Traductor

jueves, 3 de septiembre de 2015

La vie en blanc

A partir de aquel día, el del baile, todo empezó a cambiar, Farkon había dejado de molestarme e incluso se mostraba amable conmigo, lo cual no solo me llamaba mi atención, sino los demás, quizás el temor a una reprimenda paterna le había hecho cambiar de idea.
Rubin era un caso aparte, tanto para mí como para el resto, su vida era suya y rara vez tenía en cuenta a quien le rodeaba, vivía para trabajar o para seguir los pasos de su padre, viajaba al castillo del Rey de seguido, se entrevistaba con demonios en un despacho propio alejado de los dormitorios de los demás, en fin, vivía en una realidad paralela a todos.
Yurban por su parte cada día se mostraba mas... feliz, ya no era aquella oscura diablesa que odiaba a la humanidad y a los suyos, había comenzado a mostrar sentimientos, uno de ellos era la lectura, sin duda verme leer día tras día le llamaba la atención y había convertido los libros en una de sus nuevas aficiones, los comentarios femeninos eran otro aquel, se notaba la falta de una madre en aquella diablesa y tener una mujer con la que compartir sus dudas y sentimientos había hecho que ella cambiara por completo. Aunque algunos de sus comentarios para mi eran… vergonzosos y pudorosos, pero era divertido en parte que ella comentara ciertos asuntos que quizás algún día me tocaran vivir a mí.

En cuanto a Christhopher, no sabría como explicar nuestra relación, el era un demonio y yo una humana, me superaba en edad y experiencia, algo así como ¿quinientos años siglo arriba, siglo abajo? es muy raro darse cuenta de esa diferencia y cada vez que lo pensaba más extraño se me hacía, pero tampoco éramos una pareja normal, el dedicaba gran parte de su tiempo a su trabajo, papeles, manuscritos, firmas, gestionar su terreno y mientras tanto, yo me paseaba por el castillo, leía algún libro de la biblioteca o me entrenaba en el patio con Farkon ya que él era el único que parecía tener tanto tiempo libre como yo.

- ¿Qué te pasa? Te noto dispersa hoy. Pregunto Farkon apuntándome con una bola de fuego. Sacudí la cabeza mirándolo atontada. - No sé, es raro, me siento rara. La bola de fuego se extinguió sobre la mano del demonio el cual se acerco a mí mirándome muy de cerca. - Quizás estés preñada. Sonrió sádicamente. Me quede nuevamente en blanco, estúpidamente me lleve una mano al vientre y mire hacia abajo para después gruñir y empujar a Farkon. - Deja de intentar molestarme con esas cosas y de jugar con mi mente. Se carcajeo de mí y me abrazo fuertemente contra él. - Mi padre dice siempre que eres una niña tonta y aunque tiene cierta razón es muy cómico hacerte enfadar.

Se separo de mí inclinándose hasta cruzar la mirada conmigo y agarrándome de los hombros su gesto se torno serio. - Aun así. Pauso acercando su rostro al mío. - Puede pasar Cyliam, creo que lo sabes pero aun te cuesta reconocerlo, en cualquier momento puede crecer algo en tu interior y esto ya no es una broma, lo digo muy seriamente. Me empujo suavemente hasta uno de los bancos de piedra haciéndome sentar casi de golpe, acuclillándose ante con los brazos apoyados sobre mis rodillas mi siguió dándome la charla. - Físicamente, tu cuerpo físico, no tendría cambios, pero podrías sentir los efectos ya sabes, nauseas, cambios térmicos e incluso hormonales.

¿Porque me contaba aquello? ¿A caso Chris le había contado algo que yo no sabía? - ¿Porque me cuentas todo esto? Le pregunte con voz nerviosa.

- Prevención, No tiene porque pasar nada, pero, ¿y si pasa? Estas cosas ya han pasado antes, brujitas que se juntan con demonios y acaban con mestizos. No tengo nada en contra de los mestizos pero no siempre sale bien, la gran mayoría de humanas acaban enloqueciendo. Se sentó a mi lado pasando un brazo por encima de mis hombros, mi mente de nuevo en blanco divagaba. Había leído algunas de esas cosas, humanos y demonios no podían relacionarse físicamente, los cuerpos humanos no solían aguantar ese tipo de embarazos demoniacos, enloquecían a las mujeres haciéndolas llegar al borde del suicidio, muchas de ellas acaban así y las que corrían mejor suerte acababan desquiciadas por tener hijos deformes, hacia cientos de años que se había impuesto la prohibición de las relaciones físicas con humanos, pero no con humanos en su forma astral y aun así no siempre salía como debería ser, un cuerpo astral se nutre no solo de magia sino de su propio contenedor físico, es decir de Carla, ese era mi contenedor físico. - ¿Sigues ahí? Farkon me zarandeo para hacerme volver de nuevo. - El no me haría eso ¿Verdad? Sentía angustia de solo pensarlo.

- Quien sabe, por eso se llaman accidentes. Aunque... supongo que no, te valora demasiado como para ponerte en riesgo con una cosa así. No tendrías que preocuparte y yo... debería cerrar la boca más a menudo para no cagarla de continuo. Me sonrió y me revolvió el pelo como si fuera una niñita pequeña. - Perdona que te haya asustado. Volvamos a entrenar y olvidemos el asunto.

Aun así daba que pensar toda aquella charla, yo era una especie de invitada en aquel mundo, pero Chris parecía haberse encariñado conmigo y la mente de un demonio es mucho más perversa de lo que una simple humana como yo pudiera pensar. Que pasaría si... ¿Chris me traicionara de tal manera solo para retenerme a su lado de por vida? - ¿Insinúas que Chris y yo... ya sabes, hacemos eso? Dije con voz acobardada ante la mirada tensa que Farkon había clavado en mí.

- No insinuó, pronostico lo que pasara tarde o temprano. Eres guapa e inteligente y el siente un aprecio hacia ti que no había visto jamás y menos con una humana. Pero si mi padre se ha enamorado de ti yo no seré quien se interponga, solo quiero que tu no pierdas la cabeza, no lo olvides, somos demonios y tu aunque aquí seas un ser astral no dejas de ser una humana, sois frágiles y no me refiero a cuerpo, que también, sino a vuestra mentalidad. Camino en dirección a la puerta del castillo como para irse pero justo antes de cruzar el portón se giro y me miro. - Piensa a quien vas a entregar tu corazón. Y recuerda que ante todo eres una mujer que tendrá hormonas y sentirá esa llamada, a todas os pasa, igual que a nosotros y a todos los hombres, para eso no hay distinción de razas, demonios o dioses, humanos o espíritus…

Mientras el desaparecía yo me quede sentada en aquel banco de piedra con demasiadas cosas en las que pensar. Farkon no había mencionado ni por un momento que entregar tu cuerpo a un demonio fuera grave, a fin de cuentas, yo había perdido ese combate tiempo atrás contra él y no me había supuesto ningún dolor, tan solo gran ira y vergüenza, pero entregarle el corazón a alguien... ¿podría estar enamorada y estar dispuesta a entregar mis sentimientos a un demonio al que tan solo podía ver en mis viajes astrales? Mi mente se quedo en blanco, en realidad mi vida estaba en blanco como cuando un folio en blanco espera que comiences a escribir un nuevo capítulo.


Aunque el miedo me invadía y cada vez lo tenía más claro, debía huir de allí cuanto antes, nunca debí confiarme, los demonios son pura maldad, aunque ellos muestren un rostro amable, en su miasma esta su malicia. Suspire mirando al cielo despejado. Si, debía hacerlo debía irme cuanto antes, sin mirar atrás, sin pensarlo una sola vez. Antes de que sucediera lo que según Farkon era inevitable tenía que hallar la manera de huir.

sábado, 28 de marzo de 2015

La inocencia no es un don, es un castigo del que debes aprender.

El miedo recorría mi espalda a cada paso que daba, el Rey pretendía conocerme pero sin embargo durante el camino a penas hablamos, yo miraba inquieta al suelo, un escalón más, otro y otro y así varios hasta que llegamos al piso donde estaba mi dormitorio.
- Este es mi cuarto. Dije apresuradamente llevando la mano al pomo. En ese momento el Rey planto una mano justo en la puerta. - ¿A qué se debe tanta prisa?
Intente escaparme hacia el otro lado y de pronto su otra mano me freno el paso, sus dos manos me acorralaban. Sentí que mi corazón se disparaba, lo había sabido desde el principio, esa aura tan oscura y fría no traía buenas nuevas. - Después de tanto tiempo, por fin conozco a una guardiana y tu ¿Pretendes huir ya?

Mil maldiciones, había sido más rápido que yo, o yo mas idiota que nunca, si sospechaba de él debía haberme negado a que el me acompañara. - Eres realmente una joya digna de admirar, una joya única, Hasta ahora nunca un guardián había acabado trabajando de nuestro lado y he de decir que el que sea una guardiana en lugar de un guardián es algo que me congratula.
No era capaz de escuchar lo que decía, simplemente me encogí intentando nuevamente escapar de él, pero no funciono fue rápido y de nuevo me vi atrapada entre la espada y la pared nunca mejor dicho, sus amplios brazos eran ahora como los barrotes de una prisión, el era la espada y la pared, pues era la pared, ¿qué sino iba a ser? Mi estúpida ingenuidad, el dar segundas oportunidades a los demás, ser incapaz de decir no ¿Porque me costaba tanto? ¿Por qué maldita sea siempre me portaba con modales?

