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jueves, 22 de noviembre de 2012

Mi secreto inconfesable.

Al final decidí que no contaría nada de los sucedido, absolutamente nada. No entraría en esa batalla si no me iba a encontrar a salvo, Yurka, el seria muy insistente en conseguirme, pero por el contrario Nacho jamas me dejaría irme, me gritaría y seguramente me diría miles de razones por las que no debía decir seguirlo.

Nacho no apareció al día siguiente, por lo visto debía quedarse en casa, ocupado para poder hacerse aquella prueba, yo tampoco le llame para contarle nada de lo sucedido, simplemente espere que el día pasara tranquilamente.

El día paso y al llegar la noche no tuve ningún viaje, pero tenia un extraño sentimiento dentro de mi, algo entre preocupación y malestar, pase varias horas asomada a la ventana pensando que sucedería con la prueba de Nacho, pero el sueño me quería vencer y no tuve mas remedio que acostarme, deseando en parte que no sucediera nada con Nacho, aunque también esperaba que Yurka no tuviera problemas.
Creo que esa noche tuve varios sueños, pero la verdad, es que no conseguir recordar ninguno.

A la mañana siguiente me levante con muchos ánimos, sabia que Nacho tendría la prueba esa misma mañana y por la tarde podríamos saber que había pasado, fui a clase risueña y feliz, a pesar de los sueños que hubiera tenido aquella noche me sentía llena de fuerza y energía, pero a medio día sucedió algo que me llamo mucho la atención, volviendo de clase a casa encontré una extraña pluma, vale a simple vista era una pluma blanca de una paloma, pero esta era mil veces mas hermosa, era muy fina, tanto que casi se podía ver a través de ella, era suave y el cálamo de la misma era muy fino y delicado, no pude evitar guardarla, sentía que tenia que enseñársela a Nacho, quizás aquella pluma era mágica y yo la había encontrado por alguna razón.

Por la tarde nos reunimos en casa de Nacho, le llevamos los deberes del día y comenzamos a charlar de lo sucedido en la prueba.

- Mazenda no volverá a molestarnos mas. Dijo Nacho con cierto aire victorioso. Eso nos alegro a todos, nos habíamos quitado un gran peso de encima y era de agradecer.
- ¿Y te encontraste con Yurka? Pregunte fingiendo que no tenia curiosidad en saber que había pasado. - Si, claro que me lo encontré, estaba dispuesto a matarme después de lo que le hice a Mazenda. Yo trague con dificultad pero me mantuve calmada e indiferente, me temía lo peor si Nacho seguia con vida era porque algo había sucedido, y tenia miedo de que mis pensamientos fueran mas reales de lo que parecía. 

- ¿Que ha pasado con el, te hizo algo? Pensé que acataría pillándome por ser tan preguntona pero no podía evitarlo. - Si, ya te he dicho que me intento matar. Pero como veis no lo consiguió, y tampoco nos volverá a molestar. Ya no hay mensajero de la oscuridad y nunca mas lo volverá a haber. 

Quería morirme, lo había matado, a los dos, y yo... había perdido todas las posibilidades de saber algo mas sobre porque yo debía estar del lado de los demonios, estaba tensa muy tensa, y Nacho lo había notado, sentía su mirada clavada en mi, intentaba leerme, lo sabia, ahora me preguntaría e intentaría por todos los medios que dijera la verdad, tenia que salir de allí como fuera, buscar una salida alternativa a la conversación. - ¿Que te pasa, a caso te sientes mal porque lo haya matado? 

- Claro que no, tan solo estaba pensando. Me alegra mucho que ya no este, supongo que por fin podremos dormir tranquilos. Sonreí forzada intentando disimular. - Por cierto, hoy encontré esto. Dije mientras sacaba la pluma con cuidado de uno de mis libros y se la mostraba. - Cuando vi esta pluma no pude evitar guardarla, tiene un cierto misticismo. 

- Es normal, esa pluma es mía, bueno mía no, del mensajero de la luz, de sus alas, deberías guardarla a buen recaudo, eso vale muchísimo. El sonrió y volvió a entregarme la pluma, gracias a esa pequeña pluma me había librado de cualquier pregunta. Por fin, todo parecía volver a la normalidad, pero, ¿cuanto duraría la calma?

Durante los siguientes días todo transcurrió sin cambios, no había demonios siguiéndonos, ni ningún problema sobrenatural acechando, pero yo seguía guardando aquel secreto, y aunque ahora ya no me sentía mal por esconderlo evitaba pensar en ello, en ocasiones, hay secretos tan personales que nunca deberías dejar que nada ni nadie se enterara de ello.

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