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lunes, 1 de abril de 2013

Preparada para el combate

Me sentía algo mareada, tenia la vista desenfocada y me costaba caminar erguida, aquel vino... el no saber y que no me gustara el vino me había dejado aun mas débil de lo que yo ya estaba.
Note un traspié y a continuación unos brazos fuertes que me agarraron antes de que me fuera de morros al suelo.
Farkon parecía disfrutar viéndome en tal estado y eso empezaba a asustarme, ahora si que no podía defenderme, y no era solo eso, es que ademas no quería hacerlo, el alcohol me nublaba la parte racional y hasta me atrevería a decir que Farkon se veía guapo.

Nos sentamos en uno de los bancos de piedra, el patio era enorme, había una serie de columnas escalonadas en semicírculo rodeadas hasta la mitad de trepadoras, era muy bonito porque la piedra era blanca y parecía estar muy bien pulida y labrada. Mire bizqueando a Farkon y solté una risotada estúpida antes de lanzarme sobre sus brazos y besarle en los labios.
El no hizo por separarme, al contrario me tomo por la cintura y me sentó sobre sus rodillas dejando que mis piernas descansaran sobre el banco, sentí la lengua de Farkon en mi boca, buscando la mía y en cuanto estas se rozaron desperté de mi nube se alcohol y lo mire extrañada.

- Lo siento, no se que me ha pasado. Dije a modo de disculpa bajándome de su regazo y colocándome el pelo. - ¿Que es este lugar? Pregunte cambiando de tema a la vez que me levantaba y miraba aquel lugar.
- Un patio. Me contesto el como si nada de lo anterior hubiera sucedido. - De entrenamiento. Finalizo sin moverse del banco de piedra.

Fruncí el ceño pero no quise preguntar, aunque algo en mi interior me decía que en ese lugar tendría que lidiar con muchas batallas.
Por primera vez contemple el cielo de aquel lugar, estaba oscuro como si fuera de noche, en cierto modo me parecía normal por lo que Farkon me había contado durante la comida. - Farkon, en este lugar, digo, en el bajo astral, ¿ también os afecta la luz del sol? Pregunte sin bajar la mirada del cielo parcialmente nublado.

- No, cada plano proporciona seguridad para sus habitantes. Contesto el acercándose a mi mirando el cielo al tiempo que yo. - Pero a nosotros nos gusta que este así  cada señor, o duque o cada noble que tiene un castillo o palacio en este lugar acondiciona tanto el clima como la apariencia según sus gustos. Explico sonriente, como si fuera un niño emocionado a la hora de contar una aventura.
Era extraño verle tan jovial y distraído, para nada parecido a la hora de comer en la que ordenaba y se mostraba serio.
Camine lentamente hasta la primera y mas baja de las columnas, su altura estaría cerca de los dos metros y a diferencia de las demás esta estaba completamente cubierta por las trepadoras, era una vista muy bonita y ademas parecían estar muy bien cuidadas, acaricie las enredaderas y sentí un cosquilleo a lo largo de mi cuerpo como si aquellas plantas estuvieran mas vivas que las del plano físico.
Farkon me sorprendió agarrándome por las caderas a la vez que apoyaba su barbilla sobre mi hombro de una manera juguetona.

- ¿Te gustaría comenzar a entrenar? Pregunto con la voz rasgada llena de malicia mientras me alzaba centímetros del suelo.
Sentí que me desequilibraba y pensé que acabaría golpeándome la cabeza contra la columna, pero no fue así, me sentí muy liviana como en el primer encuentro con Farkon y a penas me resulto difícil quedarme sobre la columna, que ahora vista desde arriba parecía mas estrecha, a penas podía mantenerme con los dos pies dentro de ella, de nuevo el vino me golpeo y me sentí mareada y desequilibrada, tuve que abrir mis brazos para no caerme a la vez que cerré los ojos, cuando los volví a abrir Farkon se encontraba en la ultima columna y la mas alta, no sabría decir que altura tenia pero al parecer cada columna doblaba la altura de la anterior, asi que realmente la altura debía ser como de unos veinte metros.

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