A lo lejos escuchamos unos pasos, a punto estuve de gritar cuando la mano del Rey me acallo. - Si gritas acabaras muy mal.
Se acerco a mí dejando libres mis labios y respiro suavemente sobre mi oreja. - Mantén la calma y no pasara nada. Susurro.
Los pasos eran cada vez más cercanos, una risotada me descubrió de quien se trataba, era Rubin. Gire la cabeza y allí estaba, acompañado de una mujer que no conocía, ambos nos miramos y en ese momento la expresión risueña de Rubin se torno más oscura.

- Espera aquí. Dijo a su acompañante, o al menos eso me pareció entender, camino raudo hacia nosotros hasta poner una mano sobre el hombre del Rey. - Oye tú, ¿Quien te crees que.... Mis disculpas, Majestad, no sabían que erais vos.
- Dudo mucho que haya alguien que vista como yo, no pareces ser tan atento como creía. Ladro a Rubin. - Pido disculpas Majestad, no volverá a ocurrir, lo juro. Pero Rubin no dejaba de mirarme, creo que vio en mi rostro una expresión de pánico que no le agrado. Se dio media vuelta y bufó atrapando del brazo a su acompañante arrastrándola hacia el lado contrario del pasillo.

- Bien, parece que este no es buen sitio para hablar, entremos entonces, así podremos conocernos mejor.
"- Oh dios mío, oh dios mío-" Pensaba mientras entraba a empujones delante del maldito Rey. - Vera señor, Majestad, pero me encuentro bastante cansada, y mareada, y desearía poder descansar, me gustaría poder charlar con usted pero creo que todo lo que yo diga sonara a sin sentido. El ataque de verborrea se mostraba por momentos, quizás era la forma de escapar de esa trampa.
El Rey rio a carcajadas y directamente se abalanzo sobre mi plantándome un beso en la boca y atrapándome las muñecas con fuerza. - En verdad no era ese tipo de conocimiento el que yo anhelaba conseguir. Intente gritar otra vez pero en vez de ser una mano la que me silenciara fueron los labios del demonio, patalee y ahogue mis gritos en sus labios hasta que la puerta del dormitorio se abrió de golpe con gran estruendo.

- ¡¡Cyliam!! Chris miro atónito con los ojos abiertos como platos. - Lo siento, no, yo, esto lamento molestaros. La expresión del Rey se volvió más oscura que la noche. - Estoy hasta los mismísimos de que tú y los tuyos me incordien. Ladro al acongojado Chris que no hacía más que inclinar la cabeza pidiendo disculpas.

Note que la fuerza sobre mis muñecas ya no era la misma, le di un manotazo al dichoso demonio y salí corriendo a refugiarme entre los brazos de Chris. - Yo no quiero que ningún demonio me vuelva a tocar nunca más, yo, yo... Christhopher quiero que tú seas mi protector y que tan solo tú puedas abrazarme. Rompí a llorar sobre el pecho de Chris sintiendo como su mano acariciaba suavemente mi cabeza. - Descuida pequeña, así será. Alzo mi barbilla y sonrió tiernamente. - Pero para eso, habremos de hablar seriamente. Dijo besándome la frente con cariño. - Lo siento mucho Majestad, pero...
El Rey había levantado la mano. - No digas nada, me alegra. Pensaba que no tenia sentimientos, que era incapaz de decir que no pero ya veo que aunque de malas maneras ha aprendido la lección. Niña tonta, si no deseas que ningún otro demonio te mancille, no te calles tu opinión y lucha hasta al final, quizás pierdas pero si pierdes sabrás que diste todo por ti. ¿Lo has entendido? Deja de ser una mojigata facilona y espabila. En fin, volveré a la fiesta, seguro que alguna de las invitadas le apetece... ya sabes...

- Me has sorprendido niña. Dijo Chris abrazándome con fuerza contra él. - Mira que eres boba. Golpeo mi frente con su índice. - Siempre tenemos que andar salvándote el culo. Su mano azoto mi trasero lo que inevitablemente hizo que yo le cruzara la cara de un bofetón. - ¡Au! pensaba decir que no me importaría salvar ese culo todos los días, pero creo que me lo pensare la próxima vez. Parecía molesto, tanto que no tardo un segundo en dirigirse a la puerta con intención de irse. - No te vayas. Dije atrapándole del brazo. - Lo siento, no quería hacerlo pero, me salió así.

Chris se carcajeo apretándome las mejillas. - Eres muy tonta y muy inocente, creo que por eso me encantas. Le mire embobada, sabía que mis labios ahora mismo estarían como uno de esos peces, poniendo morritos y era incapaz de desviar la mirada de los labios de Chris, algo dentro de mi insistía en que necesitaba un beso que calmara aquella ansiedad en mi. Estábamos tan cerca que parecía ser sencillo, me acerque y apoye mis manos sobre su pecho buscando su mirada con la mía esperando que entendiera el mensaje, y así lo hizo, lentamente se acerco a mí y deposito un beso suave y limpio sobre mis labios. - Me alegra que ya estés mejor. Nos abrazamos sintiendo como nuestros corazones se sincronizaban, ahora ambos parecíamos estar calmados.
- ¿Te ayudo a quitarte el vestido? Prometo no mirar. Ambos nos sentamos en la cama, yo de espaldas a él dejando que soltara los corchetes del vestido, era raro, no eran botones ni tampoco cremallera, pero he de admitir que un vestido con corchetes acaba pareciendo una prenda sin costuras de ningún tipo.

Alguien llamo a la puerta y Chris dio paso a quien estuviera esperando allí. - ¿Está bien? Pregunto una voz ronca que llamo mi atención. Me gire y vi algo que realmente me dejo totalmente noqueada, un Rubin totalmente desgarbado, sin camisa que se abotonaba los pantalones, tenía el pelo muy revuelto y sudado y una expresión de agotamiento. ¿Qué le había pasado con aquella mujer? ¿O es que se había peleado con el Rey? - Este bien, gracias por avisarme hijo. Respondió alegremente Chris a un curiosamente y sospechoso Rubin que sonreía ampliamente. Cuando la puerta se cerró no pude evitar mirar a Chris con dudas.

- ¿Qué pasa? ¿Tengo algo en la cara? Pregunto él con cierto tono asustado.
- No, pero Rubin, estaba... raro... ¿Él y esa mujer...?
- Ahh, lo dices por Rubin. Niña tonta, es un adulto, tiene todo el derecho del mundo a llevar a su cama a quien guste, no sé por qué te parece raro... Inocente. Dijo golpeándome de nuevo la frente. - Algún día tú serás una mujer y harás lo mismo.
Me cruce de brazos enfadada. - Yo nunca me acostaría con un desconocido si es lo que insinúas.
- No me digas que de pronto te esta apretando la madurez, si estas en plena edad de querer buscar novios a patadas.
- Yo no soy como las otras, no soy una facilona y nunca lo seré. De nuevo sentía ganas de pegarle, gritarle y desaparecer de ese maldito mundo lleno de demonios.
- Pues yo pensaba que tú querías... ya sabes... tú y yo, se supone que nos gustamos ¿no?

- Mejor dejémoslo. Gruñí, aunque algo de razón tenía Chris. En mi interior parecía haberse despertado un extraño sentimiento ¿Quizás estaba dejando de ser una niña para convertirme en una mujer? ¿Pero cómo podía estar pensando en eso si tan solo tenía quince años? Está claro, aquellas dos copas de vino había hecho estragos en mi cabeza, si, aquella era la respuesta verdadera a mis dudas.


jueves, 29 de enero de 2015

El baile que no terminaba nunca

- ¿Donde crees que vas? Pregunto risueño agarrándome de la mano y besándola como en un disimulo ante la mirada de su hermano. - Tranquilo Rubin, yo me encargare de ella, puedes descansar un rato. Dijo sonriendo. Tras la marcha de Rubin, Farkon se giro hacia mí pasándome un brazo sobre los hombros.

- ¿Qué diablos quieres Farkon? Pregunte molesta mientras aun refunfuñaba dentro de mí. - Sin que sirva de precedente, vengo a salvarte. Bailaremos juntos, sonreiremos y nos reiremos de los comentarios de los demás, luego tomaremos una copa de vino, iras a saludar a Su Majestad y después de eso, yo, mi querida guardiana, te sacare de esta jaula de ricos.

Le mire atónita, hablaba muy seguro de sí mismo, como si ya hubiera hecho aquello mil veces. - ¿Cual es la trampa? Su rostro miro con dudas. - Vaya, pues gracias por no fiarte de mí, yo solo comprendo tu malestar y quiero ayudarte, no voy a pretender nada contigo, ya bastante escaldado he quedado con mi padre.

De nuevo nos unimos al baile, mas de una docena de parejas de demonios bailaban como si yo no fuera más que otra mas, eso me tranquilizaba, pero no la duración del baile, parecía interminable, vuelta para aquí, vuelta para allá, ahora chocando las manos, girando mientras nos miramos, miradas coquetas, madre mía, aquello era pijilandia.
Finalmente la gente parecía dispersarse, el baile había finalizado, en realidad tan solo aquella pieza, pero no fue difícil escabullirse, Farkon camino tras de mi hasta una mesa donde varias copas brillaban relucientes llenas de diferentes caldos. - Puedes beber algo, no pasara nada. Dijo Farkon alargando la mano para coger uno de los caldos de un granate muy intenso. - Salvo estas, dudo mucho que la sangre sea de tu agrado. Yo arrugue el gesto llevándome una mano al estomago. "Asquerosos", pensé mirando varias veces las copas dudando si alguna en verdad seria vino o alguna otra sorpresa.
Me tendió la mano y señalo con la cabeza en dirección a Chris y el Rey, suspire torciendo el morro y acepte de mala gana el ir, quizás ahora, la idea de tomarme una copa de vino no parecía tan descabellada, apreté la mano del demonio haciéndole entender que antes de esas presentaciones necesitaba distraer a mi mente, la idea pareció satisfacerle y acerco su copa a la mía. - ¿Brindamos? Algo en su sonrisa consiguió calmar mis nervios haciéndome sonreír de una manera jovial, ambos bebimos la copa casi de un trago pero aprovechamos a llevarnos una copa cada uno para el camino.

