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viernes, 23 de noviembre de 2012

Desde abajo te devora.


Habían pasado cerca de dos meses y nada había pasado desde la muerte de Yurka, supongo que en cierto modo estaba agradecida, dormía tranquila sin pesadillas, ni viajes, ni nada que me molestara.
Todos nos habíamos alejado de la magia, durante los dos meses de calma habíamos discutido bastante, solo porque no creíamos que debíamos darle tanto tiempo a la magia, estábamos cansados y a pesar de ignorar lo que Nacho nos decía yo si me había gravado mentalmente que de nuevo había otros dos demonios detrás de nosotros, aunque estos no eran tan fuertes, razón de mas por la que no queríamos preocuparnos.

- No se como podéis dejar de lado todo. Nos decía de continuo Nacho con enfado. 
- ¿Sabes? Estoy harta de ti, harta de tu magia y harta de tus demonios, y no soy la única que lo piensa. Chillo Shasha, yo simplemente me dedique a mirar como si aquello no fuera conmigo. - Es cierto, estamos hartos ya de tus historias. Ahora era Jal el que hablaba, al menos no chillaba quizás era buena señal.
- Es que no entendéis nada, yo solo quiero ayudaros. Carla, se que tu me crees, tu has visto muchas cosas, fuiste la primera en creer. Yo simplemente le mire y cerrando los ojos afirme.
- Te creo, pero entiende que estamos cansados de huir, de sentirnos en peligro. Los dioses no nos han dado nada desde que empezamos, tan solo trabajo y ni un gracias. Respondí pausadamente, aquello comenzaba a parecer una locura. - ¿Y que es lo que nos esta persiguiendo ahora? Pregunte relajada como sin ganas.
- Dos Rainos. Demonios de agua, son como perros hechos de agua. Se pronuncia reinos. Explico Nacho, bajo los suspiros desganados de los demás. - ¿Y que propones que hagamos? Volvi a preguntar sin atreverme a mirar a los demás. - Tu, nada, solo Jal puede deshacerse de ellos si aprende a usar su magia, el podrá crear rayos que los destruyan.

Jal se había alejado junto con Shasha, susurraban y comentaban algo pero yo no les preste atención.
- Mira Nacho, me temo que no están preparados. Lo siento, pero tendrás que encargarte tu de ellos.
Y al final eso fue lo que paso, Nacho tuvo que encargarse el de todo, pero es que era lógico, que culpa teníamos nosotros de que ni ellos creyeran ni de que les apeteciera aprender nada.

Y mientras tanto yo empezaba a tener mis propios problemas con el bajo astral.
Aquella noche debía haber dormido bien, pero sin embargo me encontré en un nuevo lugar del bajo astral, nada parecido a lo que había conocido meses atrás, aquel lugar era oscuro, frió y húmedo, mis ojos no se habían acostumbrado y todo parecía negro, pero a mi oído le llegaban los sonidos de aguas, espere un poco hasta que por fin comencé a ver. Las aguas casi negras, el cielo parecía de tormenta, aquello era un lago inmenso de aguas negras y en el centro había lo que parecía un castillo, pero todo estaba oscuro, escuche el sonido de algunas cadenas y lo seguí, mis sentidos parecían despertarse por momentos, llegue a un pequeño embarcadero, allí había una pequeña barca, algo vieja he de decir. 
Cuando había desatado el cabo para adentrarme en las aguas sentí una presencia en mi espalda, alguien me agarro y me lanzo hacia atrás, yo chille asustada mientras golpeaba el suelo con el trasero.

- ¿Pero quien te crees que eres para tratarme así? Da la cara seas lo que seas. Oh mierda no debía decir eso, de pronto un joven pero algo mayor que yo se puso delante mio mirándome con muy mala cara. Trague saliva con nerviosismo y comencé a dar pequeños paso hacia atrás alejándome de el. - ¿Quien eres? Pero el no contesto, seguí retrocediendo hasta que mi espalda golpeo con un ancho tronco, no había mas camino por el que huir, pero aun así intente zafarme hacia la derecha, pero no lo logre aquel joven me había atrapado por la muñeca y ahora estaba a pocos centímetros de mi, mirándome fijamente como si quisiera morderme o atacarme. 
Sentía su respiración en mi cara, casi podía rozar sus labios con los míos  pero gire la cabeza para evitarlo, el no se movió ni un ápice y comenzó a olerme el pelo y cuello sin soltarme la muñeca, la mano libre que le quedaba de pronto golpeo con el tronco y yo gire la cabeza rozando nuestras narices, estaba demasiado cerca, me iba a besar o peor me iba a matar. 

Casi comencé a temblar, cuando la mano que se aferraba a mi muñeca se soltó y el se alejo de mi, me aleje del árbol siguiéndole a pasos lentos y pequeños y de pronto el desapareció. 
Me quede inmóvil, volvía a sentirlo a mi espalda. - Vaya, vaya. Hay que ver que bonita sorpresa ha caído. Dijo mientras caminaba a mi al rededor mirándome con aquellos ojos granates, yo respiraba con dificultad, tenia miedo y estaba muy nerviosa. - No te tengo miedo. Dije poniéndome gallito. - ¿En serio? De nuevo a pocos centímetros de mi cara, aquellos ojos, me estaba aterrorizando pero no pensaba dejar que lo viera. - Dices que no me temes, pero sin embargo tu cuerpo esta muy rígido, estas terriblemente asustada. 

La rabia me pudo y le empuje con fuerzas alejándole de mi, pero el a penas se había movido, seguía mirándome fijamente, yo me cruce de brazos y le devolví la mirada. - ¿Vas a atacarme o no? Pregunte con una media sonrisa. Estaba dispuesta a lo que fuera.

El juego para mi, comenzaba en este momento.

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