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viernes, 13 de septiembre de 2013

¿Cena de invierno con un demonio divino?



Me sentía cohibida allí, ellos comenzaron a saludarse con mucha efusividad y yo preferí quedarme al margen, observando desde mi esquina. Pero el no dejaba de mirarme.

- ¿Así que esta es la tan famosa guardiana? Acércate niña, no muerdo. Dijo tendiendo la mano hacia mi, yo camine despacio hasta posar mi mano sobre la suya y el inmediatamente la beso con una elegancia que no había visto salvo en esas películas del año de Matusalén. - Encantado, yo soy Christhopher. Saludo con una inclinación de cabeza sin soltarme la mano. -  Y dime niña ¿te cuidan bien, te tratan bien?

Las tres miradas restantes se clavaron sobre mi, comencé a sentir un calor bochornoso sobre mi, las palabras se atascaron y no era capaz de decir nada de nada.
- La tratamos muy bien. Dijo Farkon con aires de superioridad, como siempre claro.

- Bueno, sentémonos a la mesa, hay mucho de que hablar. Soltó por fin mi mano, me escurrí entre la mesa y el cuerpo de Farkon que desprendió chispas al rozar con el mio y me senté de golpe mirando fijamente a la mesa como una autómata. De hecho en ese momento desconecte de lo que sucedía a mi al rededor y no fui capaz de levantar la cabeza del plato, manos que iban y venían rellenaban las copas de cristal de líquidos bermellón, agranatados, ambarinos, blancos e incluso verduzcos.
Los demonios hablaba tranquilamente y de vez en cuando yo observaba por el rabillo del ojo al nuevo hombre, realmente me tenia deslumbrada y Farkon se había dado cuenta. - ¿Se puede saber que miras? Me pregunto con mala cara, yo solo negué con la cabeza y volví a mi meditación con una hoja de lechuga.
Luego llego la carne, había varios tipos, pero solo logre distinguir un cerdo asado y un cordero, de pronto mi plato de lechuga había desaparecido y unas hábiles manos estaban sirviendo en un nuevo plato grandes porciones de carne de todos los tipos que había sobre la mesa.

- Muchacha come o te enfermaras y aquí la medicina no es tan agradable como en tu plano. Christhopher me estaba hablando y mirando con una amplia sonrisa que no pude evitar devolver con cara de imbécil.
No me atreví responder o darle las gracias, tan solo trinche un pedazo de tierna carne de cerdo asada y me la lleve a la boca, la carne se deshacía en mi boca de tal manera que desconecte por completo de aquel lugar, aquella carne de cerdo era gloriosa, empecé a comer como si no hubiera comido por años, los tenedores pringados de grasa y los chorretones que caían por mis comisuras, no podía pararlo, bebí mi copa de vino blanco de solo un trago y continué comiendo como si nadie estuviera allí, arrasaba de los platos de los demás y entonces comprendí que me estaban mirando, me detuve y los mire, Farkon tenia los ojos inyectados en sangre, Rubin parecía verse con un ataque de pánico y Yurban ahora estaba sentada a mas de un metro de la mesa con los ojos abiertos como platos. Salvo Chris, el parecía tranquilo, sonriente y disfrutaba de aquello.

Farkon me agarro del codo y me zarandeo dos veces. - ¿Pero que maneras son esas de comportarse así? Yo me solté de su brazo y le abofeteé. - ¿Y que maneras son esas de tratarme a mi? ¿Temes contarle la verdad? Quizás en ese momento cave mi propia tumba, el ambiente estaba tenso, tanto que podría haberlo cortado con un cuchillo de mantequilla, Yurban miraba a todos lados, supongo que buscaba una huida, Rubin no miraba a ningún sitio en particular, pero si al invitado y Farkon, ¿que puedo decir de el? sus ojos brillaban como granates, sus facciones ahora parecían en verdad las de un demonio e incluso me pareció ver un par de colmillos asomando entre sus labios, pero Christhopher parecía el mas calmado y ya se sabe, antes de la tormenta viene la calma.

Como una voz de ultratumba se escucho un -Silencio- y después se hizo el silencio, Farkon me soltó y se desplomo sobre su silla, Yurban dejo caer su copa al suelo y Rubin soltó los cubiertos de golpe sobre la mesa. - No acepte este trabajo para que ninguno de vosotros lo estropeara. Hemos pasado milenios planeando este momento y tu no eres capaz de mantener tus pantalones en su sitio. Hizo una pausa y miro a Rubin. - De ti esperaba mas, mucho mas. Pensaba que eras el hermano mayor, me decepciona que no hayas hecho el trabajo que te pedir.
Yurban se levanto en silencio pero no consiguió mas que quedarse de pie cuando Chris clavo su mirada sobre ella. - ¿A donde vas? No he dicho que te puedas ir, se lo mucho que odias a los humanos y mas a las mujeres, pero hija mía, ¿que ha hecho la guardiana para que no la defiendas?
Yo me levante temblorosa de la mesa y mire a Christhopher. - Ella me defendió y protegió y Rubin a su manera también lo hizo. Señale a Farkon con el dedo y lo mire con una media sonrisa. - Pero el, el solo me ha pegado y se ha aprovechado de mi, me ha robado mi virginidad y se ha regodeado de ello. Por fin estaba obteniendo algo de venganza a pesar de estar cavando aun mas hondo mi tumba. Farkon se levanto dispuesto a abofetearme cuando la mano de Chris se aferro a su muñeca haciendo que el acabara arrodillado en el suelo dibujando muecas de dolor.

- Discúlpate. Ladro clavando los dedos en la muñeca de Farkon. El gruño y se negó a hacerlo, pero entonces su codo crujió y aulló supongo que de dolor gritando a la vez un -perdona- no pude evitar sonreír e inclinarme agradecida ante esa humillante disculpa que se había visto obligado a hacer. - Bien, ahora lárgate.
Farkon salio quejoso del comedor no sin antes empujarme contra la mesa de un manotazo mientras refunfuñaba algo entre dientes que jamas logre entender.
Christhopher se sentó e indico con las manos que todos nos sentáramos. - Siéntate a mi lado. A partir de ahora estarás bajo mi responsabilidad y mi protección. En cuanto a ti Rubin y a ti Yurban, lamento haber desconfiado de vuestra fidelidad, vosotros sois unos buenos hijos, no como Farkon, siempre ha sido y sera la oveja negra de esta familia.

Abrí los ojos de par en par y me quede boquiabierta mirando a los tres. ¿Acababa de decir que el era el padre de ellos? - Pero yo pensé... tu... pensaba que no eras un demonio.
- Tranquila. Dijo cogiéndome la mano. - No lo soy, pero a veces debo comportarme así, sino nunca tendría el respeto de mis hijos. Pero esta es una larga historia que... supongo que te la contare algún día, niña. Ahora necesito hablar con mis hijos a solas, mandare que te preparen un aposento para ti sola en el ultimo piso, estarás cerca de mis aposentos. Tranquila, pediré que te lleven el resto de la comida.

Me levante en silencio y seguí a uno de los sirvientes, hasta ahora no me había fijado nunca en ellos, eran hombres y mujeres, blancos, morenos e incluso asiáticos, algunos llevaban los rostros con marcas y protuberancias, otros tatuajes que casi cubrían todo su rostro, en fin, eran extraños, pero ahora lo único que deseaba era tirarme sobre una cama, cerrar los ojos y esperar que cuando abriera los ojos estuviera en mi casa, mi cama y con mis padres.

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