- Que grato placer. ¿Así que tú eres la famosa guardiana? El Rey atrapo mi mano con rapidez besándola con una pasión que me abrumo, era extraño, más que extraño diría que molesto, algo en su aura me hacia desconfiar. Intente no mostrar esos sentimientos y simplemente permanecí callada mirándolo y examinándolo. A simple vista parecía un "hombre" de lo más normal, su cabello era de color castaño, lo lleva baba recogido en una pequeña coleta por lo que debía llevar media melena si se soltaba la coleta, sus ojos eran también castaños o quizás chocolate pues eran más oscuros de lo que esperaba, por lo demás era un hombre bastante más alto que yo, aunque eso no era difícil de encontrar, cualquiera ya sea humano o demonio tendía a ser más alto que yo, en cuanto a su complexión parecía ser fuerte, al menos mas que Chris, tenía unos amplios hombros y por lo ajustado de su traje también su pecho parecía ser grande, eso sin contar que no es que le faltaran bíceps, como diría mi madre, un armario empotrado de esos que si te descuidas te dejan de calcomanía en la pared.

- Encantada. Acerté a responder al fin tras el examen del individuo. De nuevo lleve la copa de vino a mis labios, era inevitable, bebí todo el caldo de un solo trago y mire a mí al rededor, algo en mi mente me decía "-huye, huye ya condenada-"
- ¿Te encuentras bien niña? Chris acaricio mi mentón delicadamente mirándome extrañado a la vez que achinaba los ojos como intentando ver dentro de mi mente. Cerré los ojos y tome aire. - Si, pero no me encuentro demasiado bien, me gustaría irme a descansar. Sentí la mano de Farkon enredando sus dedos con los míos. - ¿Quieres que te acompañe? Pregunto apretando mi mano. Asentí levemente pero en el momento en que íbamos a darnos media vuelta una tercera mano se apoyo sobre mi hombro.


- A penas he podido conocerte, déjame que yo te acompañe para poder conocerte algo más. El Rey parecía imponer su voluntad sobre cualquier sentimiento, mire a Chris y Farkon ambos parecían resignados y tan solo agacharon la cabeza. - Vale...

jueves, 8 de enero de 2015

Fauces y garras (Especial de Navidad, Final)

Mientras los demás se preparaban para su proyección astral, Chris y yo vigilábamos a todos, fuimos los últimos en viajar. Me metí en la cama, con cierta angustia en el estomago, estaba preocupada.
- Tranquila, respira, todo saldrá bien. Dijo Chris mientras apagaba la última luz y encendía una vela. – Tomate esto, te ayudara. Me dio un pequeño frasco con un líquido turbio, torcí el gesto y rechace con la cabeza. – Confía en mí. Insistió, yo resople y bebí aquel líquido, era dulzón, como melaza, pero aquel color turbio no desaparecía de mi cabeza.

En seguida note como el sueño se apoderaba de mi, tendí la mano a Chris y en cuestión de nada mi mente se oscureció y como un destello de pronto estaba sobre uno de los tejados de la plaza, podía observar desde lo alto a los demás, espalda contra espalda todos dentro del circulo más pequeño. Chris estaba a mi lado, en su forma natural, buena en su forma natural humana, no iba a mostrarse como un demonio para que lo vieran.
- Ya estamos todos. Dijo con seriedad mirando a un lado y a otro. – Ya vienen. No parecía el, estaba más serio que de costumbre, mire mis ropas, era yo, mi autentico yo, por un momento sonreí al notar mis trenzas. Un chillido agudo me saco de mi atontamiento, habían atrapado a Shasha y el pánico había invadido a los demás que miraban con desespero a la guardiana peleando con aquella bestia. – Usa esto. Chris me tendió mi arco, aquel arco que tantos quebraderos de cabeza me había dado, extendí mis alas dispuesta a usar una de las plumas como flecha. – No. Me detuvo apretando la mano. – Es tu prueba, demuéstrame lo que vales. Me mostro una flecha real, de madera negra de ébano, con una punta fina y afilada de plata y plumas blancas como la nieve. – Deberás apuntar bien o… acabaras matándola a ella, y no me repliques. Sentencio con una mirada oscura y profunda.

Las manos me temblaban  y la angustia en mi estomago apretaba con fuerza, tense la cuerda plateada del arco, cerré los ojos y respire profundamente, con la mirada fija en la punta apunte a mi objetivo, aquella hiena, tense y tense el arco y deje que la flecha se deslizara, rauda y veloz atravesó la cabeza de la hiena y esta se desplomo sobre Shasha.
Me alegre de la buena puntería y salte desde el tejado planeando ligeramente hasta aterrizar a escasos metros de ella.
- Me has… Shasha se deshizo del cadáver como pudo y se lanzo a mis brazos. – ¿Carla? Sonreí ligeramente y ladee la cabeza. – En verdad es Cyliam, pero sí, soy ella, soy yo, ambas somos la misma persona. La abrace con fuerza y suspire aliviada al verla sana y salva.

- ¿¡Porque!? Kira señalaba mis alas con enfado e ira. Todos se giraron para chistarla. Mi sonrisa entonces se volvió una burla hacia ella. - ¿Crees que eres la única con habilidades? Siempre has querido ser el centro de atención haciéndonos creer que éramos menos que tú, pero ya ves que no es así. Me gire hacia Shasha y la invite a entrar al círculo de nuevo. – Creo que es mejor que te quedes aquí, no debemos volver a correr más riesgo. Yo intentare encargarme del resto.
Alce la mirada hacia el tejado donde Chris seguía observando y pude vislumbrar una sonrisa llena de malicia en el, quizás estaba orgulloso de mi o tal vez estaba disfrutando de la humillación de Kira.

Pronto comenzaron a arremolinarse a nuestro alrededor las hienas, no fue difícil deshacerse de los primeros, aquellos demonios no eran demasiado inteligentes, un par de bolas de fuego y un par de golpes con el arco.
Pero en un despiste sentí que algo me agarraba la pierna, al mirar abajo una de las hienas malheridas aun viva se había aferrado a mi pierna, aullé mas de asco que de miedo y en un instante me encontré de espaldas al suelo con unos afilados y amarillentos colmillos acercándose peligrosamente a mí. Por un segundo el miedo me invadió, pero como por arte de magia un enorme carámbano de hielo cruzo por encima mío atravesando la cabeza de aquella fiera, aparte de una patada a la segunda que aun se afanaba por agarrarse a mi pierna, a mi lado Shasha jadeaba aparentemente agotada debido al esfuerzo empleado en crear aquel carámbano.
- ¿Yo he…? No parecía ser consciente aun de su logro, se la veía enrojecida y algo asustada. Sonreí ampliamente y afirme con la cabeza. - ¿Ves como tú también puedes?

Un suave aroma a menta inundo el lugar acompañado de una brisa fresca, Jal se veía más altivo que de costumbre, como emocionado. – Si ella puede yo también. Muchas magias comenzaron a fluir entonces, vientos cortantes tan afilados como la hoja de una espada, carámbanos y bolas de nieve y por mi parte, bueno tenia preferencia por el fuego, pero de vez en cuando algún rayo iluminaba el parque.

Estaba a punto de amanecer cuando la ultima hiena se desplomo. Todos nos miramos aun con dudas. - ¿Ya se acabo? Pregunto Shasha aun con dos bolas de nieve sobre sus manos, Jal hacia girar un pequeño tornado sobre la palma de una de sus manos alerta de lo que pudiera pasar yo sin embargo, miraba de lado a lado y aguzaba el oído atenta a cualquier extraño sonido. – Eso parece. Arriesgue a contestar, justo antes de que una veloz hiena me atrapara por el pelo usándome de escudo. – No os acerquéis. Dije en voz alta. – Volved al círculo. Pero ellos no respondieron a mi orden, se quedaron boquiabiertos mirándome y justo entonces sentí que la hiena tiraba con fuerza de mi pelo para después desplomarse a mis espaldas.
Al girarme comprendí todo. Chris permanecía en pie con una daga goteando miasma mientras que la hiena ahora exhalaba sus últimos alientos con la garganta abierta dejando caer más miasma aun. Aquel olor tan caracterismo hizo que todos nosotros comenzáramos a sentir nauseas y buscáramos un lugar donde la peste no llegara.

- Ahora sí, ahora ya ha terminado todo. Dijo Chris y justo en ese momento con el sol saliendo por el horizonte comenzaron a caer pequeños y gráciles copos de nieve que brillaban como joyas con los primeros rayos del sol. Corrí hasta Chris e inconscientemente lo abrace agradecida, me acababa de salvar la vida y por su rostro pude adivinar que estaba satisfecho tras el show que tres guardianes habíamos dado. – Habéis estado geniales. Salvo una persona. Sus ojos se posaron en Kira que no había hecho nada de nada en todo el ataque más que refunfuñar. – Incluso vosotros dos que pensabais que por ser humanos no podríais ayudar lo habéis hecho, avisasteis a los guardianes por donde eran atacados y les disteis tiempo de reaccionar. Creo que en algún momento seréis un gran equipo siempre y cuando os veáis como sois ahora mismo, ya no necesitáis una sacerdotisa que os menosprecie, vosotros habéis demostrado de lo mucho que sois capaces. Chris me agarro de la mano y sonrió. – Y ahora creo que es hora de volver a casa.

