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miércoles, 17 de diciembre de 2014

Las siniestras risas de la navidad (Especial de Navidad, Parte 1)

Debería haber sido una noche perfecta, mágica, pero no en el sentido que acostumbro a utilizar esa palabra, la fantástica noche de navidad comenzó como una cualquiera, aunque aspiraba a ser mucho mas, mis padres estaba fuera pasando las vacaciones con unos familiares y yo en su lugar había decidido quedarme a celebrarlo con mis amigos.

Todo parecía ir bien, hasta que a mitad de la noche cuando todos descansábamos plácidamente unas risas siniestras nos despertaron. Mis amigos pensaban que era un móvil pero cuando comprobamos que todos los móviles estaban en silencio algo nos hizo presagiar lo peor. Quizás era algún tipo de broma malintencionada por algún grupillo de rebeldes anti navideños, de esos que hay por desgracia en todas las ciudades.
Pero no fue así, al salir al balcón, nuestras expectativas navideñas se fueron a pique.


- Malditos niñatos. Gruño entre dientes Shasha envuelta en una espesa manta.
- Ojala fueran niñatos, no me preocuparía tanto de ser así. Dije casi de manera inconsciente apretando el cuello de mi bata de felpa. Todos clavaron su mirada en mí y justo después miraron a Nacho el cual  también se había quedado boquiabierto mirándome con las cejas enarcadas.
- Tiene razón, no son humanos, son demonios. Confirmo él con un aire desganado y cierto mal humor. Nacho llevaba una temporada en que no deseaba saber nada de demonios ni magia. Por esa razón en parte habíamos decidido pasar la noche buena en mi casa para celebrar de una manera cien por cien humana las navidades.
- Son hienas. Míralos, a penas grupos de tres o cuatro, allí en el parque puedo ver otro par de grupitos. Dije señalando la zona más alejada de mi bloque de pisos. Mire a los demás y agarrando los hombros de Shasha y Jal sonreí. – Dejemos que otros se encarguen y volvamos a nuestro sueño, mañana será otro día. Nacho. Le mire buscando una aprobación a mi propuesta. - ¿Te parece bien que hagamos eso? El se encogió de hombros. – Supongo, pero… qué demonios y nunca mejor dicho, es lo más inteligente que has podido pensar.

A la mañana siguiente Shasha fue la primera en despertarme, parecía contenta, la muy cotilla se había asomado a la ventana y había visto que ya no estaban los demonios hiena, pobre ilusa, aun no le entraba en la cabeza que los demonios solo podían rondar el plano físico en la nocturnidad. Aun así no iba a mencionar nada al respecto.
Eran las siete y poco cuando los demás se levantaron, parecían descansados y dispuestos a olvidar lo acontecido en la noche anterior. Pero alguien llamo a la puerta, yo no esperaba visita y algo dentro de mí me hizo palpitar nerviosamente. Corrí a abrir la puerta perseguida por Nacho. - ¿Esperabas a alguien? Negué rotundamente a esa pregunta y me asome a la mirilla, lo que me faltaba por ver. – Es un viejo amigo, vosotros id desayunando. Agarre las llaves y salí del piso cerrando la puerta con prisas tras de mí.

Y allí estaba él, justo la persona a la que menos deseaba ver en aquel instante, Chris, disfrazado como no del mismo doctor que me atendió cuando entre en coma. - ¿se puede saber qué diablos haces aquí? Pregunte enfadada al sonriente rostro de Chris.
- Obviamente sabes porque estoy aquí. Sé que tus padres no están, me avisaron antes de irse para que me pasara de vez en cuando a vigilar que no hicieras alguna trastada. Aunque no he venido solo por eso. ¿Y bien?
- ¿Te refieres a esas hienas que rondaron anoche riéndose? Hemos decidido ignorar su presencia. Conteste arrastrándolo a las escaleras, alejándonos de la mirilla donde seguramente ya estuvieran los demás cotilleando.
- Vaya, vaya, así que te has traído a tus amigos. ¿Quién están? Pregunto sentándose en un escalón. Suspire y me senté a su lado. – Aqua, Eolos y la sacerdotisa. Y algunos humanos de los que aun no hemos podido despertar ningún don. Isi y Angie. Pero eso en verdad a ti no te interesa ni lo más mínimo.
- ¿Y vais a dejar que las hienas campeen a sus anchas? Volvió a preguntar. – Así es, mientras no haya ningún tipo de ataque vamos a mantenernos al margen, que sean los dioses los que se ocupen, no somos sus esclavos para andar limpiando sus acciones.
- De acuerdo. Lo respeto, pero si pasara algo me gustaría que me dejaras un mensaje. No obstante y no voy a aceptar un no por respuesta, esta noche me quedare con vosotros y si te niegas me veré obligado a llamar a tus padres y no querrás que les estropee sus vacaciones ¿no? Aunque también estropearía las tuyas y eso si que te molestaría mucho.
Bufe y apreté los puños, ese maldito demonio siempre metiendo las narices donde no le llaman, y por si fuera poco con todo el jaleo ahora tenía que improvisar como iba a presentar a los demás a mi supuesto medico, el cual ahora parecía ser un intimo amigo de la familia.
Navidades de lujo… - En fin, que remedio. Nos veremos a la noche y bueno ya que estas podrías traer algo para la cena. Me levante rápidamente del escalón sin darle tiempo a reaccionar pero no fue así como sucedió, estaba ya con la mano en el pomo de la puerta cuando Chris me agarro del hombro y sin ton ni son, me planto un beso en los morros. - ¿Pero de qué vas? Pregunté apartándole de un manotazo. Chris se rio de mi y luego me dejo atrapada contra la puerta poniendo su gran manaza en la mirilla. – Se me olvido decirte, que ahora tú y yo somos novios. Y si no lo crees deberías hablar con tus padres, así que lo dicho preciosa, esta noche nos vemos. Sonrió con malicia e inmediatamente bajo las escaleras despareciendo de mi vista. Al abrir la puerta allí encontré a los cotillas de turno, en cola de uno esperaban dispuestos a interrogarme.

