Había pasado ya un mes casi desde la última vez que vi a los demonios, pero en el plano físico cada uno tenia sus propios demonios, el otoño había llegado y una extraña y espesa niebla cubría la ciudad.
A la gente no le parecía raro tener tantos días de niebla, pero lo cierto es que a mi si me parecía extraño.
Cada vez que decía en casa que me resultaba raro que durara tantos días las niebla me miraban y se reían de mi. - Eso son tonterías nena. Decía mi padre con una burlona sonrisa. Mi madre sin embargo se encogía de hombros como si nada.
Un viernes por la tarde, al terminar las clases bajamos todos al salón de actos de la escuela, los alumno del ultimo curso de secundaria estaban haciendo eventos para conseguir dinero para el viaje de fin de año y como teníamos varios amigos de ese curso solíamos ayudarles, así de paso, teníamos el gimnasio libre para practicar deporte.
Pero ese día, Nacho, Shasha, Isilar, Jal y yo, estábamos en uno de esos días en los que no te apetece hacer absolutamente nada, mas que sentarte y hablar, esperando que el tiempo pasara rápido.
- ¿Os habéis fijado en la espesura de la niebla y que ya lleva muchos días sin levantar? Pregunto Nacho sacándonos a todos de nuestro mundo en el que estábamos recortando entradas para un cine infantil a medida que los pequeños pasaban sonrientes para recoger las entradas y nos daban el dinero.
Yo bostece afirmando con la cabeza, los demás simplemente soltaron algún gruñido antes de volver a meter la cabeza en las entradas.
Ambos nos alejamos del grupo y nos metimos en el gimnasio a hablar del tema mientras yo me colgaba de las barras y me quedaba cabeza abajo. - ¿A caso piensas que es un demonio? Le pregunte mirando a un Nacho del revés.
El se sentó en una colchoneta, en una posición muy zen y asintió con la cabeza. - Bueno, no lo pienso, estoy convencido de que es así.
Baje de las barras y me acuclille frente a el, fijando mi mirada seriamente en el. - ¿Y que propones que hagamos? El agacho la cabeza, obviamente yo supe en ese momento que el pensaba sacarme de su plan. - Aun no se de que demonio se trata, pero tengo una ligera idea de que es, y tu no puedes hacer nada, necesitaremos a Jal, y posiblemente a Shasha.
Me deje caer al suelo quedándome sentada y mirándole con cierto desprecio. - No están preparados, y nunca lo van a estar, se que confías en ellos y que son muy importantes para tu misión, pero tu sabes igual que yo, que yo puedo hacer mucha mas magia que ellos. Nuestras caras comenzaron a tornarse desafiantes, Nacho y yo teníamos esa característica tan personal de ser cabezones. - Eso no es trabajo para una bruja. Sentencio Nacho rompiendo su postura zen, yo sin embargo me mantuve impasible, lo mire con desprecio y procedí a soltar una de mis bombas argumentarías.
- Cuando me conociste, creáis que yo era la guardiana del fuego, insististe varios días y quisiste arrastrarme a tu ritual. Nos amenazaste y todo si no accedíamos. Hice una pausa y le calle con el dedo sin dejar que me interrumpiera. - Si me encontraste y pensaste que era una guardiana, independientemente de su elemento, es porque sentiste en mi una magia especial y fuerte. Sabes que no soy una vulgar bruja, soy como ellos una guardiana, quizás para ti no sea tan importante, pero te he seguido y he cuidado de ti siempre, sigo siendo una guardiana y mi deber es ese, soy tu guardiana de la noche y lo sabes. Calle y lo mire tristemente, el estaba descompuesto y sin saber como responderme. - Me molesta que no me valores, que no me escuches y que muchas veces me ignores.
Dicho eso, me levante y salí del gimnasio para reunirme con los demás, durante nuestra charla, todos los niños habían entrado a ver la película y ahora estaban haciendo el recuento de las ganancias, me senté en silencio y sonreí pues al parecer aquel viernes habían tenido una buena ganancia.
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