- ¿Podemos quedarnos a ver el amanecer? Nunca lo he visto y con la nieve y un poco de magia puedo hacer que este sea el mejor amanecer de la historia.
Shasha alzo las manos y de la nada comenzaron a formarse estructuras de hielo en forma de arboles que se cubrieron con una esponjosa capa de nieve blanca y fina. Hasta un camino de nieve se formo a nuestros pies y poco a poco los copos que caían junto al amanecer formaron la imagen más bella que unos ojos humanos pudieran ver.


A excepción de Kira, todos los demás nos quedamos para ver la gran obra de Shasha. – Esto es precioso. Dije apretando la mano de Shasha. – Gracias por este regalo. –Isi y Angie ambos humanos estaba disfrutando como niños. – Somos increíbles, es cierto. Finalizo Jal y tras eso, todos suspiramos aliviados y felices.

miércoles, 31 de diciembre de 2014

Preparándonos para salvar la navidad (Especial de Navidad, Parte 2)

- Yo, yo, te matare un día de estos. Acerté a decir antes de caerme de culo al suelo completamente noqueada.

- ¿Y porque sabes tú de esas cosas? Increpo Nacho con una mirada despiadada hacia Chris. – Porque soy un cazador. Respondió el con toda la calma del mundo. – Eso no existe. Ladro Nacho sujetado por Jal e Isi. – Ya claro, los míos también dicen que los iluminados no existen y mira tú por dónde, yo salgo con una. Que seamos discretos como los tuyos no implica que no existamos.
- ¿Y tú lo sabías y no nos habías dicho nada? Esta vez los ladridos iban hacia mí. Alce la cabeza y resople mientras entre cerraba los ojos. – ¿Habrías reaccionado de otra manera si te lo hubiera contado? Crees que solo tú eres importante ¿para qué te iba a llevar la contraria?

- Lo mejor es que descansemos y mañana hablemos del tema. Compre unos tapones para los oídos, por favor, tengamos la noche en paz. Dijo Shasha levantándome del suelo y dándome aquellos graciosos tapones amarillos. – Tu también Nacho, dejemos a fiesta en paz, mañana descansados arreglaremos todo esto.

Fue bastante complicado dormir lo que resto de la noche, de hecho se escuchaban susurros por toda la casa, cada uno en su respectivo lugar para descansar cuchicheaba con su compañero. Los únicos que no hablamos demasiado fuimos Chris y yo, suficiente teníamos con mirarnos y asesinarnos con la mirada. - ¿Por qué te metiste en nuestro asunto? Pregunte finalmente. El demonio se carcajeo de mí. – ¿Vais a pedirles ayuda de verdad? Cuando lo dijiste esta mañana ya me costó contenerme la risa pero ahora, de boca de ese estúpido me era imposible seguir aguantando la risa. No van a ayudaros tu misma lo has dicho.
Le estampe un golpe con la almohada mientras gruñía. – Tú cállate, ya veremos qué pasa mañana, y ahora, tengamos la noche en paz. Me metí en la cama y le patee intentando ocupar la mayor parte de la cama para mí aunque él tuviera que quedarse pegado contra la pared.

A la mañana siguiente las cosas no habían cambiado, la cara de mal humor de Nacho había contagiado al resto, yo simplemente me prepare mi desayuno y me senté en el sofá junto a Shasha a la que codee y pregunte simplemente con un movimiento de cabeza. – No hace otra cosa que no sea quejarse. Me respondió en un susurro con una pequeña risita que me contagio. Nacho era así, prepotente y creído, pero habíamos aprendido a aguantarlo.

A medio día todos nos encaminamos a la iglesia, incluido Chris el cual tenía la peor cara del mundo, tenía unas grandes ojeras y parecía cansado. – El se queda fuera. Menciono Nacho de mala gana.
- Me parece perfecto así nos avisa si viene alguien, yo me quedare en esta puerta por si se despista. Respondí señalando la puerta de la iglesia. – Yo me quedare en la de allí. Respondió Isi. Isi conocía bastante bien aquella iglesia, había actuado en el coro y bueno era un chico algo religioso debido a los ideales de sus padres.
En cuanto todos estuvimos en nuestras posiciones Nacho comenzó a hablar en un idioma que ninguno habíamos escuchado antes, yo permanecí en la puerta de espaldas a ella, esperando mientras mi mente por momentos se quedaba en blanco. Shasha, Jal y Angie paseaban entre los bancos mirándose entre ellos con desconcierto, al igual que yo parecían sentirse un poco desubicados. 

Pero de pronto la puerta donde Isi se encontraba se abrió de un golpe y un anciano quedo tendido en el suelo arrastrado por Chris.
- ¿Pero qué has hecho? Pregunto Isi inclinándose sobre el anciano. – Cállate. Intente entretenerlo pero estaba obcecado con entrar y tuve que noquearlo. Cerró la puerta tras ellos con llave y lanzo el manojo de llaves hacia mí. – Tú, cierra esa puerta. Y tú, sigue con tu cantico, no tenemos mucho tiempo. Dijo finalmente a Nacho que miraba con los ojos como platos. Al cabo de diez minutos todos nos rendimos, Shasha me hacia señales para que abriera la puerta y salir corriendo, así que eso hice. – Largaros todos, yo me quedare con el cura, no tenemos que levantar sospechas.

Cuando todos se fueron, abrí la puerta del fondo y deje tiradas las llaves junto al cura, me incline sobre él y con cuidado lo zarandee para despertarlo. – Padre, padre. ¿Se encuentra bien? El hombre abrió los ojos llevándose la mano a la cabeza, estaba desconcertado y algo mareado. - ¿Pero que le ha pasado? Pregunte ayudándole a incorporarse en el suelo.
- Un hombre me ataco ¿Y mis llaves, donde están mis llaves? Me hice la despistada y señale las llaves que anteriormente había tirado al suelo. - ¿Son estas? El hombre se llevo las llaves al pecho en un largo suspiro. - ¿Has visto al hombre que me ataco?
Empezaba a sentir que estaba siendo acorralada pero vi algo que me encamino a mi plan de huida. – Lo siento, no. Vine a encender unas velas y lo vi aquí tendido en el suelo, me asuste por si le había dado un ataque o un bajón de tensión.

Tras una breve charla con el cura conseguí salir de allí. Camine lentamente, el maldito cura se había acordado de las velas, adiós a mis últimas monedas sueltas.
Pero al menos había librado la situación, cuando perdí de vista al cura corrí en dirección a mi casa. 

Allí estaban todos frente al portal, a punto de tirarse de los pelos unos con otros. - ¡Ya basta! Por esta vez nos hemos librado. Y ahora subid todos, vamos a terminar con esto de una santa vez. Ladre a todos los cuales no dudaron un segundo en correr en estampida escaleras arriba, salvo Chris que se quedo esperándome. – Y a ti, me estas mermando la paciencia a base de bien, casi nos la lías. Pero Chris no contesto, supuse que me daba la razón, pero en cierto modo si no hubiera sido por el habríamos estado en un problema mucho mayor.

Ya en casa los nervios estaban a flor de piel, no había gritos, pero las miradas hablaban por si solas. – Si él no la hubiera cagado… Dijo Nacho con desprecio.
- No le culpes a él. Admítelo, sabias que no iban a aparecer. Carla ya lo dijo y razón no le falto, tus planes no han servido de nada. Increpo Shasha.
- Además, de no ser por el seguro que nos habríamos metido en un lio bien gordo. Imagínate que hubiera entrado el cura y te hubiera visto con esos canticos raros. Hablo esta vez Jal, el único que no solía hablar pero sin duda era el más coherente. Nacho miro a Angie buscando algún apoyo en ella pero no le sirvió de nada. – Lo siento Nacho, pero creo que tienen razón, nos ha salvado de un buen lio.

- Vale, entonces ¿cuál es tu plan ahora Carla? Nacho me pregunto a mí y yo le mire incrédula y ojiplatica.
- Ah, ahora cuentas conmigo, vaya gracias. Está claro, que en este plano somos todos un atajo de inútiles sin poder. Por lo tanto propongo que nos sumerjamos en un viaje astral y nos proyectemos en el plano astral paralelo al nuestro. Y utilizando uno de tus trucos usaremos círculos de poder. Nacho se quedo boquiabierto, yo sabía que había sido esa la manera en que había destruido al mensajero de la oscuridad, a Yurka. Estos demonios no eran nada comparados con el mensajero, por lo tanto sería muy fácil acabar con ellos. – Y dado que tus eres quien sabe dibujar los círculos te encargaras de ello, mientras tanto yo preparare la casa con velas e incienso para que esta noche nos sea más fácil acceder al plano astral. Dije sacando de un cajón una bolsa de tela llena de tizas. – Ya sabes que hacer.
- Bien, lo haremos como tú quieras. Pero el no vendrá. De nuevo la discusión se hizo. Shasha y Jal dijeron que si debía venir, al rato Angie e Isi dijeron que ellos también querían ir. – Estáis mal de la cabeza, no tenéis magia no podéis venir. Grito Nacho como un desesperado. – El circulo sirve de protección, mientras ellos se queden dentro estarán bien y podrán avisarnos si ven alguna hiena. Respondí yo intentando bajar los humos de la pelea.
- Pero ellos no están preparados. Lo mejor es que vaya solo. Sentencio Nacho ante las miradas desaprobatorias de todos.
- Ni lo sueñes. Aquí estamos todos metidos en  el pastel, iremos todos, el incluido. Angie señalo a Chris, por primera vez Angie se atrevía a participar en la conversación, lo cual era raro, porque siempre tendía a ser la agnóstica.


