma, necesitaba tiempo para poder esconder el libro y el colgante en un lugar seguro, y eso hice, poco después, el agotamiento por fin pudo conmigo.

martes, 6 de mayo de 2014

La luz al final del túnel

Aún escuchaba los susurros de mi madre y Yurban. Parecían ser las únicas personas que en ese momento se encontraban a mi lado, pero mientras tanto, Chris había emprendido un viaje para ayudarme a despertar. Seguía dándole vueltas a lo ultimo que había escuchado, intentando unir las piezas de aquel puzle.


Mientras la guardiana hacia sus cabalas, Chris había viajado hasta el plano de los sueños, aquel palacio de cristal le helaba cualquier sentimiento que pudiera albergar, camino lento pero seguro, al fondo descansaba el viejo dios, parecía una gélida estatua de piedra, pero su aura dorada comenzó a brillar, el palacio entero tembló y una voz grave y profunda se alzo retumbando en las colosales columnas de cristal.

- ¿Como osas poner una de tus asquerosas pezuñas en un lugar tan puro como este? Sabes que no eres bien recibido aquí. Morfeo, el dios que guardaba los sueños de los humanos se alzo de su trono señalando acusatoriamente a Chris.
- Es urgente e importante, vengo por la chica. El dios arqueo una ceja y alzo la barbilla mirándolo con desprecio. - Me refiero a la guardiana, Cyliam.
- ¿Y que te hace pensar que ella se posicionara de tu lado? No eres mas que una basura. Era una voz imponente y señorial.
- ¿Y que te hace pensar que no lo ha hecho ya? ¿Hace cuanto no puedes guardar sus sueños? Socarrón y prepotente sonrió. Morfeo grito histérico y unas pesadas cadenas aparecieron de golpe apresando a Chris. - Sabes que tus cadenas no pueden hacer nada contra mi.
- ¿Estas seguro de eso? Malakai. ¿Como habéis burlado mi guardia en la mente de la joven?
- Veo que conoces mi nombre. No la hemos burlado, sabes que no tenemos poder para interferir en el subconsciente de ningún humano, ella sola te ha cerrado la puerta en las narices. Llevamos tiempo junto a ella o ella junto a nosotros. Una silla apareció a su lado y Chris se sentó con elegancia cruzando las piernas y posando las pesadas cadenas sobre sus rodillas como si fuera una acción de lo mas normal para el.
- ¿Que le has hecho a la pobre criatura? El tono del dios descendió, casi sonó como una preocupación.
- Yo nada, nunca le haría nada malo a no ser que ella se lo ganara. La culpa es de vuestra sacerdotisa, tiene el ego demasiado crecido y ha permitido que sus guardianes vaguen sin rumbo y sin educación. Por eso acogimos a la guardiana para enseñarla, sobretodo para que aprendiera a defenderse. Así de simple. Contesto con una media sonrisa sin perder la compostura en ningún momento.
- Entonces... ¿Los rumores son verdad? Alzo la mirada directamente a los ojos de Chris y se quedo mirándolo durante unos segundos antes de volver a pronunciarse. - Habéis creado en verdad grupos para mantener el equilibrio en contra de lo que mis compañeros dioses han dejado de hacer.

- Así es. Era vuestro trabajo y solo tu y Lilith intentáis manteneros en vuestros puestos, no dejáis que el poder os corrompa, pero el resto si y lo sabes. Y hasta la guardiana lo sabe de la propia boca de su sacerdotisa.
- ¿Y de que manera podría yo ayudarte si ella me ha cerrado la puerta? Hizo un gesto con las manos y las cadenas cayeron al suelo cristalino con gran estruendo.
- Esta en coma, estaba entrenándola y creo que ambos nos emocionamos, tanto su cuerpo astral como el físico están en coma. Ahora esta desprotegida, puedes abrir una puerta directa a sus sueños. Se hizo el silencio y Chris se levanto acercándose lentamente hasta Morfeo se arrodillo frente a el. - Permiteme pasar a sus sueños y despertarla.
- ¿Sabe en verdad lo que eres?  Chris agacho la cabeza y negó. - Eres un maldito bastardo y un mentiroso. Ella va a descubrirlo y ¿que harás entonces?
Chris suspiro, de nuevo agacho la cabeza, negó y se encogió de hombros. - Cuando llegue el momento lo veré. Pero tiene un potencial increíble, no puedo dejar que se pierda en el limbo. ¡Mira como me ha dejado la cara!
- Si, si, no pensaba preguntarte pero ya veo que mi idea hacia ti era equivocada, no obstante, no te perderé de vista. Si algo le pasa tu seras el siguiente.

