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jueves, 6 de diciembre de 2012

Yurban, la mujer con dos rostros

Sentia que cada parte de mi cuerpo dolia a horrores, a penas era capaz de moverme ni de abrir los ojos, intente incorporarme en la cama pero de nuevo estaba atada y esta vez incluso senti la presion de algo en mi cuello, me costaba respirar y el panico que sentia me atormentaba, escuche unos pasos acercarse al dormitorio, parecian pasos graciles, no como los de un hombre, con voz susurrante clame ayuda, a penas me salia la voz y las lagrimas se me saltaban inconscientemente.

La puerta chirrio y vi como se abria lentamente, era aquella chica que habia visto antes, la que se habia reido de mi al verme prisionera, pero esta vez no se rio, se acerco a mi lentamente y pude observar en su rostro la sorpresa de verme asi.

- Por favor ayudame. Suplique al borde del llanto, ella se inclino sobre mi y su rostro cambio por completo entristeciedose. - ¿Pero que clase de tortura te ha hecho? Yo no quise contestarla, me sentia avergonzada y humillada, ademas de completamente dolorida. - Por favor, yo no te he hecho nada malo, ayudame. Volvi a suplicar mientras se me escapaban las lagrimas y me retorcia en la cama sintiendo como las ataduras me oprimian la garganta obligandome a toser. - Tengo que hablar con alguien y vendre a ayudarte, te lo juro. Dijo la joven apartandome el pelo de la cara y secandome las lagrimas.

- Espera, no te vayas, dime como te llamas al menos.
- Soy Yurban. Contesto simplemente antes de salir del cuarto, pero antes de que cruzara el umbral yo susurre. - Gracias, Yurban...

Aquella joven corrio por los pasillos hasta llegar a una imponente puerta negra, no llamo y entro abruptamente. Alli habia otro hombre, algo mas joven de apariencia que el demonio Farkon, sus ojos eran amarillo brillante y su cabello castaño oscuro, su piel, a diferencia de los otros dos demonios no era tan clara, no llegaba a ser morena ni canela pero tenia mas color.
- Tienes que ayudarme. Espeto la muchacha. El hombre que parecia estar trabajando en alguna clase de pergaminos con simbolos a penas levanto la cabeza para hablar. - Yurban, te he dicho mil veces que llames antes de entrar, y que cuando la puerta esta cerrada y no entre abierta es que estoy ocupado para escuchar tus batallas de mazmorras.
- No es ninguna batalla, es por la chica, la humana esa de Farkon, casi la mata... Yurban no pudo terminar de hablar pues el hombre dejo caer una pluma negra sobre uno de los pergaminos dejando que se formara un pequeño charco de tinta. - ¿Como que casi la mata? Contesto sorprendido clavando la mirada en la chica. - Lo que oyes, la tiene atada en su cama, atada por el cuello.
- Lo siento Yurban, pero ya te he dicho muchas veces que no me gusta meterme en los lios de faldas de Farkon. No me interesa lo mas minimo las perversiones de Farkon con sus mujeres. Volvio a decir mientras murmuraba algo mirando el papel en el que la mancha de tinta comenzaba a desvanecerse lentamente.
- No es perversion, la ha pegado, esta llena de moratones y tiene un ojo hinchado, ademas, jamas me he preocupado por ningun humano, tu mejor que nadie sabes que los odio a todos, sean hombres y mujeres, pero... pero esa chica, por favor, me preocupa esa niña, solo es una cria, debe tener casi mi misma edad.
El hombre rompio a reir, recostandose en aquel sillon encuerado de color negro. - Vamos, tu tienes mas de un siglo, aparentas una edad humana pero no es tu edad propia, no me hagas reir ¿Que has visto en ella, un nuevo juguete que no quieres que Farkon estropee?
Yurban encolerizo y tiro por los suelos todas las cosas que habia en la mesa. - Escuchame lo que te digo. Si no me ayudas con esa niña juro que se lo contare todo a padre. La risa del hombre se detuvo en seco y se incorporo mirando seriamente a Yurban. - ¿De verdad estas preocupada? Jamas lo habias hecho. Ella asintio y se cruzo de brazos. - Ve a desatarla y llevala al baño. Ahora ire yo para alla.

Yurban corrio de nuevo al dormitorio, senti sus pasos acercarse al cuarto, senti como las ataduras se aflojaban y ella me cogia en brazos, por primera vez desde que habia pisado el bajo astral senti humanidad en un demonio, aquella chica, Yurban, me habia salvado.

- Tranquila, te llevare a un sitio donde te curaras mas rapido.
Senti calor y humedad, abri los ojos levemente para poder contemplar aquella maravilla que nada se parecia al resto del castillo, un amplio baño en marmol blanco, con altas columnas decoradas con bestias mitologicas y enredaderas, todo blanco y luminoso. Yurban me dejo en el suelo, estaba calido y podia escuchar el murmullo del agua a mi lado.
Gire la cabeza y vi una amplia piscina, sus aguas eran blancas y semitransparentes, como leche, rei con dificultad acordandome de eso que habia leido de los baños de Cleopatra en leche de burra.

Yurban se quito la ropa y vi su cuerpo moreno, me extrañe mucho pues habria jurado que su piel era casi tan blanca como la mia. Era joven, casi como yo, cuando se iba a meter en el agua, un fuerte ruido nos interrumpio y un grito atronador hizo que Yurban se agachara asustada poniendose a mi lado con los brazos abiertos.

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