Finalmente el plan resulto el que yo había propuesto. Nacho, Shasha y Jal fueron al parque, donde por primera vez se usaron los círculos de poder. Mientras tanto Angie e Isi me ayudaron a elegir los inciensos que más calma provocaran en nosotros para poder proyectarnos a la primera. Y Chris, bueno el simplemente se quedo observando desde lejos, sin decir ni hacer nada, aunque para que mentir, era lo que mejor se le daba en ese momento. No incordiar.

miércoles, 17 de diciembre de 2014

Las siniestras risas de la navidad (Especial de Navidad, Parte 1)

Debería haber sido una noche perfecta, mágica, pero no en el sentido que acostumbro a utilizar esa palabra, la fantástica noche de navidad comenzó como una cualquiera, aunque aspiraba a ser mucho mas, mis padres estaba fuera pasando las vacaciones con unos familiares y yo en su lugar había decidido quedarme a celebrarlo con mis amigos.

Todo parecía ir bien, hasta que a mitad de la noche cuando todos descansábamos plácidamente unas risas siniestras nos despertaron. Mis amigos pensaban que era un móvil pero cuando comprobamos que todos los móviles estaban en silencio algo nos hizo presagiar lo peor. Quizás era algún tipo de broma malintencionada por algún grupillo de rebeldes anti navideños, de esos que hay por desgracia en todas las ciudades.
Pero no fue así, al salir al balcón, nuestras expectativas navideñas se fueron a pique.


- Malditos niñatos. Gruño entre dientes Shasha envuelta en una espesa manta.
- Ojala fueran niñatos, no me preocuparía tanto de ser así. Dije casi de manera inconsciente apretando el cuello de mi bata de felpa. Todos clavaron su mirada en mí y justo después miraron a Nacho el cual  también se había quedado boquiabierto mirándome con las cejas enarcadas.
- Tiene razón, no son humanos, son demonios. Confirmo él con un aire desganado y cierto mal humor. Nacho llevaba una temporada en que no deseaba saber nada de demonios ni magia. Por esa razón en parte habíamos decidido pasar la noche buena en mi casa para celebrar de una manera cien por cien humana las navidades.
- Son hienas. Míralos, a penas grupos de tres o cuatro, allí en el parque puedo ver otro par de grupitos. Dije señalando la zona más alejada de mi bloque de pisos. Mire a los demás y agarrando los hombros de Shasha y Jal sonreí. – Dejemos que otros se encarguen y volvamos a nuestro sueño, mañana será otro día. Nacho. Le mire buscando una aprobación a mi propuesta. - ¿Te parece bien que hagamos eso? El se encogió de hombros. – Supongo, pero… qué demonios y nunca mejor dicho, es lo más inteligente que has podido pensar.

A la mañana siguiente Shasha fue la primera en despertarme, parecía contenta, la muy cotilla se había asomado a la ventana y había visto que ya no estaban los demonios hiena, pobre ilusa, aun no le entraba en la cabeza que los demonios solo podían rondar el plano físico en la nocturnidad. Aun así no iba a mencionar nada al respecto.
Eran las siete y poco cuando los demás se levantaron, parecían descansados y dispuestos a olvidar lo acontecido en la noche anterior. Pero alguien llamo a la puerta, yo no esperaba visita y algo dentro de mí me hizo palpitar nerviosamente. Corrí a abrir la puerta perseguida por Nacho. - ¿Esperabas a alguien? Negué rotundamente a esa pregunta y me asome a la mirilla, lo que me faltaba por ver. – Es un viejo amigo, vosotros id desayunando. Agarre las llaves y salí del piso cerrando la puerta con prisas tras de mí.

Y allí estaba él, justo la persona a la que menos deseaba ver en aquel instante, Chris, disfrazado como no del mismo doctor que me atendió cuando entre en coma. - ¿se puede saber qué diablos haces aquí? Pregunte enfadada al sonriente rostro de Chris.
- Obviamente sabes porque estoy aquí. Sé que tus padres no están, me avisaron antes de irse para que me pasara de vez en cuando a vigilar que no hicieras alguna trastada. Aunque no he venido solo por eso. ¿Y bien?
- ¿Te refieres a esas hienas que rondaron anoche riéndose? Hemos decidido ignorar su presencia. Conteste arrastrándolo a las escaleras, alejándonos de la mirilla donde seguramente ya estuvieran los demás cotilleando.
- Vaya, vaya, así que te has traído a tus amigos. ¿Quién están? Pregunto sentándose en un escalón. Suspire y me senté a su lado. – Aqua, Eolos y la sacerdotisa. Y algunos humanos de los que aun no hemos podido despertar ningún don. Isi y Angie. Pero eso en verdad a ti no te interesa ni lo más mínimo.
- ¿Y vais a dejar que las hienas campeen a sus anchas? Volvió a preguntar. – Así es, mientras no haya ningún tipo de ataque vamos a mantenernos al margen, que sean los dioses los que se ocupen, no somos sus esclavos para andar limpiando sus acciones.
- De acuerdo. Lo respeto, pero si pasara algo me gustaría que me dejaras un mensaje. No obstante y no voy a aceptar un no por respuesta, esta noche me quedare con vosotros y si te niegas me veré obligado a llamar a tus padres y no querrás que les estropee sus vacaciones ¿no? Aunque también estropearía las tuyas y eso si que te molestaría mucho.
Bufe y apreté los puños, ese maldito demonio siempre metiendo las narices donde no le llaman, y por si fuera poco con todo el jaleo ahora tenía que improvisar como iba a presentar a los demás a mi supuesto medico, el cual ahora parecía ser un intimo amigo de la familia.
Navidades de lujo… - En fin, que remedio. Nos veremos a la noche y bueno ya que estas podrías traer algo para la cena. Me levante rápidamente del escalón sin darle tiempo a reaccionar pero no fue así como sucedió, estaba ya con la mano en el pomo de la puerta cuando Chris me agarro del hombro y sin ton ni son, me planto un beso en los morros. - ¿Pero de qué vas? Pregunté apartándole de un manotazo. Chris se rio de mi y luego me dejo atrapada contra la puerta poniendo su gran manaza en la mirilla. – Se me olvido decirte, que ahora tú y yo somos novios. Y si no lo crees deberías hablar con tus padres, así que lo dicho preciosa, esta noche nos vemos. Sonrió con malicia e inmediatamente bajo las escaleras despareciendo de mi vista. Al abrir la puerta allí encontré a los cotillas de turno, en cola de uno esperaban dispuestos a interrogarme.

- No tengo ganas de declarar nada ahora. Regruñí atravesando el pasillo como buenamente me dejaban ellos que tras de mi insistían en preguntar, quien era él, que relación teníamos y como ¿Por qué no les había contado nada? – Maldita sea, dejadme en paz. Ya os lo explicare, solo que aun no sé ni cómo hacerlo.

El resto del día fue calmado, paseamos un rato por la tarde y aprovechamos para hacer alguna que otra compra, finalmente les conté que mi “amigo” iba a quedarse esta noche en casa y que aquello no era por placer y gusto mío, sino decisión de mis padres. Cada vez era más difícil explicarles nada, quizás se lo dejaría de encargo a Chris ya que pretendía estropear mis navidades yo le estropearía la cena.
Poco antes de la caída del sol volvimos a casa, mas nos valía adelantarnos a la noche antes de que aquellas hienas volvieran a la carga. Al subir al piso encontramos a Chris esperándonos, con una botella de vino y una bolsa llena de comida. Mientras los demás organizaban la mesa y colocaban platos y vasos, Chris y yo nos atrincheramos en la cocina para preparar la cena.
- Y bien, ¿habéis cambiado de idea? Comento él mientras descorchaba el vino y servía dos copas.
- No, las cosas siguen igual y así se van a quedar. Y por cierto, tú te vas a encargar de contarles nuestra historia, de cómo nos conocimos y como es que somos novios y bueno, ya sabes, todo ese rollo que no va conmigo.

Aunque la cena resulto ser más elegante de lo que hubiéramos pensado no fue una agradable cena, Nacho mataba con la mirada a Chris constantemente, sin embargo los demás Jal, Isi, Shasha y Angie parecían estar encantados con su presencia y la historia de cómo nos conocimos. Que si el hospital, que si amor a primera vista.  Hasta para mi resultaba demasiado y si seguía forzando la sonrisa acabaría con la mandíbula desencajada.

Y por fin tras la comilona y la sobremesa y un par de copas de vino mas, risas nerviosas y juegos que acabaron siendo un caos todos fuimos a dormir, nos asomamos por última vez al balcón, todo estaba realmente tranquilo y fue inevitable que suspiráramos aliviados.
Pero nos confiamos demasiado, sobre las cuatro de la madrugada de nuevo las risas resonaron en el barrio. – No puede ser cierto. Dije desde la cama, algo impedía que me levantara y al encender la luz contemple con asombro que Chris se había quedado completamente dormido con su brazo sobre mi estomago.  – Eh, tú, despierta. Las hienas han aparecido otra vez. Dije zarandeándolo. – Y a mí que me cuentas, ¿no habías dicho que lo dejaríais en manos de los de arriba? Cállate y vuelve a dormir, este cuerpo humano necesita descansar. Gruño haciendo fuerza con el brazo. – Estooo, te mentí, en verdad no teníamos nada pensado, no esperábamos que volvieran.

Chris se levanto fulminándome con la mirada justo al tiempo en que la puerta de mi cuarto se abría y cuatro cabezas se asomaban tímidamente. – Sentimos despertaros, pero necesitamos hablar con Carla. Chris se dio la media vuelta y lanzo un ahogado gruñido contra la almohada. Y un leve susurro que entendí a la primera. – Maldita niña.

- ¿Que hacemos ahora? Pregunto Shasha con cara de preocupación. Yo me encogí de hombros y negué con la cabeza sin saber muy bien que responder.
- Mañana iremos a la iglesia y contactaremos con los dioses. Dijo Nacho con calma haciendo que todos nos giráramos y lo miráramos extrañados.
- No creo que eso sirva de mucho, ya sabemos que ellos no son muy colaboradores. Respondí yo torciendo el gesto. – Pues dime, ¿tienes algún plan mejor?
En ese momento Chris apareció por la puerta. – Yo sí. Matarlos. Así de sencillo.