Tras el trono una cortina azul translucida se abrió mostrando un espejo de agua de colores, purpura, verde, rosado, anaranjada, todos bellos colores pastel que giraban en una perfecta armonía. - Esa es la puerta a los sueños iras directamente a ella. Camina recto y ni se te ocurra tomar otro camino mas que el recto.


Seguía lloriqueando sola, en mi jaula de cristal, las voces se habían calmado, pero el tacto, las manos de Yurban y las lagrimas sobre mis manos. Demasiados sentimientos de golpe.
Y allí de nuevo un rostro dibujado, el de Chris. Me alce veloz contra el cristal golpeándome contra el llorosa.
- Cyliam, debes dejarme pasar.
- ¿En que me has mentido? Escuche lo que Farkon dijo. Dime la verdad, lo que sea o no te dejare pasar.
- Esta bien, pero cálmate y siéntate. Ambos nos sentamos, recostados contra el cristal para mirarnos cara a cara. - Cyliam, mi pequeña niña. Te engañe y te hice creer que era algo que no era para que confiaras en mi.
- Ya lo se, eres un maldito demonio, y un mentiroso. Me tape la cara con las manos y rompí a llorar amargamente. De nuevo las voces se alteraban, pitidos del hospital, doctores asustados, gritos de mi madre, gritos de Yurban.
- Escúchame, quería que te sintieras protegida. No supe lo que había pasado con Farkon hasta que llegue al castillo, quería que al menos me vieras como un amigo que podría ayudarte, no como el padre de quien te maltrato.
- ¿De verdad piensas que voy a creerme tu paternal cuento? Dije golpeando el cristal invisible.
- Eso es verdad, todo lo que te conté era verdad, a excepción que no soy un dios, soy un demonio, antiguo y poderoso, pero, si hubiera querido matarte, ¿No crees que lo habría hecho esta tarde en nuestro combate? y ademas ¿porque estaría aquí si no quisiera realmente ayudarte y salvarte?

Aquella frase fue lógica aplastante que me golpeo con fuerza. Me levante del suelo y me seque las lagrimas intentando esbozar una sonrisa. Necesitaba ser abrazada en ese momento por alguien, de nuevo me lance hacia el cristal el cual esta vez cedió y caí a los brazos de Chris que me abrazo con fuerza y acaricio mi cabello.

- Shhh, ya paso mi niña, se acabaron las mentiras, te prometo que no dejare que te pase nada malo mientras estés a mi lado. Venga mírame y deja de llorar, quiero ver como sonríes. Su mano acaricio con dulzura mi mentón levantando mi rostro hacia el, ahora comprendía aquellos ojos negros, eran los ojos de un demonio, pero esta vez no me asustaron, brillaban como una joya y el sonreía amablemente. Yo también sonreí y cuando iba a darle las gracias se abalanzo sobre mi, besándome con una pasión y una dulzura que nunca antes habría podido pensar que existiera. En ese momento quería separarme y gritarle, pero me transmitió tanta paz que pensé que era un momento que debía permitirle y permitirme. - Venga ahora tenemos que despertar a tu cuerpo astral para que regreses a tu cuerpo físico.