- No tengo ganas de declarar nada ahora. Regruñí atravesando el pasillo como buenamente me dejaban ellos que tras de mi insistían en preguntar, quien era él, que relación teníamos y como ¿Por qué no les había contado nada? – Maldita sea, dejadme en paz. Ya os lo explicare, solo que aun no sé ni cómo hacerlo.

El resto del día fue calmado, paseamos un rato por la tarde y aprovechamos para hacer alguna que otra compra, finalmente les conté que mi “amigo” iba a quedarse esta noche en casa y que aquello no era por placer y gusto mío, sino decisión de mis padres. Cada vez era más difícil explicarles nada, quizás se lo dejaría de encargo a Chris ya que pretendía estropear mis navidades yo le estropearía la cena.
Poco antes de la caída del sol volvimos a casa, mas nos valía adelantarnos a la noche antes de que aquellas hienas volvieran a la carga. Al subir al piso encontramos a Chris esperándonos, con una botella de vino y una bolsa llena de comida. Mientras los demás organizaban la mesa y colocaban platos y vasos, Chris y yo nos atrincheramos en la cocina para preparar la cena.
- Y bien, ¿habéis cambiado de idea? Comento él mientras descorchaba el vino y servía dos copas.
- No, las cosas siguen igual y así se van a quedar. Y por cierto, tú te vas a encargar de contarles nuestra historia, de cómo nos conocimos y como es que somos novios y bueno, ya sabes, todo ese rollo que no va conmigo.

Aunque la cena resulto ser más elegante de lo que hubiéramos pensado no fue una agradable cena, Nacho mataba con la mirada a Chris constantemente, sin embargo los demás Jal, Isi, Shasha y Angie parecían estar encantados con su presencia y la historia de cómo nos conocimos. Que si el hospital, que si amor a primera vista.  Hasta para mi resultaba demasiado y si seguía forzando la sonrisa acabaría con la mandíbula desencajada.

Y por fin tras la comilona y la sobremesa y un par de copas de vino mas, risas nerviosas y juegos que acabaron siendo un caos todos fuimos a dormir, nos asomamos por última vez al balcón, todo estaba realmente tranquilo y fue inevitable que suspiráramos aliviados.
Pero nos confiamos demasiado, sobre las cuatro de la madrugada de nuevo las risas resonaron en el barrio. – No puede ser cierto. Dije desde la cama, algo impedía que me levantara y al encender la luz contemple con asombro que Chris se había quedado completamente dormido con su brazo sobre mi estomago.  – Eh, tú, despierta. Las hienas han aparecido otra vez. Dije zarandeándolo. – Y a mí que me cuentas, ¿no habías dicho que lo dejaríais en manos de los de arriba? Cállate y vuelve a dormir, este cuerpo humano necesita descansar. Gruño haciendo fuerza con el brazo. – Estooo, te mentí, en verdad no teníamos nada pensado, no esperábamos que volvieran.

Chris se levanto fulminándome con la mirada justo al tiempo en que la puerta de mi cuarto se abría y cuatro cabezas se asomaban tímidamente. – Sentimos despertaros, pero necesitamos hablar con Carla. Chris se dio la media vuelta y lanzo un ahogado gruñido contra la almohada. Y un leve susurro que entendí a la primera. – Maldita niña.

- ¿Que hacemos ahora? Pregunto Shasha con cara de preocupación. Yo me encogí de hombros y negué con la cabeza sin saber muy bien que responder.
- Mañana iremos a la iglesia y contactaremos con los dioses. Dijo Nacho con calma haciendo que todos nos giráramos y lo miráramos extrañados.
- No creo que eso sirva de mucho, ya sabemos que ellos no son muy colaboradores. Respondí yo torciendo el gesto. – Pues dime, ¿tienes algún plan mejor?
En ese momento Chris apareció por la puerta. – Yo sí. Matarlos. Así de sencillo.

Mi mandíbula se desencajo completamente, a Chris se le había ido por completo la cabeza, ahora Nacho sabría lo que era y… oh dios mío, no podía pensar en nada, me había quedado en blanco o catatónica perdida, no creo que hubiera ningún lugar en el mundo donde esconderme.

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