Mi mandíbula se desencajo completamente, a Chris se le había ido por completo la cabeza, ahora Nacho sabría lo que era y… oh dios mío, no podía pensar en nada, me había quedado en blanco o catatónica perdida, no creo que hubiera ningún lugar en el mundo donde esconderme.

sábado, 22 de noviembre de 2014

El día del baile... ese maldito día

Cuando me desperté esperaba hacerlo en mi cuarto, mi casa, mi cama y entre mis peluches. Pero no fue así, las varias mantas de pieles suaves aun cubrían mi cuerpo.
Por suerte el dolor producido en el golpe de la noche anterior ya no estaba y me permitía moverme en la cama sin dolor.
Abrí los ojos y palpe la cama, recordando que estaba en el cuarto de Chris y que muy posiblemente el hubiera dormido a mi lado toda la noche, pero no era así, estaba yo sola disfrutando de esa amplia cama. Me estire e hice la croqueta sobre la cama mientras bostezaba largamente hasta que una prenda de un intenso y llamativo rojo capto mi atención, arrastrándome aun por la cama disfrutando del tacto suave de las mantas de piel me acerque hasta aquella prenda.

Era un vestido largo, de esos de gala que a veces vemos en las entregas de un importante premio de cine, a simple vista era un vestido sencillo, no tenia adornos aunque la tela era muy brillante, solo tenía un leve fallo para mi gusto, en uno de los laterales de la larga falda había una abertura, posiblemente me llegaría hasta mitad del muslo. ¿De verdad debía ponerme eso? Llamaría la atención aunque no quisiera, y qué decir de los elegantes zapatos negros que esperaban a los pies de la cama, de tacón de aguja y altísimos. Pero en verdad lo que más me llamaba la atención era que el vestido fuera tan moderno y tan poco medieval. Seguro que era un truco para hacer que todos los invitados clavaran sus miradas ante mí. Me iba a usar como un simple divertimento para esa fiesta endemoniada.

La puerta sonó y envuelta en una de las mantas pregunte. Era Rubin que había venido a buscarme, maldije por lo bajo y luego suspire acariciando la manta. - Me acabo de despertar, ¿a qué viene tanta prisa? Pregunte aun tirada boca abajo en la cama mirando de reojo el vestido y disfrutando del suave tacto de la manta. Rubin entro con cara de pocos amigos, ni si quiera se paró a mirarme y corrió la oscura cortina que cubría el amplio ventana. - Porque ya es de noche, en media hora comienza el baile y tú sigues ahí rezongando como si no fuera contigo el asunto.

Me levante de la cama aprontando la manta sobre mi pecho. - Y es que no es mi asunto, yo no quería jugar a esta mierda de baile y me obligáis, no soy un mono de feria que pueda exhibirse por hacer la gracia. Le escupí con rabia. - ¿Pero de que mono de feria hablas? Su cara se mostraba bastante des configurada, parecía no entender a que venía mi rabia. Señale la prenda roja y gruñí. - ¿No soy bastante vistosa por ser una guardiana que debo disfrazarme?

- Yo no tenía ni idea de esto. Mi tarea era venir a buscarte y se tu acompañante en la fiesta. Parecía sincero, incluso demasiado sincero. - Venga haz de tripas corazón y vístete, no voy a mirar. Dijo dándose la vuelta. En ese momento me fije en su atuendo, no era algo muy medieval, más bien diría que era como un traje elegante barroco, con unas botas altas de piel marrón, unos pantalones que bien podrían haber sido bombachos de aviador y lo que parecía como una chaqueta abrigada con lana de borrego. Y como no una camisa holgada muy blanca y curiosamente limpia. Me vestí lo mas rápido que pude y me calce aquellos zapatos negros. - De solo verme así ya me estoy avergonzando.
Rubin se giro y embobado y boquiabierto se quedo mirándome fijamente de arriba a abajo. - Pues... no te ves para nada mal... Realmente parecía sorprendido de lo que veía, incluso me arriesgaría a decir que pude vislumbrar una sonrisa en sus labios. Me coloque el colgante misterioso dejándolo caer sobre mi pecho, no pegaba para nada con el estilo de aquel vestido pero algo me decía que debía llevarlo cerca, también me puse la gargantilla de brillantes que reposaba sobre la mesa, demasiado elegante para mi gusto, pensé, pero no me quedaba otra. - ¿Mejor? Pregunte a un embobado Rubin que se había quedado petrificado ante mí. Asintió boquiabierto y tras ello sacudió la cabeza repentinamente. - No con esos pelos. Me arrastro a una de las sillas y hundiendo sus dedos en mi pelo por arte de magia deshizo todas mis trenzas, ahora con el pelo terriblemente rizado hizo un coqueto pero discreto recogido en moño dejando que algunos de esos divertidos mechones rizados cayeran por voluntad propia. - Ahora. Venga, vamos antes de que Chris se ponga como una furia. Y si, las furias existen, antes de que lo preguntes.

Lo que era el comedor ahora parecía un amplio salón de baile, las discretas lámparas que colgaban del techo ahora eran inmensas obras de vidrio que brillaban con la luz de las velas. Un hombre de edad más bien vieja pronunciaba los nombres de los invitados y sus parejas. - Rubin hijo de Christhopher y La Guardiana de la noche. Dijo el hombre. Gruñí y refunfuñe. - Oye tú, tengo un nombre, me llamo Cyliam. El hombre empalideció y carraspeando volvió a presentarnos. Rubin hijo de Christhopher y Cyliam. La Guardiana de la noche. Sonreí satisfecha e hice una pequeña reverencia al asustado hombre. Todas las miradas se habían vuelto hacia mí, hacia nosotros, y el bullicio había desaparecido para convertirse en continuos cuchicheos.
¿Si no hubiera increpado a aquel hombre quizás no me sentiría tan observada?

Rubin se carcajeo invitándome a cogerme de su brazo, me sentía tan estúpida en aquel momento que pensaba salir corriendo cuando menos lo esperasen, pero por primera vez también sentí que Rubin no estaba allí solo para torturarme con los caprichos del padre sino para procurar seguridad en mí.

Caminamos por el salón, sin tener que saludar a nadie, por lo visto Rubin no era una persona tan importante y muchos de los que parecían querer acercarse a mi huían al ver al demonio que me acompañaba. A lo lejos vi a Chris, vestía de colores claros, beige, dorado y blanco, parecía el traje de un príncipe muy rico e iba a acompañado de otro hombre de su misma edad que vestía aun más pijo que el anterior. - ¿Quien es el hombre que esta junto a tu padre? Pregunte. - Es nuestro rey. Su Majestad el Rey del Este. Ya sabes estamos divididos y eso y tenemos cuatro reyes y bueno, que te voy a contar yo que no hayas leído en la biblioteca. Y así era, todo eso lo sabía de sobra, pero en ninguno de los libros ponía el nombre. - ¿Y cómo se llama? Volví a preguntar. Rubin me miro y se encogió de hombros. - No lo sé, solo unos pocos lo conocen por su nombre, quizás, mi padre lo sepa.

Y entonces la música comenzó a sonar. Rubin fue rápido en agarrarme de la cintura para llevarme al centro del salón, aunque yo arrastraba los pies y reculaba como podía fue imposible. - Baila. Ordeno apretándome contra el sin dejarme una vía de escape. - Sonríe, baila y trágate todo ese maldito orgullo. Mi cabeza se desconecto y tan solo fui capaz de buscar una salida, Observe a Chris, una de las puertas, la puerta de la balconada, las escaleras que subían al segundo piso...

La música ceso y cuando Rubin se acerco a besarme en la mejilla no pude evitar abofetearlo. - Te odio. Dije alejándome de él en dirección a las escaleras. Y allí apareció como Farkon cortándome el paso...

martes, 4 de noviembre de 2014

Danza entre las aguas, un tremendo golpe bajo

Y yo quejándome de mi aburrida vida de humana. Eso es lo que yo pensaba, pero de haber sabido que acabaría involucrada en mitad de un baile no me hubiera quejado tanto.
Ni sabia bailar ni pretendía aprender a bailar y mucho menos si se trataba de danzas antiguas de esas que narran los libros de historias con vestidos pomposos y lujosos.

- No te preocupes, Rubin se encargara de enseñarte a bailar. Tendrás tiempo de sobra, el baile es pasado mañana, así que vas a tener toda la noche de hoy y el día de mañana para aprender a bailar. Dijo Chris con toda la calma del mundo.
- Te recuerdo que fue lo que sucedió la última vez que me quede más tiempo del necesario aquí ¿no? Respondí cruzándome de brazos asesinándolo lentamente con la mirada.
- Eso no es problema, lo tenemos todo planeado, mañana tus padres recibirán una llamada, un vale de dos días en un lujoso hotel con todo pagado, eso les mantendrá ocupados y tu cuerpo podrá dormir plácidamente mientras asistes al baile. No creo que sea necesario que te diga que este baile es muy importante para nosotros y que hemos anunciado tu presencia en el mismo. Lo organizaremos en este mismo castillo y habrá muchos e importantísimos invitados.