- ¿Y que haré si me preguntan? Mire espantada.
- Diles la verdad. No sabes que es lo que ha pasado. Realmente no sabemos porque ha pasado esto, actúa con naturalidad y disfruta. No nos veremos en unos días. Debemos dejar a tus padres que se relajen después del susto, O quizás si, mientras duermas puedo atraerte si quieres, podrías venir a mi fiesta de fin de año y bailar conmigo. Pero ya lo hablaremos. Pero antes de que despiertes debo contarte otra verdad.

Se hizo un silencio incomodo entre ambos, yo me aleje de el y lo mire con desconfianza y algo de miedo, ¿que mentiras mas me había contado u ocultado? El impidió que me alejara demasiado de el agarrándome con suavidad de las muñecas, se inclino mirándome fijamente a los ojos. - Cyliam, nunca podría hacer nada que te dañara porque en verdad creo que me he enamorado de ti y creo que tu también sientes algo parecido por mi aunque ahora se que desconfiaras de mi por mis mentiras, pero espero que me des una ultima oportunidad para demostrarte que de verdad no pretendo hacerte ningún mal....

Y así, como si nada, desperté sobresaltada golpeándome con la frente de Yurban. La cual se lanzo sobre mi llorando y abrazándome como si fuera una mascota. Tenia demasiada información sobre mi cabeza para responder racionalmente a la cercanía de Yurban, pero por alguna extraña razón ella consigo calmar mis nervios. - Pensé que te íbamos a perder para siempre. Dijo secándose las lagrimas. Yo sonreí tímidamente y negué con la cabeza. - Mala hierba nunca muere solemos decir los humanos. Respondí abrazándola con fuerza.

Al poco Chris se asomo por la puerta, me mando callar con un dedo y yo simplemente me quede mirándole esperando que podría decirme.
- Niña deberías dormirte ya. Voy a mandarte de nuevo a tu lugar, tu familia esta preocupada, intentare estar cerca de ti en los próximos días, los médicos humanos no dejaran que te vayas a tu casa tan fácilmente pero intentare que sea breve la estancia en aquel hospital.
Yo asentí, por lo visto Chris habría podido pasar de incógnito por el hospital donde mi cuerpo aun permanecía comatoso pero estable y se había infiltrado entre los médicos que se encargaban de mi. Yurban salio rápidamente de la habitación y yo no tarde mucho en caer dormida, pero aquel sueño se truncaba duro y pesado y los sueños se entrelazaban con las palabras de Chris taladrando mi cabeza, así fue como comenzó una terrible pesadilla que por desgracia parecía querer retrasar mi llegada al plano físico.

miércoles, 23 de abril de 2014

Un túnel a través de los sueños

Las voces lejanas me envolvían, a veces se volvían llantos y gritos, desprendían furia y desesperación, rabia y angustia.
Pero solo era capaz de poder escucharlo, no veía, no hablaba, me sentía tan estúpida e inútil...

Tras la pelea con Chris había caído en un profundo coma y al no poder regresar mi astral hasta mi físico, mi cuerpo había caído también en el coma.
Fue en la mañana del 25 de Diciembre cuando mis padres descubrieron que su hija estaba en coma. Llamaron a la ambulancia y me llevaron hasta el hospital, donde escuchaba a los médicos hablar de pruebas y pruebas, pero al final nadie daba con una respuesta.

- Me temo señora, que no podemos determinar la causa de que su hija este en coma. Nos gustaría que se quedara aquí en observación, ya se que estas fechas son especiales para la familia, nosotros les alojaremos al lado de la niña, tenemos una habitación libre con tres camas donde podrán pasar la noches a su lado.

Los llantos de mi madre me provocaban una angustia indescriptible.

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Y mientras tanto mi otro yo, mi cuerpo astral convulsionaba y lloraba sin lograr despertarse de su sueño. Los sentimientos suele pronunciarse mas en un cuerpo astral. La temperatura subía como la espuma y podía sentir como paños helados caían sobre mi frente y mi pecho.

