Pasaron días, semanas e incluso meses, me enfrasque en los
estudios y aun así mis notas no se elevaban, seguía siendo el mismo desastre
para los estudios y sobre todo para las matemáticas.
Cada viernes por la tarde una soporífera
clase de matemáticas remataba la semana, una interminable hora que siempre
acababa en examen, un examen en el que daba tiempo a cualquier cosa menos a
contestar a esos complejos problemas de ecuaciones.
Solía pasarme esa hora al completo mirando
por la ventana mientras mis compañeros de clase sudaban para contestar las
preguntas, otras veces me dedicaba a dibujar, bueno, antes de hacer estas dos
cosas siempre intentaba contestar a alguno de los problemas y muy de vez en
cuando aparecían problemas que eran sencillos de resolver, pero siempre a la
semana siguiente cuando nos daban los resultados, siempre la nota no llegaba al
cinco, se quedaba raspado otras veces un cero coma cinco me sacaba una sonrisa
y muy pocas veces ver un cinco en la nota del examen me dejaba con cara de imbécil, incrédula de haber obtenido aquella nota.
En cuanto a los fines de semana... aquello
sí que era un autentico desastre, magia, demonios y dioses habían quedado al
margen de las conversaciones entre amigos, ahora simplemente nos reuníamos en
casa de Nacho para ver una película, hablar de novios, novias, chicos y chicas
y para jugar en la vídeo consola de su hermano.
Ser humana es insufrible y vivir una vida así
de aburrida incluso más.
Pero aquel fin de semana en el que la
primavera estaba al caer decidí que no seguiría con esa vida tan aburrida, si
iba a ver una película y quedarme en una casa seria en la mía, no me apetecía
salir de mi casa para encerrarme en otra diferente. Y eso hice me quede en mi cómoda
cama mirando las manchas del techo como si nada fuera conmigo.
- ¿No vas a salir con tus amigos hoy?
Pregunto mi madre asomada en mi puerta. - No, hoy no. Me quedare a descansar
este fin de semana tranquilamente. No era un plan típico en mis fines de semana
y seguramente sería el más aburrido de mi vida, pero actualmente mis amigos también
resultaban aburridos.
Fue una tarde noche algo larga, tuve
tiempo de sobra para terminar los deberes impuestos e incluso para adelantar algún
que otro trabajo escolar, tiempo de sobra para leer algún libro de mi pila de
pendientes, ver una película de esas que casi hacen que entres en coma de lo
malas que son, incluso recoger mi dormitorio. Para cuando quise darme cuenta el
reloj marcaba ya las doce de la noche, pues si que había tenido tiempo para
aburrirme y sobretodo sin saber como había conseguido hacer muchísimas cosas.
Me puse el pijama y encendí la radio, la
luz azul de la pantalla iluminaba tétricamente la habitación, puse mi disco de música
favorito, música zen, relajante, y me introduje lentamente en mi cama con un
largo suspiro.
Los sonidos armoniosos, las voces
delicadas me mecían como una madre mece al bebe en sus brazos, poco a poco y
abrazada por aquella melodía fui adormilándome, no tarde mucho en acomodarme
dentro de la cama abrazada a mi peluche favorito y tapada hasta la nariz con mi
edredón, como no y aunque me tapara casi hasta las orejas siempre dejaba una de
mis piernas desnuda fuera del edredón, a mi padre eso le desquiciaba y cuando
entraba a mi cuarto a darme el beso de buenas noches no dudaba un segundo en
meterme la pierna bajo el edredón, aunque eso no duraba mucho pues cuando
cerraba la puerta de nuevo como si tuviera un resorte la pierna se quedaba
colgando sobre el colchón al fresco nocturno.
Poco a poco fui sintiendo como mi cuerpo
se sentía más liviano y mi mente dejaba de reaccionar a los estímulos externos,
estaba quedándome completa y profundamente dormida.
O eso creía yo, algo en mi hizo que botara
sobre la cama, asustada abrí los ojos para encontrarme con una cálida sonrisa y
unos largos cabellos negros reposando sobre mis mejillas. - ¿Yurban?
- Bienvenida a casa de nuevo. Contesto
jovialmente mientras me destapaba. - ¿Pero qué hago yo aquí? Justo estaba quedándome
dormida y de golpe algo me hizo saltar y ahora... Quizás aun estaba dormida y
esto era un sueño.
- Ese salto o caída que has sentido ha
sucedido porque tu cuerpo astral acaba de proyectarse hasta aquí. A veces
pareces nueva. Dijo tras una risotada burlona la joven diablesa. - Teníamos
ganas de volver a verte y saber de ti, así que hemos insistido he insistido
hasta que padre no ha podido hacer otra cosa que atraerte. ¡Vamos a tener un
baile! Yurban parecía estar demasiado emocionada y yo seguía aun conmocionada
por la situación. Ni quise preguntar a que baile se refería, de hecho ya era
bastante extraño ver emocionada a Yurban y mas verla emocionada por un baile. -
Vamos, vístete y baja al salón te explicaremos detalladamente sobre el baile.
Va a ser espectacular.
Espectacular iba a ser sin duda, sobretodo
porque a mí eso de bailar pues como que no es que se me diera demasiado bien,
cuando una es un pato mareado da igual como lo mires, que siempre va a ser
un desastre, podría presumir de muchas cosas, pero de coordinación motriz
no.
Y allí estaban los cuatros sentados cómodamente
en sus sillones y sofás, Rubin saludo con la cabeza, Farkon creo que intento
esbozar una sonrisa que resulto ser algo muy macabro y Yurban os podéis
imaginar, saltaba sobre su asiento mientras aplaudía emocionada y sonreía como
una niña. Chris fue el único que se levanto como un caballero y me tendió la
mano para luego besarme la mía ante mi cara de espanto. Si, olvidaba que aquí
se quedaron estancados en esa dichosa edad media.
- ¿Estas preparada para nuestro baile?
Pregunto Chris mientras me acompañaba hasta el sofá. - Pues no, no sé bailar y
no sé qué tipo de bailes acostumbráis a tener aquí.
- Tranquila, te explicaremos todo al
detalle y te enseñaremos a bailar como si lo hubieras hecho toda tu vida.
Y voy yo y me lo creo, pensé mientras me dejaba caer sobre el sofá.
Y voy yo y me lo creo, pensé mientras me dejaba caer sobre el sofá.