Más tarde cuando todos los demás se habían ido y nos habíamos quedado solos Rubin y yo no nos dirigimos mucho la palabra, permanecimos sentados mirando al suelo. - Ni tú me gustas ni yo te gusto y tampoco me agrada ser tu tutor de baile, pero no me queda otra, así que si te parece bien acabemos con esto cuanto antes.
Rubin y yo no nos habíamos llevado bien desde el principio, para mí, el era un estirado prepotente, claro que su hermano no era mucho mejor que él, si me mandaran elegir entre uno u otro seguramente hubiera elegido a Rubin porque a pesar de llevarnos a matar al menos el nunca se había pasado de la raya conmigo.
Aprender a bailar con Rubin fue, como decirlo, un caos total. Le pise mil veces, otras tantas le golpee por accidente o directamente el me decía que girara a la izquierda y yo iba en dirección contraria.
- Realmente eres malísima en esto de bailar. Dijo sin ninguna delicadeza el demonio. 
Yo lo mire de refilón y me encogí de hombros. - Eso ya lo avise antes de que me metierais en este embolado. 

Para no seguir discutiendo ambos decidimos que era hora de tomarnos un descanso, y merecido lo teníamos ambos, seguramente los pies de Rubin lo agradecieran y los míos en parte igual pues sentía como las plantas de mis pies ardían. No lo dude ni un segundo y fui directamente al gigantesco baño que había al lado de mi dormitorio. 
La paz no duro todo lo que yo esperaba pues Chris apareció por sorpresa y se metió en el agua de un salto haciendo que mi descanso se cortara por completo acompañado de un chillido y una patada en el agua que empapo el rostro de Chris. -¿Alguna vez te han dicho que significa llamar a la puerta? Grite a la vez que golpeaba el agua con los puños en un ataque, llámalo berrinche infantil.
- Que susceptible estas hoy mujer, yo que solo venia a darme un baño y a hacerte compañía y me das la bienvenida con gritos y berrinches. Respondió el con calma y una sonrisa acercándose a mi lentamente hasta que mi pie asomo por el agua plantándose en su cara. - ¿Se puede saber qué es lo que quieres? Pregunte sin apartar el pie de su cara. El no se inmuto y en seguida comenzó a masajearme el pie para después seguir con suaves besos que subieron hasta mi rodilla. En ese momento no se si estaba muerta de miedo, de vergüenza o muerta de lo relajante que eran las caricias de diablo sobre mi pierna. Tiro con fuerza de la pierna haciendo que me hundiera bajo el agua con un ahogado chillido que resonó como simples burbujas bajo el agua, me alzo rápidamente del agua aupándome por las axilas, en ese momento en el que el agua ya no cubría mis vergonzosas y femeninas partes fue cuando los gritos se convirtieron en bofetadas y patadas.

Aquel baño se convirtió de un momento a otro en un terreno de lucha, el esquivaba mis golpes y yo chapoteaba como un pato mareado en dirección a su cara para que perdiera la concentración y así por fin vengarme de él. Cuando conseguir atacarlo por la espalda el diablo salió con pasos firmes del agua llevándome colgada de su espalda. - Una monita desnuda en mi espalda, si esto no es una declaración de intenciones ya me dirás tú que es. Dijo entre risas mientras yo le mordía la espalda y le tiraba del pelo y justo cuando iba a bajarme de su espalda para golpearle por última vez, la tragedia se hizo, me resbale con el agua sobre la piedra y caí de culo sobre el suelo lanzando un grito de verdadero dolor. Lloriqueando y aquejándome de un golpe tan doloroso me tendí sobre la piedra acurrucándome entre mis lágrimas. - ¿Estás bien niña? Pregunto mientras me tapaba con una toalla como buenamente mis quejas le dejaban. - No, imbécil, me he roto algo ¿o piensas que lloro del placer que me produce un golpe en la rabadilla? Sois todos iguales, unos cerdos sin corazón, entre tú y Farkon solo os diferencian la edad, os aprovecháis de mí sin pudor y para colmo me pedís favores. El dolor se convirtió por un momento en enfado, dolida y molesta solo era capaz de proferir gritos de odio mientras mis ojos se llenaban de lagrima ante el ardor del golpe, seguro que alguna vez os ha pasado, en esos días de invierno en los que el suelo congelado se convierte en una trampa mortal para los traseros de los viandantes.

Chris me levanto del suelo completamente envuelta en una larga y suave toalla blanca como la nieve. - Eh, no he intentado aprovecharme de ti, solo jugaba contigo, quería verte reír, pero tú te has puesto hecha una fiera intentando pegarme, e incluso me has mordido y tirado del pelo. Suspiro y me llevo en brazos hasta su propio dormitorio dejándome caer con delicadeza sobre su cama. - Ahora, sin embargo por haber insinuado que iba a provecharme de ti, lo pienso hacer.
Intente levantarme corriendo de la cama pero el dolor era tan aguado que nada más ponerme en pie me fui de cabeza al suelo, pero Chris no dejo que me golpeara, de nuevo me tendió sobre la cama, me chisto y amenazo con atarme como volviera a hacer una estupidez así. - Eres tonta, no voy a hacerte nada, solo quiero ver si el golpe es solo un golpe o algo peor. Me quede acurrucada de lado, temblando, no de miedo, sino de vergüenza, ahora iba a verme el trasero y fijo que lo acariciaría y yo estaba muerta de vergüenza, temblando. Las expertas manos del diablo levantaron suavemente la toalla y pronto sus dedos fueron palpando la zona del golpe. - No ha sido más que un mal golpe, no tienes nada roto, pero tienes unas cuerdas vocales dignas de admirar. Iré a por hielo, te calmara el dolor, tu quédate aquí descansando y tapate antes de que te resfríes. Dejo a mi lado una camisola con chorreras y mangas largas de color beige, aquello debía ser algo así como un camisón, algo anticuado claro.
Me vestí como buenamente pude, el dolor cada vez parecía ser más intenso y decidí esconderme bajo las mantas que Chris tenia sobre su cama. Supongo que el volvió mas tarde, pero para entonces yo me había quedado completa y profundamente dormir acurrucada bajo una maraña de mantas de piel. Y en parte me alegró haberme quedado dormida, suficiente vergüenza había pasado ya en aquel baño, desnuda y desprotegida, al menos mis sueños me mantendrían ausente durante unas horas.


- Algún día, niña, algún día, te rendirás a mis encantos. Me pareció escuchar susurros en mis sueños de una voz lujuriosa pero dulce a la vez, quizás el dolor no me dejaba pensar ni en mis propios sueños. O quizás, muy en el fondo buscaba aquella atención por parte de Chris, tal vez no era él el único que pensaba estar enamorado y de alguna manera yo también lo estaba pero quería negarme a formar parte de una vida amorosa con un demonio.

jueves, 16 de octubre de 2014

Va a haber un baile

Pasaron días, semanas e incluso meses, me enfrasque en los estudios y aun así mis notas no se elevaban, seguía siendo el mismo desastre para los estudios y sobre todo para las matemáticas.

Cada viernes por la tarde una soporífera clase de matemáticas remataba la semana, una interminable hora que siempre acababa en examen, un examen en el que daba tiempo a cualquier cosa menos a contestar a esos complejos problemas de ecuaciones.
Solía pasarme esa hora al completo mirando por la ventana mientras mis compañeros de clase sudaban para contestar las preguntas, otras veces me dedicaba a dibujar, bueno, antes de hacer estas dos cosas siempre intentaba contestar a alguno de los problemas y muy de vez en cuando aparecían problemas que eran sencillos de resolver, pero siempre a la semana siguiente cuando nos daban los resultados, siempre la nota no llegaba al cinco, se quedaba raspado otras veces un cero coma cinco me sacaba una sonrisa y muy pocas veces ver un cinco en la nota del examen me dejaba con cara de imbécil, incrédula de haber obtenido aquella nota.

En cuanto a los fines de semana... aquello sí que era un autentico desastre, magia, demonios y dioses habían quedado al margen de las conversaciones entre amigos, ahora simplemente nos reuníamos en casa de Nacho para ver una película, hablar de novios, novias, chicos y chicas y para jugar en la vídeo consola de su hermano.

Ser humana es insufrible y vivir una vida así de aburrida incluso más.
Pero aquel fin de semana en el que la primavera estaba al caer decidí que no seguiría con esa vida tan aburrida, si iba a ver una película y quedarme en una casa seria en la mía, no me apetecía salir de mi casa para encerrarme en otra diferente. Y eso hice me quede en mi cómoda cama mirando las manchas del techo como si nada fuera conmigo.

- ¿No vas a salir con tus amigos hoy? Pregunto mi madre asomada en mi puerta. - No, hoy no. Me quedare a descansar este fin de semana tranquilamente. No era un plan típico en mis fines de semana y seguramente sería el más aburrido de mi vida, pero actualmente mis amigos también resultaban aburridos.
Fue una tarde noche algo larga, tuve tiempo de sobra para terminar los deberes impuestos e incluso para adelantar algún que otro trabajo escolar, tiempo de sobra para leer algún libro de mi pila de pendientes, ver una película de esas que casi hacen que entres en coma de lo malas que son, incluso recoger mi dormitorio. Para cuando quise darme cuenta el reloj marcaba ya las doce de la noche, pues si que había tenido tiempo para aburrirme y sobretodo sin saber como había conseguido hacer muchísimas cosas.
Me puse el pijama y encendí la radio, la luz azul de la pantalla iluminaba tétricamente la habitación, puse mi disco de música favorito, música zen, relajante, y me introduje lentamente en mi cama con un largo suspiro.

Los sonidos armoniosos, las voces delicadas me mecían como una madre mece al bebe en sus brazos, poco a poco y abrazada por aquella melodía fui adormilándome, no tarde mucho en acomodarme dentro de la cama abrazada a mi peluche favorito y tapada hasta la nariz con mi edredón, como no y aunque me tapara casi hasta las orejas siempre dejaba una de mis piernas desnuda fuera del edredón, a mi padre eso le desquiciaba y cuando entraba a mi cuarto a darme el beso de buenas noches no dudaba un segundo en meterme la pierna bajo el edredón, aunque eso no duraba mucho pues cuando cerraba la puerta de nuevo como si tuviera un resorte la pierna se quedaba colgando sobre el colchón al fresco nocturno.
Poco a poco fui sintiendo como mi cuerpo se sentía más liviano y mi mente dejaba de reaccionar a los estímulos externos, estaba quedándome completa y profundamente dormida.