- Tranquila Cyl, conseguiremos que despiertes. Te lo prometo.
El suave y largo cabello de Yurban bañaba mi brazos y algunas de sus lagrimas caían por mi cuerpo desnudo. No sabría decir si en aquella habitación había alguien mas, seguramente Rubin y Farkon observaran tan tierna escena desde la puerta, preocupados por mi, sorprendidos por la reacción de su hermana.

O quizás, Farkon estaba aprovechando para deleitarse con mi desnudez.

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- Carla cariño, se fuerte. Mi madre apretaba mi mano con fuerza y la besaba.

Es difícil explicar, pero por momentos mis dos yo parecían unirse y mostrar los sentimientos de una a otra. La calma que Yurban provocaba en Cyliam hacia que Carla se mantuviera tranquila. Pero la angustia de escuchar a mi madre llorar, hacia que me entrara ansiedad de no poder despertarme, me provocaba ganas de llorar y pataleas lo que se fundía dentro de mi yo Astral haciendo que Cyliam convulsionara y gimiera agónicamente.

Dos cuerpos con un mismo sentimiento. Despertar y calmar a los allegados, amigos y familiares.

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¿Aun sigue inconsciente? Era la voz de Chris. Note como se sentaba en la cama, al lado contrario de Yurban. - No, esta en coma, padre. Temo por su vida, pero por su vida física. Alguien debería subir, seguramente sus padres ya sepan lo que ha pasado. Padre, debes hacerlo. Búscala, solo así podremos despertarla desde ambos planos sin que muera

- Esta bien, lo haré. Cuídala y vigila a los chicos.

Chris iba a cruzar hasta mi propio plano solo para salvarme ¿Pero como lo haría? ¿Como iba a encontrarme si ni yo sabia en que hospital estaba?

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Me sentía como en una jaula de cristal, capaz de visualizar a unos y otros sin llegar a verlos con mis propios ojos, un tumulto de voces, de doctores, familia, demonios...
Era estresante, ambos cuerpos astral y físico reaccionaban de mala manera ante el estrés, uno convulsionaba agitado entre llantos y gritos horrorosos, el otro por el contrario mostraba en la pantalla palpitaciones por encima de lo normal.
El miedo se apoderaba de mi, de mis dos yo. Cuando llegaba al éxtasis del terror ambos cuerpos resoplaban como si de golpe llegara la calma.

Y de pronto a través de mi jaula de cristal un rostro se dibujo, era translucido a la vez que hermosos, difícil distinguir donde terminaba el rostro y donde empezaba el caos que me atormentaba, pero por alguna razón logre saber de quien se trataba, rodeado de un halo blanco el rostro de Chris se iba haciendo mas nítido.
Me lance contra ese cristal invisible limite de mi locura, sus ojos rodaban y sus muecas de pena pesaban sobre mi.

- Tranquila. Eso fue lo único que logre escuchar de sus labios. Intente aporrear el cristal pero el sonido era sordo, aquel rostro no parecía moverse. ¿Estaba al borde de la muerte y mi mente estaba traicionándome? - Cálmate, respira. ¿Porque palabras sueltas, porque no frases? Pero algo en mi interior hizo que por fin dejara de sufrir.

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Aplausos y gritos de jubilo. - Le bajo la temperatura. Sollozaba Yurban. - Se ha estabilizado, su corazón late normal. Decía una doctora ante los llantos amargos de mi madre.

- Iré a ver a Morfeo. Sentencio la voz de Chris.
- Descubrirá la verdad entonces. Aquella voz parecía ser la de Farkon, pero, ¿descubrir el que?
- Deberías callarte. Aquella agresividad en Chris no me pareció normal. Algo debía ir mal, aunque en ese momento no supe que era.

martes, 11 de marzo de 2014

Lucha bajo la luna llena

Las campanadas avisaron de la hora acordada, mire a todas partes pero no vi ningún reloj, eso me entristeció un poco, a menudo solía quedarme embobada mirando relojes antiguos, era como una de mis debilidades.

