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domingo, 7 de septiembre de 2014

Una vida normal que no esperaba tener

Un día normal, tras otro y tras muchos más acabarían volviendo loca a cualquiera que hubiera visto la mitad de las locuras por las que yo había pasado.

Las navidades llegaban a su fin, no sé si debería alegrarme por ello, pero en los últimos días me he visto vigilada y perseguida por mis padres, se han vuelto demasiado protectores conmigo.
Y eso si no contamos con las constantes visitas del médico, un tal Christian, venga ya, al menos podría haber elegido un nombre que se parecía menos, pero que puedo hacer yo.

Mientras mis padres se veían embaucados por las palabras del doctor para ir a pasear o a cenar juntos, el se ha quedado en mi casa como uno más, y si eso no fuera suficientemente molesto no me ha dejado ver a mis amigos, ni mucho menos hablar con ellos por teléfono.

- Ya te lo he repetido mil veces, eres humana, tu cuerpo esta débil después de la experiencia que has pasado, debes descansar, tanto física como mentalmente. ¿De qué me sirve una guardiana que no es capaz de estar quince minutos de pie? Y alégrate que tus padres aun están creyendo mis palabras y están dentro de lo que cabe relajados gracias a mis visitas y mis cuidados.

- Chris, me agobias, me agobias tu y luego ellos al volver. Así no hay manera de descansar, no me dejáis salir a pasear, ni hablar con mis amigos, si abro una ventana mi madre viene corriendo a cerrarla por si me enfrió. Así no puedo recuperarme, necesito que me dé el aire.

Y así todos los días, día tras día, las mismas peleas. Me sentía un ser incomprendido, nada iba a atacarme en este plano físico y ahora mismo estaba demasiado cansada como para ponerme a buscar más enemigos.

- Al menos ¿Dejaras que pueda asistir a las clases? Pregunte mientras me acurrucaba sobre uno de los sofás del salón. En la tele solo había películas navideñas, de esas por las que te cortarías las venas con tal de no verlas.
- Me lo estoy pensando, no sé si estas aun preparada para ello. Pero si tanto necesitas salir a que te del aire, puedo llevarte a tomar un café. Mis ojos brillaron por un momento, me levante de golpe del sofá y quede de rodillas sobre el mismo. - ¿Lo dices de verdad? ¿Me llevarías a tomar un café fuera de mi casa, a un bar o una cafetería? Me había emocionado, quizás demasiado. El se reía jovial, hasta parecía agradarle verme en aquella situación, pero no porque fuera una tortura para mí, sino porque le divertía ver a una humana comportarse como tal. - Primero debo hablar con tus padres y si ellos confían en mi y dan su consentimiento lo hare de buen gusto, pero ya sabes que no puedo pasar demasiado tiempo bajo la luz del sol. Creo que podría llevarte a cenar a una pizzería si eso y luego un café en un bar y a casa. Así podrás estar tranquila sin que nada se atreva a acercarse a nosotros.

Me quede sentada meditando la propuesta, preferiría un café de tarde, pero ir a cenar y luego tomar un café, eso iba a significar que pasaría mas de media hora alejada de los histerismos de mis padres. Me puse a calcular mentalmente cuanto podrían tardar en atendernos en una pizzería más el tiempo que necesitáramos para comer. Si, aquello podría valer.

- Me parece una idea perfecta. Tengo muchas ganas de salir a pasear tranquilamente.
- Bien, entonces se lo comentare a tus padres y si dicen que si, mañana ya tenemos planes. Pero no olvides que estas bajo mis cuidados, solo cenaremos y tomaremos café, no vas a convencerme de nada más.
Le mire mal, arrugando la nariz. - Aquí no soy guardiana, soy una chica normal, de quince años, que no vive las noches de fiesta y tampoco bebe. Cuando soy la guardiana es muy diferente. No me taches.

- Mis disculpas mi lady, a veces olvido que ahora trato con Carla. Contesto con una reverencia y un beso en la mano. - Y ahora jovencita, creo que es hora de que vuelvas a descansar, en un rato te subiré la cena, creo que tu madre te preparo sopa y pescado.

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