En lo mas profundo de mis terrores nocturnos comúnmente conocido como pesadillas, una oscuridad infinita me rodeaba.
Tenia demasiadas cosas en la cabeza para poder pensar en una sola y quizás por esa cantidad de información en mi mente no conseguía tener miedo de la oscuridad que me rodeaba.
Suspire largamente y mire a mi al rededor intentando buscar algún punto de luz o a alguien que me explicara porque estaba en aquella pesadilla. Entonces una duda llego a mi, si existía Morfeo un dios protector de los sueños de los humanos ¿existiría un némesis demonio creador de pesadillas? Seguramente si.
El silencio era inmenso y cada vez me sentía mas agobiada y perdida, comencé a planear por aquel lugar temerosa de chocarme contra alguna clase de muro invisible, aun era incapaz de ver nada y tampoco servía de mucho crear pequeñas llamas que alumbraran mi camino. ¿Sabéis que dicen que los agujeros negros son capaces de absorber hasta la luz? Pues así es como me sentía, dentro de un gran agujero negro.
Durante un buen rato continué planeando, pero no encontré nada, ninguna luz por la que fiarme, ninguna voz que me guiara, ni ningún muro que parara mi viaje.
Descendí una gran altura hasta llegar a posar mis pies sobre fría piedra negra, me agache y acaricie la piedra, era húmeda y algo pringosa, parecía estar cubierta por algún tipo de musgo bastante repugnante.
Deje los ascos de lado y me puse a caminar lentamente, al cabo de un largo paseo comencé a ver una pequeña estrella titilar en lo alto de alguna clase de edificio quizás, no sabría decir bien, quizás solo flotaba allí arriba.
Salte e intente coger esa estrella y entonces miles de luces comenzaron a rodearme y logre comprender que las luces no eran luces sino diminutas hadas, de miles de colores, rosas, amarillas, verdes, purpuras y azules. Eran miles y todas comenzaron a bailar a mi alrededor. Cantaban estridentes melodías, tuve que ponerme las manos sobre las orejas pues aquellos chillidos me estaban enloqueciendo, pero era inevitable ver el baile que tantas pequeñas hadas luminosas nos mostraban.
Poco a poco se fueron aproximando mas y mas a mi, sentía como se agarraban a la piel de mi pecho, otras tantas rodeaban mi cuello formando algo así como un collar de miles de luces.
Y entonces aquellas hadas comenzaron a ser de un tacto duro y frió, estaban todas apegadas a mi como si quisieran ser un adorno para mi y es que así acabo mi sueño.
Me levante sobresaltada apartando las sabanas sobre mi torpemente, quede sentada sobre la cama aun mi cabeza estaba ida, yo resoplaba intentando calmarme hasta que me lleve la mano al pecho y allí estaba. Un colgante algo grande de vivos colores, pronto la habitación se ilumino al completo al sacar el colgante de debajo de mi camisa. Lo alce y lo observe anonadada por tanto color, pero algo interrumpió esa maravillosa obra, aun permanecida en el castillo. Tenia que salir corriendo a escondidas hasta la biblioteca para saber que diablos era ese colgante y si solo yo lo había recibido en un sueño tan pesado significaba que los demonios no deberían saberlo.
Salí todo lo sigilosa que pude, pero al llegar al gran salón encontré que ninguno de los otros demonios se había retirado a sus respectivos cuartos, me quede blanca, helada y de piedra cuando Chris se giro hacia mi.
- Deberías estar ya en tu plano ¿Que haces aun en este lugar? Pregunto tranquilo acercándose a mi lentamente. - Estas temblando niña ¿Que sucedió que te lleno de terror?
Yo le mire con la boca abierta sin saber como responder a su pregunta, comencé a tartamudear y a moverme nerviosa hasta que el me envolvió entre sus brazos para calmarme.
- Tuve un mal sueño, yo, yo quería ir a la biblioteca. Me asuste mucho, quiero leer en la biblioteca hasta que me relaje y luego prometo irme de verdad. Balbucee entre algún que otro llanto, esperaba que nadie se fijara que solo actuaba para poder escapar pronto e ir a la biblioteca lo mas rápido posible.
- Anda, ve. Pero procura no tardar.
Salí con pasos rápidos directa a la biblioteca, ni quise girarme para ver de que hablaban de mi. Cuando llegue a la biblioteca cerré tras de mi y gire la llave a la espera que nadie se acercara a interrumpirme. Espere unos segundos con la cabeza apoyada sobre la madera por si alguien me hubiera seguido hasta la biblioteca, con la espiración aun entrecortada y tras comprobar que mi paranoia persecutoria empezaba a ser mas grave de lo normal me deje caer sobre el suelo.
Observe el colgante acercándolo casi hasta mi nariz. - Esto... hablar con una biblioteca es muy extraño, aunque no se porque me sorprendo después de todas las locuras que he visto ya. Biblioteca, me gustaría ver libros en los que se hablen de colgantes y adornos femeninos con fines mágicos, en particular si habla de colgantes con forma de péndulo mejor aun.
No tardaron en sobrevolar libros, finos, gruesos, con olor a humedad o por el contrario bien cuidados. En muchos de ellos no encontré ninguna información importante, casi todos los objetos solían ser hechizados como protectores o canaliza dores de energía y muy pocos de los dibujos que mostraban los libros se acerca a mi nuevo colgante.
Pero finalmente conseguí encontrar algo, decidí que debía llevarme ese libro para poder leerlo con mas detenimiento y le pedí de buenas maneras a la biblioteca que me dejara llevármelo. Cuando lo conseguí escondí el libro bajo mi ropa y volví con pasos calmados hasta mi cuarto ante la penetrante mirada de los demonios que permanecían hablando de sus cosas en aquel salón.
- Ya es hora de volver a tu casa. Te acompañare y esperare que duermas. Dijo Cris levantándose de su cómodo sillón. - No hace falta que me acompañes, ya estoy tranquila, mi sueño solo fue una tontería, fui un poco paranoica tan solo, además estoy realmente cansada, seguramente si me acompañas hablaremos y me desvelare aun mas. Respondí con total calma, necesitaba tiempo para poder esconder el libro y el colgante en un lugar seguro, y eso hice, poco después, el agotamiento por fin pudo conmigo.
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