Me levante del sillón donde me había quedado traspuesta, me desperece y estire.
Al cruzar la puerta que daba al patio casi me caigo del susto, todo estaba oscuro y arriba del todo una enorme y blanca luna llena iluminaba el patio, también algunos fuegos fatuos danzaban por el lugar iluminando y creando juegos de sombras.
Y allí estaba el, el divino dios, con unos pantalones negros y una camiseta blanca, esperándome.

- ¿Llego tarde? Pregunte curiosa mirando la gran luna llena.
- No, pero me pareció que era el mejor panorama para una buena pelea.
- ¿Lo dices por el romanticismo de la luna? Pregunte sarcásticamente. - Pero no entiendo el porque no hay ninguna estrella.
- Eso forma parte de las normas de nuestra pelea, veras cada vez que tu aciertes a darme un golpe se iluminada una estrella de plata, si acierto a golpearte yo a ti sera una estrella de oro.
- Entendido, supongo que hay mas normas, ¿no? Quiero saberlas todas, y luego quiero que hablemos del premio que tendrá el ganador. Esta vez me sentía con fuerzas para poderlo todo, y mi premio iba a estaba como el as bajo mi manga.

- Sencillo, combate cuerpo a cuerpo, sin armas ni magia. Sobre los premios, ¿que deseáis, niña, conseguir si ganáis?

- Mi libertad, quiero que me dejéis volver a mi plano, no se cuanto tiempo llevo aquí ni como transcurre el tiempo en los diferentes planos, así que deseo volver a mi casa. Conteste algo temblorosa, sabia que debía ganar, necesitaba volver a mi casa con mi familia.
- Vale, concedido, pero si gano yo, tu te quedaras aquí, hasta que yo lo crea conveniente y dejaras de seguir pidiendo volver a casa, esperaras pacientemente y yo mismo seré quien te guié para volver a tu casa.


Así pues, marcadas las normas Yurban, Rubin y Farkon se acercaron para ser testigos y jueces en el combate.

Yo fui la primera en dar el primer paso, pero no el primer golpe, el lo esquivo hábilmente, pero volví a atacar hacia el lado contrario lanzando un puñetazo que a penas llego a rozarle, pero con eso valía, la primera estrella de plata ya brillaba en el cielo.
Sonreí maliciosamente y volví al ataque, debía confundirlo antes de atacar, pero el inmóvil observaba atentamente mis movimientos y notado nada en lanzar su primer golpe, al que le siguieron varios mas, uno detrás de otro.

Ahora estaba tirada de espaldas en el suelo con Chris sobre mi inmovilizandome por las muñecas, me revolví y le aseste un cabezazo en la nariz, aquel golpe fue aplaudido por los hijos de Chris y eso me subió el animo, estando Chris tirado en el suelo volví a rematarlo, pero el fue mas rápido, me atrapo por la espalda retorciéndome el brazo contra la espalda y jactándose de mis aullidos de dolor, yo respondí, primero con un pisotón, después una coz a su espinilla y de nuevo un cabezazo a su nariz.

- Maldita seas, me has roto la nariz. Grito limpiándose la sangre que caía a borbotones por sus labios.
No deje que descansara y aun preocupado por su nariz le golpee con todas las fuerzas sobre el pecho y en su retroceso aproveche para estamparle una patada en el estomago.
Chris tosía y escupía sangre en el suelo, se acurruco haciéndose una pelota quejosa y lastimera, me acerque, quizás me había pasado, pero estaba claro que era incapaz de levantarse del suelo y yo tenia una gran ventaja sobre el.
Pero no fue así, en cuanto me agache me tiro contra el suelo comenzó a golpearme una y otra vez puñetazos en la cara, a penas podía moverme, solo suplicar. - Ya, vale, por favor, detente. Aullé dolorida. Sentí su mano en mi cuello. - Ahora conoces el juego sucio, aprende a jugar así y vivirás en este lugar. Dijo susurrándome al oído. - Ten piedad, del herido y tu seras la próxima en morir.