O eso creía yo, algo en mi hizo que botara sobre la cama, asustada abrí los ojos para encontrarme con una cálida sonrisa y unos largos cabellos negros reposando sobre mis mejillas. - ¿Yurban?
- Bienvenida a casa de nuevo. Contesto jovialmente mientras me destapaba. - ¿Pero qué hago yo aquí? Justo estaba quedándome dormida y de golpe algo me hizo saltar y ahora... Quizás aun estaba dormida y esto era un sueño.
- Ese salto o caída que has sentido ha sucedido porque tu cuerpo astral acaba de proyectarse hasta aquí. A veces pareces nueva. Dijo tras una risotada burlona la joven diablesa. - Teníamos ganas de volver a verte y saber de ti, así que hemos insistido he insistido hasta que padre no ha podido hacer otra cosa que atraerte. ¡Vamos a tener un baile! Yurban parecía estar demasiado emocionada y yo seguía aun conmocionada por la situación. Ni quise preguntar a que baile se refería, de hecho ya era bastante extraño ver emocionada a Yurban y mas verla emocionada por un baile. - Vamos, vístete y baja al salón te explicaremos detalladamente sobre el baile. Va a ser espectacular.

Espectacular iba a ser sin duda, sobretodo porque a mí eso de bailar pues como que no es que se me diera demasiado bien, cuando una es un pato mareado da igual como lo mires, que siempre va a ser  un desastre, podría presumir de muchas cosas, pero de coordinación motriz no.

Y allí estaban los cuatros sentados cómodamente en sus sillones y sofás, Rubin saludo con la cabeza, Farkon creo que intento esbozar una sonrisa que resulto ser algo muy macabro y Yurban os podéis imaginar, saltaba sobre su asiento mientras aplaudía emocionada y sonreía como una niña. Chris fue el único que se levanto como un caballero y me tendió la mano para luego besarme la mía ante mi cara de espanto. Si, olvidaba que aquí se quedaron estancados en esa dichosa edad media.
- ¿Estas preparada para nuestro baile? Pregunto Chris mientras me acompañaba hasta el sofá. - Pues no, no sé bailar y no sé qué tipo de bailes acostumbráis a tener aquí.
- Tranquila, te explicaremos todo al detalle y te enseñaremos a bailar como si lo hubieras hecho toda tu vida.

Y voy yo y me lo creo, pensé mientras me dejaba caer sobre el sofá. 

lunes, 29 de septiembre de 2014

Se parecía a una cena romántica

Mis padres habían cedido ante la propuesta del doctor.

El día transcurrió calmado, pulule por casa, del sofá a la cama, de la cama al sofá varias veces, hojee varios libros, escuche música, adelante deberes e incluso me puse a dibujar.
También me di dos grandes siestas y luego un largo y relajante baño cálido con sales minerales con aroma a eucalipto.
Adoro ese tipo de baños en los que enciendes tu mp3 y de fondo escuchas una suave y relajante música mientras el eucalipto de las sales de baño va inundando tus fosas nasales, y luego comienzas a ver como las yemas de tus dedos se convierten en garbanzos a remojo.

- Carla, no te duermas en la bañera, tienes que secarte el pelo y prepararte o harás esperar al doctor.

Adiós calma, gracias mama por sacarme de ese nirvana al que había conseguido llegar.

-------------------------------------------------------------------------------------------------

- Pensé que ibas a llevarme a un restaurante, no a una cadena de comida basura. Gruñí mientras a lo lejos se divisaba el gran cartel rojo de la pizzería.
- No te quejes, al menos te saque de casa ¿no era eso lo que me pediste? Contesto él con una sonrisa burlona de ganador.
- De verdad, que pocos detalles tienes conmigo. Me mostré molesta e indignada, estaba claro que sus planes si eran sacarme de casa, pero no iba a darme el capricho de disfrutar de unas cuantas horas de cena animada en un restaurante.

Nos sentamos en una mesa apartada del resto y esperamos a que vinieran a tomar nota. La joven que vino era algo más mayor que yo, seguramente con los dieciocho recién cumplidos, de pelo negro y mirada turbia, sin duda no disfrutaba de su trabajo.

Chris fue quien encargo la cena, dos pizzas medianas, dos refrescos y dos helados para el postre.
- ¿Le traigo los helados cuando traigamos las pizzas o prefieren ir a la barra y pedirlos cuando estén terminado? Pregunto la chica mientras mascaba un chicle que por el color debía llevar mascándolo al menos tres días.
- Yo iré a buscarlos. No se preocupe. Respondió Chris con una amplia sonrisa que hizo a la muchacha estremecerse y salir casi corriendo.

- Esto es romanticismo y lo demás son tonterías. Gruñí por lo bajo acomodando mis brazos y la cabeza sobre la mesa con cara de pocos amigos. - Si tan poco te gusta, pido que nos lo pongan para llevar y te llevo de nuevo a tu casa. Me contesto chulesco con la barbilla apoyada sobre sus dedos índices. - No, deja, pero... esperaba otra cosa después de lo que me dijiste al rescatarme.

Había intentado olvidar que se me había declarado, pero al verle con un cuerpo físico cuidándome fue imposible evitarlo, necesitaba saber si en verdad lo dijo porque eran sus sentimientos o solo intentaba jugar conmigo.
Alcé la cabeza y le mire fijamente, se había quedado congelado, inmóvil e incluso mas pálido de lo normal. Los labios le temblaban y parecía balbucear intentando responderme algo.
Sentía que había metido la pata hasta el fondo en mi último comentario, pero verle tan inocente y acobardado en ese momento me daba que pensar. ¿De verdad dijo lo que dijo porque el realmente me quiere?
Ambos nos quedamos dentro de un silencio incomodo, mirándonos fijamente sin saber cómo reaccionar el uno ante el otro.

- Aquí esta su pedido. Ui, perdón si interrumpí. Que aproveche.

Volvimos en sí de golpe al ver las humeantes pizzas sobre la mesa. Aun sin saber que decir cada uno empezamos a comer de nuestra pizza y beber de nuestro refresco. Fue sin duda la peor cena de la historia, cuanto menos cómico, dos personas comiendo en silencio sin apenas levantar las narices de sus platos, aquello era humillante. De vez en cuando alzábamos la mirada para ver que hacia el otro e incluso en un par de ocasiones nuestras miradas se cruzaron haciendo que como idiotas volviéramos a bajar la cabeza.

- Oh venga ya, esto es ridículo. Dije yo soltando mi trozo de pizza, Chris me miro alzando una ceja como si le extrañara que yo tuviera esas reacciones. - Si tan mal te parece que te diga lo que te he dicho no deberías haberme soltado eso de que estabas enamorándote de mí. O bien me estabas mintiendo para que confiara en ti o no sé que se te paso por la cabeza.
Chris tan solo se encogió de hombros mientras seguía comiendo y bebiendo. - Preferiría no hablar de ello, al menos por ahora, no me está siendo fácil hacerme pasar por uno de vosotros. Tengo demasiadas cosas en la cabeza para pensar en lo que te dije, pero te diré solo una cosa, no era una mentira ni tampoco trate de ganarme tu confianza, sino, no habría accedido a traerte a cenar y te habrías quedado en tu casa gruñendo y protestando.

De nuevo el silencio nos invadió y cuando terminamos de comer y pagar ya en la calle Chris me pregunto si me apetecía ir a tomar aquel café que me había prometido.
- Prefiero ir a casa, no tengo ánimos para cafés ni para nada.
De camino a casa a penas hablamos, la pizzería no estaba demasiado lejos de mi casa a unos veinte minutos andando quizás, solo en los últimos metros antes de llegar a casa Chris se digno a hablarme.

- Creo que ya puedes recuperarte por ti sola y yo debería volver... ya sabes... a mi lugar. Además, creo que no te agrada tenerme pululando por aquí. Me pare en seco y me gire para verle. - Ah, en cuanto al tema del colegio, no creo que haya problemas en que vayas, simplemente procura no agotarte y si no te encuentras bien solo vuelve a tu casa y ya está. No te molestare en una temporada, todo esto ha sido culpa mía, eres humana y necesitas una vida como tal, sin demonios ni problemas y creo que ambos debemos reflexionar, creo que es lo mejor.

Me encogí de hombros aun mirándole, supongo que tenía razón en parte de lo que decía y quizás yo no estaba tan preparada como ellos pensaban para esta situación, tenía que pensar, tomarme las cosas con más calma.
Le sonreí y le abrace dándole un suave beso en la mejilla. - En el fondo no eres tan malo, pero muy terco, supongo que ambos hemos pecado de terquedad. Aun así no se si quiero tener una vida tranquila y calmada como dices, no van a dejar de perseguirnos y lo sabes, tarde o temprano tendremos que asumir nuestras responsabilidades, pero aceptare un tiempo de calma para meditar las cosas y quizás en un par de semanas me sienta con fuerzas para volver a entrenar.

El asintió, parecía satisfecho con la decisión que ambos habíamos tomado y ya en la puerta de casa solo quedo la despedida, un abrazo y un hasta luego, yo sabía tan bien como el que mañana ya no se pasaría por casa como mi doctor para cuidarme.

Y así fue, pocos días después las clases comenzaron de nuevo, y aunque no lo pareciera, estaba terriblemente asustada por enfrentarme a la vida monótona y aburrida de los estudios y los humanos.