- Lo se. Dije a la vez que golpeaba con mi rodilla en sus nobles partes y le provocaba un aullido atronador.

Ambos estábamos exhaustos y jadeantes tirados en el suelo. Yurban detuvo el combate y Farkon y Rubin nos levantaron del suelo. Me dolía hasta el alma, sentía que mi cara estaba rota por mil partes, Farkon acerco un pequeño frasco y me obligo a beber aquel liquido de color marrón y sabor horrible, un calor me invadió por completo y sentí que alguna de mis fuerzas volvían pero, el dolor, eso no desaparecía, cerré los ojos y me deje llevar, de nuevo estaba inconsciente y mal herida en los brazos de Farkon.

- Cuando despierten les daremos el resultado. Rubin puede ocuparse de padre el solo. Yurban tu ven con la guardiana y conmigo, ella a acabado peor. - Esto debía ser un juego y mira como hemos acabado. Presiento que algo malo esta a punto de suceder. Dijo Farkon a su hermana que sostenía una de mis manos entre las suyas. - Cállate la boca, harto daño has hecho tu ya como que ahora te pongas en plan cuidador y preocupado.

viernes, 14 de febrero de 2014

Defiendete del nuevo universo

Cotillee en el armario buscando algo de ropa para ponerme, había varios conjuntos, algunos muy interesantes pero la gran mayoría no eran de mi estilo. Muchas de las prendas eran transparencias y aunque allí no hacia frió no me parecía lo mas apropiado de vestir.
Me senté en la cama y respire profundamente mientras mi mente comenzaba a dibujar aquel abrigo blanco que tanto me gustaba, después la camiseta negra y finalmente los short, sin olvidarme de las botas claro.

Baje hasta el primer piso desubicada, había momentos en los que olvidaba donde quedaba cada lugar y cada habitación, intente preguntar a los sirvientes que iban de lado a lado pero o no me contestaban o simplemente emitían gruñidos incomprensibles.
Fue entonces cuando Yurban me sorprendió, grite como loca y me lleve la mano al pecho, dos sustos en a penas unas horas, el corazón se me iba a salir por la boca pero Yurban con una risa nerviosa hizo que me tranquilizara.

- ¿Estas muy sensible? Escuche tu grito antes desde las mazmorras. Pregunto divertida. Me lleve las manos a la cara y me frote los ojos.
- Tensa mas bien, tengo una resaca terrible y bueno, algo sensible si que me siento. He quedado con tu padre en la biblioteca pero se me olvido preguntar en cual antes de que desapareciese. La cabeza me iba a estallar y me daba vergüenza preguntar si allí existían las aspirinas o algo similar.
- Creo que tenia que enviar algunas cartas, pero creo que se refería a la biblioteca de aquí abajo. Te llevare un ungüento para tu resaca y una infusión, aunque no puedo prometer que no te resulte asqueroso.

Camine hasta la biblioteca y allí estaba el, Chris rodeado de varias pilas de libros y varios tinteros con plumas. Salude con la mano y me acerque algo temerosa hasta el intentando descifrar los títulos de los lomos de los libros. - ¿De que querías hablar? Pregunte tímidamente aun de pie frente a la amplia mesa.
- De nada en general niña, pero supongo que tu si tendrás dudas y aunque tengo mucho trabajo pendiente no me importa que me acompañes para poder resolverte esas dudas. A penas levanto la cabeza de sus libros dos veces para mirarme y a continuación hizo que uno de los sillones se arrastrara en silencio hasta mi y me invito a sentarme en el.

Aquel truco me gusto, mover cosas con la mente, siempre había querido aprender a usar la telequinesis. Como de costumbre mi mente se fue a fantasear, aunque pude notar como Chris me observaba con las cejas enarcadas. Rápidamente me senté y le mire tímidamente sin saber muy bien que decir.

- Niña, ¿alguna vez has peleado cuerpo a cuerpo con alguien? Pregunto el enfrascado en su escritura.
- Bueno, nos están enseñando judo en el colegio pero solo lo básico, así que supongo que no.
- ¿Nunca te peleaste con los demás niños de clase? Esta vez me miraba incrédulo.
- No. Respondí escuetamente. - En realidad yo era la que recibía los golpes y corría llorando a los profesores. Sentí como las mejillas se me encendieron, contar aquellas cosas me avergonzaba, siempre me mostraba como una chica valiente, defensora de los mas débiles, pero en realidad yo era la débil que nunca tenia quien la defendiese.
- Entonces yo te enseñare a defenderte y a pelear. Este lugar es peligroso y lo sabes, pero tu plano... los humanos sois crueles por naturaleza y en eso los dioses tiene la culpa, les preocupa mas batallar contra los demonios que proteger a los humanos. Esa era su misión al principio de los tiempos, vosotros erais el campo de batalla donde dioses y demonios dirigían a los humanos hacia el buen o mal camino. Así siempre permanecía un equilibrio de poder entre ambos planos. Los demonios fueron ganando fuerza a medida que los dioses se preocupaban de si mismos. A veces, solo a veces se interesan por los humanos, claro que solo cuando hay magia antigua por delante, ese es vuestro caso, los guardianes.

Yo escuchaba atentamente lo que Christhopher me iba contando. Iba memorizando fragmentos de su relato y encajando piezas en lo que ya había visto de mi propio plano.

- ¿Y porque me han traído aquí los demonios?
- Veras, cuando Mazenda nos contó el despertar de los cuatro guardianes, supimos que tarde o temprano los dioses usarían ese poder en su provecho. Eso alteraría por completo el equilibrio y temimos por los humanos los cuales serian los primeros en sufrirlo. Así que tu, que habías despertado incluso antes que ellos eras la mas poderosa, por eso queríamos tenerte aquí, protegida de los dioses.

Solté una tremenda carcajada que fue acompañada por un libro que se estrello contra mi frente. Aullé de dolor y le devolví el libro a la estantería con fuerza.

- ¡¡Ya basta. Ambas!! Grito Chris haciendo que los libros de las estanterías temblaran.
- Si el protegerme incluía que me trataran como a una maldita fulana no quiero saber lo que supondría atacarme. Dije cruzándome de brazos y arrugando los labios enfadada.

- Eso no estaba en mis planes y deberías olvidarle. No hay que remover el pasado. Lo importante es que ahora que estoy aquí puedo ayudarte y prometo que no te pasara nada. Hoy te enseñare a pelear y mañana me gustaría llevarte a conocer una zona muy especial, supongo que no conoces como es este plano pero, aprenderás con el tiempo. Dijo con aires de superioridad mientras se levantaba de su asiento y me tendía la mano para acompañarme fuera de la biblioteca. - Solo te diré una cosa, esto es como tu propio plano, de echo, esto es un universo completo, estas en un planeta, en una gran isla y tenemos continentes, archipiélagos, islas pequeñas, mares y océanos, ríos y montañas y también llueve y nieva y hay sequías. Tenemos lunas, soles y constelaciones y muchos planetas habitados por mas demonios y criaturas horribles. Igual que en tu mundo no hay un limite en la inmensidad del universo, aquí tampoco lo hay. Un gran libro negro voló sobre nuestras cabezas hasta detenerse sobre mis manos, era enorme, y cuando digo enorme es que casi era tan ancho como mi cabeza, debía tener como cinco mil paginas por lo menos.

- Nos veremos tras la comida, en el patio a eso de las cinco. Finalizo empujándome fuera de la biblioteca y cerrando la puerta con prisas.

Yurban apareció con una bandeja y una sonrisa de oreja a oreja. - ¿Ya terminasteis?  Yo asentí con la cabeza mirando aun incrédula el libro. - Vaya, lo siento, pensé que había tardado menos. Bueno, vamos al comedor y me cuentas y así le echamos una mirada a esa resaca tuya.